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Así fueron las últimas horas de negociación entre el Gobierno y Junts para salvar el escudo social: "Al final, las cosas salen"

Así fueron las últimas horas de negociación entre el Gobierno y Junts para salvar el escudo social: "Al final, las cosas salen"

Aunque hablaban desde hace días, el Gobierno y Junts intensificaron sus conversaciones este martes, obligando incluso a retrasar el Consejo de Ministros.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este martes en rueda de prensa.EFE/J.P. Gandul

“¿Y había que perder una semana para esto?” La pregunta la lanzaba esta tarde el siempre sarcástico Gabriel Rufián. Las ocho palabras del diputado de ERC no disimulaban la crítica a unos días en los que Gobierno y oposición, sobre todo Partido Popular, se enfrascaron en una batalla por el relato acerca de la responsabilidad, más bien culpabilidad, de la caída del escudo social. Seis jornadas en las que desde el Ejecutivo se señalaba primero al PP y a Junts y luego solo a los de Feijóo por causar con su voto lo que el presidente tildó como “dolor social”. Seis días en los que desde Génova se vislumbró la opción de presionar aún más a Pedro Sánchez para que dimitiese ante una nueva derrota en el Congreso (desde el PP apenas excusaron su negativa por la devolución al Partido Nacionalista Vasco de un palacete en París que es genuinamente suyo).

Pero con los relatos pasa lo mismo que algunas piezas audiovisuales. Uno debe cuidarse de no alargar demasiado la trama, no sea que la reacción del lector sea de rechazo, acaso hartazgo. Si bien desde el Gobierno se dieron unos días para que calara el mensaje de que el PP había abandonado a pensionistas y demás beneficiarios de las medidas sociales que contenía el ómnibus, eran conscientes de que la intriga debía parar pronto. Se negaron, como así pidieron muchos otros partidos, incluidos sus socios, a convocar un Consejo de Ministros extraordinario pero no podían dejar pasar el de este martes sin plantear alternativas. Este fin de semana empieza febrero, un mes en el que, por ejemplo, los pensionistas podrían haber cobrado menos que en enero. El bolsillo no entiende de narrativas, pero sí de normas en el BOE.

El Gobierno comenzó a negociar con Junts casi al mismo tiempo que en sus críticas desaparecían los de Puigdemont para señalar solamente al Partido Popular. Unas conversaciones, las del Ejecutivo con los catalanes, que se intensificaron este martes, obligando a retrasar el Consejo de Ministros hasta que hubiese un acuerdo. En lugar de celebrarse a las 9.30, el Gobierno adelantó a esa hora el Consejo de Seguridad Nacional. “Sobre las 10.00 horas se calentó todo”, comentan fuentes del Ejecutivo.

La intención del Gobierno fue siempre la de llevar el decreto “tal cual” se había llevado al Congreso, sin trocear. Pero era una opción abocada al fracaso. El Partido Popular dijo que solo apoyaría un decreto con tres medidas (revalorización de las pensiones, ayudas de la DANA y al transporte público) y Junts había propuesto una más, la del mantenimiento del Ingreso Mínimo Vital. Los de Feijóo estaban descartados, por lo que el Gobierno se enfrascó en una negociación in extremis con los catalanes. Las conversaciones fueron en paralelo con Junts y con el resto de grupos parlamentarios que ya habían apoyado el decreto. Cada acuerdo con los de Puigdemont debía ser refrendado por los demás, no fuera que se ganaran unos votos pero se perdieran otros.

Uno de los escollos era el de la moratoria antidesahucios, una medida que, a pesar de haber protegido a 58.000 familias vulnerables, Feijóo despreció por “no beneficiar a nadie”. Al igual que en el PP, Junts también quería dejar fuera esta medida ya que, en su opinión, no resolvía las “ocupaciones delincuenciales”. Para Podemos, no obstante, la permanencia de esta medida era una “línea roja”. Según apuntan fuentes de la formación, el artículo fue redactado por ellos y no iban a dejar que se quedara fuera. Al final, Gobierno y Junts encontraron una solución que además también veía con buenos ojos el PNV. Se mantendría la moratoria, pero se añadirían medidas adicionales para proteger a los rentistas. Claro que la manera de definir estos puntos difiere. Mientras Sánchez habla de un “sistema público de avales y garantías para propietarios e inquilinos”, desde Junts las tildan de “medidas para combatir las ocupaciones delincuenciales y para garantizar el cobro del alquiler a los propietarios y el pago de los desperfectos ocasionados por los okupas o por los morosos en viviendas”, una definición que también comparten los vascos, quienes celebran que “sea el Estado quien asuma las consecuencias de los impagos por la inquiokupación”.

Salvada esta dificultad, quedaba una última petición de Junts, quizás la cuestión clave para apoyar el decreto, aunque no lo hubieran destacado estos días en público. Los de Puigdemont querían que Sánchez accediese a someterse a una cuestión de confianza. Según fuentes cercanas a las negociaciones, podría parecer que Junts estaba dispuesto incluso a apoyar la totalidad del decreto si Sánchez realmente accediese a esta petición, una solicitud que no gustaba en el PSOE. ¿Qué pasaría si Junts votara en una hipotética moción de confianza con PP y Junts? Sánchez pasaría a presidir un Gobierno en funciones hasta el nombramiento de un nuevo mandatario, un peligro que no estaba ni está dispuesto a correr.

Pero el Gobierno tenía que ceder. La solución fue aceptar que se tramite en la Cámara Baja la moción de confianza propuesta por Junts, pero sin que Sánchez se someta a ella. Es tan solo un acuerdo político para hacer política, sin efectos reales más allá de la dialéctica parlamentaria. A Junts le basta y, con su admisión, el Gobierno no solo conseguía desbloquear el escudo social, sino también que Junts levante su veto y esté dispuesto, de nuevo, a negociar iniciativas que han de votarse en el Congreso, incluidos los Presupuestos Generales del Estado.

Casi una semana después, el Gobierno se veía capacitado para aprobar en el Consejo de Ministros un nuevo decreto con las medidas sociales del ómnibus (el “paquete económico” se negociará durante las próximas semanas). Y todavía faltaba un último gesto. Mientras el PP celebraba un aislado Pleno en el Senado instando al Gobierno a acatar sus peticiones, Pedro Sánchez decidió prescindir de la habitual rueda de prensa del Consejo y comparecer él mismo para ratificar lo que avanzaban los medios. “Al final, las cosas salen”, dijo Sánchez tratando de enmascarar una sonrisa.

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Me llamó Héctor Juanatey, aunque como dice Xoan Tallón, eso no importa, todo el mundo tiene un nombre. Me gusta escribir y contar cosas. En El HuffPost escribo de política, y como política lo es todo, decirles esto es como decir todo y decir nada.

 

Sobre qué temas escribo

En El HuffPost escribo, como ya les dije, de política, que es todo. Si quisieran entrar más en detalle, les cuento: por gustar, me gusta escribir de todo aquello que me preocupa dentro y fuera de la redacción. En los últimos años, por ejemplo, he estado investigando el ascenso de la extrema derecha, una suerte de virus invisible que crece cada día más. Un crecimiento, sin embargo, que también tiene responsables, y en ellos me gusta fijarme, ya sea Elon Musk, Mark Zuckerberg o influencers de ultraderecha con cada vez más adeptos. Pero también la política es causa de la desafección de la que beben los ultras. De ahí que no haya que olvidarse nunca de temas fundamentales como la vivienda; en definitiva, de las condiciones materiales de la ciudadanía. Por ese motivo, también, y desde la cobertura que hice para Público durante el 15M en la Puerta del Sol, en Madrid, he centrado gran parte de mi trabajo en las diferentes reivindicaciones de la movilización social. Sospechen siempre de aquellos periodistas que acostumbran a agobiar con la cantinela de la objetividad. Al final, solo buscan desprestigiar el sentido mismo de la profesión.

 

Mi trayectoria

Pese a todas las advertencias, desde que me decanté por estudiar periodismo (Licenciatura y Máster en Periodismo de Investigación), a excepción de un parón en el que trabajé en discurso y comunicación política, he tenido la suerte de dedicarme a escribir. Empecé en La Voz de Galicia y, tras dejar la terruña (Galicia) y mudarme a la capital en busca de oportunidades laborales, pasé por Público, La Sexta, fui redactor fundacional de eldiario.es, y he escrito para un buen número de medios como Praza.com, la revista Luzes, Playground Magazine, La Marea, Vanity Fair o CTXT. En una ocasión estuve en el campamento de refugiados de Dajla, en el Sahara, y de allí me traje unas breves anotaciones que fueron publicadas como libro, ‘Dajla. Apuntes desde o Sahara’, editado por Praza. En otra, entrevisté a Txema Guijarro, una de las personas que trabajó en el asilo de Julian Assange y Edward Snowden, y esos diálogos se transformaron también en libro, ‘El analista. Un espía accidental en los casos Assange y Snowden’, de Libros del KO. En otro lapso de tiempo, creé junto a los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado un programa de humor, La Tuerka News, porque tengan claro que sin risas nos vamos a la m*****.

 


 

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