Nos queda el NO+DO

Nos queda el NO+DO

Decía Juan Ramón Jiménez que “en política todo necio es peligroso mientras no demuestre con hechos su inocuidad’. Mucho trabajo, pues, tiene por delante Núñez Feijóo… Errar es de humanos; pero errar repetidamente es un problema serio.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivoGetty Images

Recuerdo perfectamente las escenas, siempre iguales: El Dictador, Su Excelencia, llegaba a una catedral, rodeado de su séquito, y lo recibía un cardenal, el papa no estaba a su alcance, y enseguida le ponían como un toldo sujetado por cuatro o seis curas que agarraban con mano firme los palos del palio.

Al general superlativo le daban los mismos honores que al Santísimo Sacramento, con la única diferencia de que nuestro tirano bandera iba por su propio pie. Vestido de Capitán General. De Generalísimo de Tierra, Mar, Aire y solemnes misas en latín con acompañamiento de coros gregorianos.

Las altas dignidades eclesiásticas, solícitas, satisfechas y con sonrisa vaticana, esa que sabe a fe cierta que casi 2.000 años enseñan mucho, sabían desde los más humildes curas y resabiados curánganos que hay un principio inmutable, ‘que va a misa’: pulvis eris, et in pulvis reverteris. Polvo eres y en polvo te convertirás, aunque te entierren en el Valle de los Caídos. O lo que es lo mismo, también en el lenguaje de la Roma eterna: sic transit gloria mundi. Y a pulpiar a la marea, en la jerga isletera.

Me acordé de aquel ‘noticiario documental’, agenda de recepciones, inauguraciones y procesiones del ‘Jefe del Estado por la Gracia de Dios’. No habían llegado las televisiones a los hogares en invasión masiva. En los edificios solo algunas viviendas, de familias más o menos acomodadas contaban con un aparato, que hacían de esa casa un punto de encuentro social. Pegados a la pantalla, haciendo coro los niños, cambiando los canales y modulando el sonido a mano, se nos repetía en los cines o en los ‘partes’ de RNE, que la guerra contra la gran conspiración judeo-masónica marxista fue una guerra santa. Una Cruzada que seguía abierta.

La Guerra de España fue quizás la ultima gran matanza religiosa contra el ateísmo y otros ismos organizada hasta el último detalle inhumano. Uno de esos ismos que conformaban el enemigo era el judaísmo. Aquella gran patraña inventada por unos tarados mentales de la confabulación internacional de los ‘Siete sabios de Sión’ dio armas a los propagandistas del exterminio.

Mucho más recientemente, en 1995, la mayoría serbia cristiana liquidó a unos 8.000 bosnios musulmanes.

De Rajoy hay muchas fotos leyendo la prensa deportiva. Aprender a meter goles es importante; siempre que no sean en propia puerta. Por eso su trabalenguas. No he visto hasta ahora a Feijóo enfrascado en la lectura de un periódico. Bueno… quizás sí, pero los titulares en su etapa de la dadivosa Xunta para comprobar si el director general de ese medio se porta como corresponde a la generosa inversión publicitaria.

Un Caudillo bajo palio mientras los republicanos y miles de inocentes están bajo tierra desconocida. No es justo, no Señor. Benedicto XVI tenía razón: Dios parece dormido

Tengo, por ahora, buena memoria; y un buen archivo personal. He vivido, afortunadamente, grandes acontecimientos en primera fila del patio de butacas; y a veces entre bambalinas. A poco de ganar los socialistas por una goleada inédita en la democracia española en 1982, representantes del Gobierno PSOE acudían a la Plaza de San Pedro para las beatificaciones de mártires cristianos asesinados durante la II República o tras el golpe militar del 18 de julio de 1936. El espíritu de Cruzada seguía vivo y coleando en la Conferencia Episcopal Española, un habitual aquelarre —ya sé lo que es un aquelarre— que con Juan Pablo II y el irrepetible Rouco Varela, vanidoso príncipe de la Iglesia siempre con cara de tener hemorroides, multiplicaron esos ritos que implicaban que, para ellos, y los que les apoyaban y jaleaban, la batalla no había finiquitado. Que la concordia era un mote de la Constitución sin valor alguno; y que la reconciliación que predicaban los constitucionalistas era un imposible teológico.

Solo unos pocos prelados apostaron por la democracia: Tarancón, por ejemplo, y por eso las pintadas de los padres de la actual ultraderecha que ahora renace con ímpetu, de ‘Tarancón al paredón’. Fíjense como estaba la ‘cosa’ que en una entrevista que le hizo una revista eclesial al obispo auxiliar de Tarancón, ya obispo de Canarias, Ramón Echarren Ystúriz, este vasco-navarro decía que su ‘jefe’ era “uno de esos obispos que creían en Dios”.

Lo que es la vida, los tiempos, dan vueltas. Benedicto XVI, que sufrió tanto por ‘los lobos’ que le rodeaban, tuvo frases demoledoras, cargadas de desazón, en su primer viacrucis en el Coliseo Romano, en 2005. “¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia, Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo...”. Cuando, cansado de la jauría y sin fuerzas, dimitió del papado, febrero de 2013, mostró igual desencanto y temor. “Hubo días de sol y ligera brisa, pero también otros en que las aguas bajaban agitadas, y Dios parecía dormido….”

Lo parecía entonces, y muchos católicos, conozco muchos ‘cristianos por el socialismo’, tenían también esa sensación cuando la jerarquía eclesiástica le siguió el juego a la derechona nacional nostálgica de sus viejos buenos tiempos de 'ordeño y mando'.

Mientras en muchas iglesias siguen figurando los nombres y apellidos de los muertos en la guerra, ‘Caídos por Dios y la Patria’, a ver por quién carajo cayeron los republicanos, como en una pequeña ermita de una parroquia en A Pedra de Cariño (A Coruña) esos mismos conservadores de golpes en el pecho mandaron parar la búsqueda de los restos de los asesinados por falangistas y franquistas y arrojados aún vivos o con un tiro en la nuca en profundos pozos, como el de Tenoya, en Las Palmas, o en cunetas o fosas comunes en casi toda la geografía española.

La labor práctica, física, numérica, de reconciliación, la inició Adolfo Suárez, y la continuó Felipe González, como algo lógico y humanitario. Hasta que llegó aquello de fuera complejos’ con Aznar y los radicales, la casta de los perros de presa que ahora están en VOX, recuperaron el discurso del odio. Un bocazas tirando a anormal gracioso, dijo que eso de buscar los huesos del abuelo o del padre era para conseguir una subvención.

El argumentario carca tenía como eje que ese empeño tan natural era hurgar en la llaga. ¿Y las beatificaciones? Esas no eran remover el pasado, qué va. Por eso Zapatero hizo la ley de la memoria.

No he visto hasta ahora a Feijóo enfrascado en la lectura de un periódico. Bueno… quizás sí, pero los titulares en su etapa de la dadivosa Xunta para comprobar si el director general de ese medio se porta como corresponde a la generosa inversión publicitaria

Un Caudillo bajo palio mientras los republicanos y miles de inocentes están bajo tierra desconocida. No es justo, no Señor. Benedicto XVI tenía razón: Dios parece dormido.

Hay otro episodio reciente: Kirill, el patriarca de la iglesia ortodoxa de Rusia bendice la barbarie de la invasión de Ucrania.

Decía Juan Ramón Jiménez que “en política todo necio es peligroso mientras no demuestre con hechos su inocuidad’. Mucho trabajo, pues, tiene por delante Núñez Feijóo… Errar es de humanos; pero errar repetidamente es un problema serio.

Hace años en un debate con el efímero reformista musulmán Tarik Ramadán, uno de los moderadores sostuvo que el problema clave del islam es que no había tenido éxito un proceso amplio y expansivo como el protestantismo en Europa, si bien ha habido intentos serios. Los papas de la modernidad le han dado la razón a Lutero, eso sí, después de millones de muertos en vano.

Es cierto que existe un yihadismo con tarados y sociópatas que creen que ya tienen cita previa en el más allá para violar cada uno a cientos de huríes. Imagínense el problema para los satélites artificiales. Pero la fuga masiva de esos infernales paraísos, sea Afganistán, Irán, amplias regiones de Nigeria, los países petroleros del Golfo, un nombre que les viene muy bien, y no solo por lo geográfico, es parte de un síntoma: la gente huye en busca de un mundo mejor. Lo ve en la tele, en los emigrantes, a través de las redes sociales. Aunque la clave está en el desarrollo económico y en la educación. Internet ha cambiado muchas cosas, y muchas más le quedan, como forzar la actualización de la fe musulmana.

En esta era, es cierto que el mundo islámico tiene un serio problema de radicalización; pero también los integristas están viendo nacer una ‘contra’: el feminismo, la rebelión de las mujeres, sobre todo de los jóvenes, que tiene en jaque a los psicópatas sátrapas iraníes.

No se puede frivolizar ni tratar con simpleza lo complejo, como considerar plano un dodecaedro. Una cosa es la perversión del yihadismo, el fanatismo, el integrismo medieval, y otra la fe.

Alguien que aspira a gobernar para salvar a España no se sabe de qué no puede tener la simpleza del mecanismo de un ‘chupa chup’.

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Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.