Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Defender lo nuestro, liderar un nuevo mundo

Defender lo nuestro, liderar un nuevo mundo

"La globalización hay que gobernarla con instituciones multilaterales, con más integración política y cooperación económica"

Pedro Sánchez gesticula en el Congreso
Pedro Sánchez, en el CongresoEuropa Press via Getty Images

La historia reciente de la relación transatlántica ha permitido crear un espacio de libertades e intercambios comerciales sin comparación en el mundo. Por eso, suena a fatídico sarcasmo el día de la liberación defendido por el presidente Trump contra el mundo. El anuncio de imposición de más aranceles a discreción, en línea con su política aislacionista en materia militar, ha acabado siendo un triste reverso del día de la liberación que el 6 de junio de 1944 protagonizaron los Aliados en el desembarco de Normandía. Esta sí supuso el comienzo de la liberación de Francia y de buena parte de Europa del yugo del totalitarismo fascista.

Por el contrario, la liberación actual quiere lograr un sometimiento del resto del mundo a la voluntad de una política imperialista, arancelaria y autocrática, solo apoyada aquí por la extrema derecha, para vergüenza de partidos como Vox. Estos apostaron por el caballo ganador y, al final, les ha salido desbocado contra los intereses de los exportadores europeos, incluidos los españoles, sobre todo del sector agroalimentario. Un sector que presumían defender y que hoy han abandonado por puro sectarismo político.

Por eso, hoy, defender lo nuestro —como dice la campaña activada por el Gobierno para proteger a los sectores más afectados por esta guerra arancelaria—, pasa por apoyar al Gobierno, defender el papel de la UE en el mundo, sumar fuerzas, mostrar unidad y, en consecuencia, romper contra los que pretenden acabar con el proyecto de la Europa política, cultural y económica. En este sentido, el PP es incoherente cuando se acerca al Gobierno para extender su plan de más de 14.000 millones de euros, mientras negocia con Vox los presupuestos de las comunidades autónomas en las que no tiene mayoría absoluta.

Defender lo nuestro es ensalzar la Europa de los valores de la democracia y la prosperidad compartida. Defender lo nuestro es alinearse con una política comercial comunitaria que lidere el resurgir de un orden mundial basado en reglas y diversifique sus relaciones comerciales, como hace el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su visita a China y Vietnam durante esta semana. Porque Europa sabe que la apertura y la integración de sus economías es garantía de paz y progreso. Como suele defender el ex primer ministro italiano, Enrico Letta: Europa necesita una mayor integración, en todos los niveles, entre otras cosas, “para dejar de ser una colonia militar y financiera de EEUU”.

Es la hora de Europa, de defender su legado cultural y de proyectar sus capacidades al mundo, en relaciones de reciprocidad honesta y fraternidad universal. Con agresiones militares tan cercanas como las de Ucrania y Gaza, Europa tiene la oportunidad y la necesidad de suscitar su proyecto aperturista e integrador. Consigo misma, pero también con países con los que debe seguir contando, como Estados Unidos, a pesar de los contratiempos.

No hay excusas ni sorpresas posibles, porque el presidente estadounidense ya confesó en campaña que su palabra favorita es arancel, en coherencia con su visión arancelaria defendida por él mismo desde hace cuarenta años, cuando publicó anuncios aislacionistas en la prensa del país norteamericano. Contra los acuerdos de apertura comercial de Bretton Woods, de 1944, el gobierno de la principal potencia económica del mundo pretende volver a los tiempos del proteccionismo del presidente McKinley, en el siglo XIX, y de la Ley Hawley-Smoot de 1930, que provocó un declive de la economía mundial. Esta vuelta al pasado es hoy inviable en el marco de una economía tan integrada como la actual.

Paradójicamente, el país que ha impulsado la globalización desde los años 70 y, sobre todo, a partir de la caída del muro de Berlín en 1989, aboga por desandar lo andado hasta ahora. La globalización ha sacado de la pobreza a millones de personas, aunque también ha agudizado las desigualdades sociales y regionales. Pero la vía del desentendimiento aislacionista solo puede provocar más sufrimiento. Lo que necesita la globalización no es más desregulación, sinónimo siempre de desprotección social. La globalización hay que gobernarla con instituciones multilaterales, con más integración política y cooperación económica.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Es diputado por Lleida y portavoz de Deporte del Grupo Parlamentario Socialista.