Yo soy lo opuesto al progreso

Yo soy lo opuesto al progreso

No conozco palabra más oscura, carente de significado, que denote tan poco y connote tanto, que arrastre mochilas más pesadas llenas de nada.

Foto de Pedro Sánchez en el Congreso.Europa Press via Getty Images

No conozco a nadie que esté en contra del progreso. Encima de mí vive un vecino que está a favor de eliminar por completo el impuesto de sucesiones. Considera que eso sería un progreso. Debajo de mí otro vecino es un ferviente defensor de incrementarlo. Alguna vez lo he comentado con él, y también ha usado la idea de progreso en defensa de su postura. Hay gente que defiende la creación de una república catalana independiente. Otros no dudarían en usar el ejército para impedirlo. Hay un tipo turbio que puede gobernar Argentina y cuyo plan pasa por eliminar los ministerios de Educación o Sanidad. Pablo Iglesias, en su etapa art déco, defendía prohibir los medios de comunicación privados y permitir la libre posesión de armas. Y todos lo hacen en nombre del progreso.

No conozco palabra más oscura, carente de significado, que denote tan poco y connote tanto, que arrastre mochilas más pesadas llenas de nada. Como es obvio, la idea de avance desde un estado anterior a un estado posterior —de los astros en el cielo, de la dentición en los mamíferos, del crecimiento del trigo— siempre fue una metáfora muy a mano para referirse al cambio social, vinculada a religiones y metafísicas que otorgaban un destino de salvación al pueblo. Después la Historia afirmó haber encontrado las leyes científicas del desarrollo social, y ya podíamos señalar la dirección del futuro sin recurrir a la Providencia. Pobres ingenuos. Cien años más tarde sólo quedan trozos rotos y sucios del catolicismo y del marxismo por los suelos. La brújula se ha convertido en una veleta.

Así que no entiendo, más que como puro marketing, que llevemos todos estos días leyendo urbi et orbi “bloque progresista”. Si por “progreso” entendemos meramente “mejora”, ¿no sería mejor hablar de “bloque que mejora” y “bloque que empeora”? Si nos ponemos empíricos y buscamos la intersección común entre PSOE, PNV, Junts, EH Bildu, ERC y BNG para definir la idea de progreso, quizá el progreso se defina más por aquello de lo que se huye más que por la dirección de la huida. Progresismo disperso. El progreso consiste en no ser reaccionario, que a su vez consiste en no ser progresista. ¿Y si “progresista” ya se ha independizado de “progreso”? ¿No acabábamos antes hablando del “bloque de los buenos” y el “bloque de los malos”? Y luego que cada cual vote a quien quiera.

Si por “progreso” entendemos meramente “mejora”, ¿no sería mejor hablar de “bloque que mejora” y “bloque que empeora”?

Así como muchísimos creyentes consideran que Dios está de acuerdo con ellos, muchísimos progresistas creen que las sociedades evolucionarán hacia sus ideas y la Historia terminará dándoles la razón. No todos. John Dutton, el último héroe americano, lo deja claro en la canónica Yellowstone mirando a los que quieren convertir su rancho en un aeropuerto: “Ellos dirán que la única esperanza es que la tierra la administren ellos. La triste realidad es que quieren la tierra, y si la consiguen no volverá a parecerse a nuestra tierra. Eso es el progreso en los términos actuales, así que si lo que quieren es progreso no voten por mí. Yo soy lo opuesto al progreso, soy el muro contra el que se bate el progreso y no me voy a derrumbar”. Ay, mamina.

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Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.