Esto es lo que le pasa a tu cuerpo si desayunas un croissant todos los días

Esto es lo que le pasa a tu cuerpo si desayunas un croissant todos los días

Estos bollos tan golosos deben convertirse en un desayuno esporádico, si no queremos potenciar la obesidad.

  Un croissant de mantequillaNilufer via Getty Images/iStockphoto

Hoy 30 de enero se celebra el Día Internacional del Croissant. El bollo con forma de media luna cuyo origen se atribuye a Francia, pero lo cierto es que nos lleva hasta Viena y esa madrugada en la que los panaderos de la ciudad estuvieron despiertos toda la noche con las manos en la masa y pudieron prevenir y preparar a la ciudad para el ataque otonomano a finales del siglo XVII. ¿Su peculiar forma? Una sátira a la bandera otomana, como sátira por haber vencido a las tropas musulmanas. Aunque habría que esperar hasta 1863 para leer la palabra croissant en el diccionario francés Littré

Por tanto, quizás sea el día en el que está más que justificado tomarse uno para desayunar, pero ¿es bueno desayunar un croissant todos los días?

El desayuno la comida más importante del día

Para comenzar el día con energía, lo más habitual es pensar que se debe hacer gala de un desayuno abundante para afrontar las tareas diarias. En él, el croissant siempre aparece como una de las opciones. No obstante, esto es algo que deberíamos evitar por su alto índice calórico.

Teniendo en cuenta que, por 100 gramos de croissant estaremos consumiendo un total de 406 calorías, conviene enumerar que las calorías de este bollo variarán según su tamaño y por supuesto, de cualquier ingrediente que le añadamos, como el chocolate o la mermelada.

Normalmente se preparan a base de harina de trigo, agua, sal, azúcar, levadura y se suele usar la mantequilla como grasa, pero en el caso del croissant industrial y pre-cocinado, la mantequilla es a menudo sustituida por la margarina o la manteca de cerdo, ya que resultan más económicos, lo que supone ingerir una dosis excesiva de grasas perjudiciales para nuestras arterias.

Pero las calorías no son lo único que debería convertir al croissant en un alimento de consumo muy ocasional. Y es que estos bollos en forma de media luna, son ricos en grasas, especialmente grasas saturadas, que pueden aumentar los niveles de colesterol en la sangre y aumentar el riesgo de enfermedad cardíaca si se consumen en exceso.

Sus azúcares y la propia mantequilla le aportan un alto índice glucémico y pueden causar picos en los niveles de azúcar en la sangre, lo cual es particularmente problemático para las personas con diabetes o prediabetes

Si bien un croissant puede ser sabroso, no proporciona una gran cantidad de nutrientes esenciales. No es una fuente significativa de proteínas, vitaminas, minerales y fibras, que son cruciales para la salud general y el bienestar.

Si bien un croissant puede ser sabroso, no proporciona una gran cantidad de nutrientes esenciales. No es una fuente significativa de proteínas, vitaminas, minerales y fibras, que son cruciales para la salud general y el bienestar.

Esto no quiere decir que sea un alimento a eliminar. No hay nada de malo en disfrutar de una de estas delicias de vez en cuando. Incluso podemos buscar versiones más saludables que utilicen ingredientes integrales y menos grasas saturadas. Lo más importante es mantener una dieta equilibrada y variada para la salud a largo plazo.