Gobernar el turismo “destino a destino”
"El destino más atractivo y que más perdurará es aquel que goce de un equilibrio entre residentes y turistas, entre el hogar de unos y el lugar de vacaciones de otros".
En casi todas las manifestaciones que se han producido este verano en distintas ciudades e islas del país se han reclamado medidas concretas para solucionar las llamadas externalidades negativas del turismo. Quienes las califiquen de turismofobia lo único que demostrarán es poca capacidad de escucha.
El mensaje mayoritario no es contra el turismo, si no a favor de cambios en el modelo turístico para acabar con problemas asociados a él. Las instituciones que escuchen y transformen las quejas en políticas no solo estarán atendiendo a una parte de la población, sino que, además, estarán mejorando la calidad y la sostenibilidad de su destino turístico. Porque el destino más atractivo y que más perdurará es aquel que goce de un equilibrio entre residentes y turistas, entre el hogar de unos y el lugar de vacaciones de otros.
Con una inversión de 3.400 millones de euros, el Gobierno de España ha inyectado la mayor cantidad de fondos públicos en el sector a través del Plan de Recuperación con la finalidad de transformarlo hacia mayor sostenibilidad social, ecológica y económica. Además, las instituciones competentes (Comunidades Autónomas, Consells, Cabildos y Ayuntamientos) han de disponer de los instrumentos necesarios para hacer frente a las externalidades negativas. Por ejemplo, España será el primer país en poner en marcha una plataforma que recogerá los datos de toda la oferta de alquiler turístico para facilitar la detección de la oferta ilegal.
Pero la política turística tiene que hacerse “destino a destino”, porque cuando hablamos de turismo en España hablamos de cientos de destinos distintos. No vale la misma receta para todos porque mientras en un destino un fenómeno puede suponer un problema, en otro puede ser una oportunidad de dinamización económica.
Hasta ahora, la respuesta más valiente ha sido la del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, comprometiéndose a no renovar las licencias de alquiler turístico cuando venzan en 2028 y devolviendo así unas 10.000 viviendas al mercado de compra o alquiler. Desafortunadamente, muchos alcaldes y presidentes autonómicos del Partido Popular se han quedado en la posición de acusar de turismofobia a los manifestantes y no hacer absolutamente nada para intentar solucionar los problemas. Para la historia quedarán las palabras del alcalde de Málaga invitando a sus vecinos a irse a vivir fuera de la ciudad ante el aumento del precio de la vivienda.
Debemos fijarnos también en Baleares, la comunidad líder en turismo. Solo el hecho de que hoy, en algunos destinos, se esté debatiendo la introducción de una tasa turística mientras en Baleares se implementó en 1999, demuestra que el debate sobre cómo gobernar el turismo está bastante más avanzado en las islas.
Los socialistas, siempre con el voto en contra del PP y acusaciones de turismofobia, hemos impulsado medidas valientes para limitar un crecimiento turístico que, sí, es el motor de nuestra comunidad, pero también agota unos recursos naturales limitados o causa una verdadera crisis habitacional. La moratoria de plazas turísticas, la protección territorial para evitar la urbanización total de la costa, el límite a la llegada de cruceros en Palma, el fin de licencias de alquiler vacacional en algunos núcleos urbanos o la instalación de camas elevables en los hoteles para facilitar el trabajo a las camareras de piso, son algunas de las medidas adoptadas por el anterior gobierno socialista en Baleares que se deberían implementar en otros destinos turísticos de España. Aunque sería una sorpresa que alguno de los gobiernos autonómicos del PP lo hiciera y, hoy, Marga Prohens trabaja en Baleares para la derogación de todas ellas.
En definitiva, las instituciones tienen el deber de escuchar y dar respuesta a las manifestaciones que piden cambios en la gobernanza del turismo. Son la explosión de muchos años de desequilibrios en la convivencia entre residentes y turismo. En España existen ejemplos de medidas que imponen límites necesarios y que no deberían verse como turismofobia, sino como herramientas para ordenar el turismo y hacerlo más sostenible y respetuoso con los residentes. Al fin y al cabo, no tendríamos que olvidarnos nunca de que un destino turístico pierde su atractivo cuando deja de ser el hogar de sus vecinos.
Pepe Mercadal es portavoz de Turismo del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados y diputado por Illes Balears.