Bajmut, la batalla más larga de la guerra de Ucrania convertida en una cuestión de honor

Bajmut, la batalla más larga de la guerra de Ucrania convertida en una cuestión de honor

Largo de ocho meses, Rusia sigue sin cantar victoria en el asedio a la ciudad, que no es la más valiosa, pero se ha convertido en sinónimo de esperanza para Kiev.

Soldados ucranianos disparan armas antiaéreas en los alrededores de Bajmut, el pasado 10 de enero.Clodagh Kilcoyne / REUTERS

Bajmut no es la ciudad más valiosa o estratégica de Ucrania, pero se ha convertido en una cuestión de honor, de esperanza y de pundonor. Moscú la lleva asediando ocho meses, Kiev la lleva defendiendo otros tantos, la batalla más larga desde que comenzó esta invasión, en febrero del pasado año. Aunque llevamos semanas avanzando una posible victoria rusa, lo cierto es que la situación sigue estancada y no pueden cantar victoria. Hasta el punto de que surgen los nervios. 

Esta pequeña ciudad industrial en el este de Ucrania, donde no quedan más de 3.500 personas, cuyo cinturón ha quedado desierto, está siendo abordada por mercenarios del Grupo Wagner que sostienen que controlan ya el 70% de la zona, una cifra que Inteligencias como las de Estados Unidos y Reino Unido rebajan al 50%. Hay tablas, pues. Pero eso, cuando la derrota ha estado cerca, es un motivo de satisfacción para Ucrania y por eso, esta semana, hasta su presidente, Volodimir Zelenski, ha hecho una visita a la zona para repartir gracias y coraje entre su tropa. 

Nada que ver con los avisos que llegan de los mercenarios a los que su homólogo ruso, Vladimir Putin, ha confiado la tarea de hacerse con la ciudad. El jefe del grupo, Yevgueni Prigozhin, desveló el pasado viernes que "el enemigo concentró una agrupación de más de 80.000 efectivos alrededor de Bajmut". Estas fuerzas están distribuidas entre Síversk, Sloviansk, Kramatrosk y Chasiv Yar, entre otras ciudades del Donbás. "Los ucranianos han recibido una gran cantidad de equipamiento de la OTAN, diversos blindados, los tanques Leopard de los que todos hablan, y prepararon alrededor de 200.000 personas de reserva", añadió.

"Zelenski nos escuchó, hay menos niños y ancianos, se incrementó el número de militares preparados", se mofó en su mensaje, distribuido vía Telegram. Era la única chanza que se permitió. Todo lo demás es información de alarma. Avanza que la batalla se endurece más, cuando sus quejas al Kremlin no surten efecto. Ya en repetidas ocasiones, desde febrero, Prigozhin ha denunciado que el Gobierno de Rusia sigue sin enviar las municiones teóricamente prometidas a sus mercenarios y especula con las posibles razones: "burocracia ordinaria o traición". Un tiro al Ministerio de Defensa, con el que compite en influencia y poder. 

Tanto Ucrania como el Reino Unido y el Instituto estadounidense para el Estudio de la Guerra (ISW, con sede en EEUU) coinciden en que el ritmo de la ofensiva rusa en torno a Bajmut se ha ralentizado, entre informaciones de que las tropas del Kremlin intentarían lanzar acciones en otras direcciones como Avdíivka, más al sur.

El comandante de las Fuerzas Terrestres de Ucrania, coronel general Oleksandr Syrskyi, afirmó el viernes que los mercenarios rusos "están perdiendo fuerza y oxígeno de manera considerable" y que el Ejército ucraniano "aprovechará muy pronto esta oportunidad" para expulsar a los rusos de la zona.

Los analistas occidentales subrayan que las fuerzas rusas aún avanzan marginalmente en el sur de Bajmut, mientras que las tropas ucranianas efectúan contraofensivas en el suroeste y noroeste. El Ministerio británico de Defensa sostiene que es una "posición realista" afirmar que la ofensiva rusa en la zona está "perdiendo impulso", algo que achaca en parte a que algunas unidades de Moscú se están reubicando en otras localizaciones. 

Pese al menor ritmo de los asaltos, Bajmut sigue siendo el epicentro de las hostilidades hasta el momento, seguido del frente Kupiansk-Limán (en Járkov y Donetsk, respectivamente), asegura el portavoz de la Agrupación Este de la Fuerzas Armadas de Ucrania, Serhiy Cherevaty. Londres insiste en que la ciudad sigue "en riesgo" de ser rodeada desde el norte y el sur, aunque en los últimos días se ha iniciado un contraataque desde el oeste, con el que Kiev trata de reducir la presión sobre sus rutas de suministros, muy tocadas. 

La BBC, que ha llegado hasta las mismas trincheras, sostiene que la zona es un auténtico "matadero", imposible calcular las vidas que ya ha dejado, con una baja ucraniana por cada siete rusas, según los cálculos de Kiev no evaluados por fuentes independientes. Fuentes de la OTAN citadas por el New York Times rebajan la media a 1/5. Los combates han causado unas 70.000 bajas en ambos bandos, calcula el Pentágono. 

"No es una cuestión estratégica, pero es nuestra tierra", resume uno de los uniformados, que constata que los rusos están también "evolucionando y aprendiendo", que son "más inteligentes" por ejemplo en el envío de señuelos o de drones con granadas, y que esa nueva realidad "asusta", pese al estancamiento de su avance. 

La contraofensiva, en realidad, ha parecido una perspectiva poco probable durante varias semanas, ya que las fuerzas de Wagner bombardeaban sin descanso y cercaban la ciudad de forma evidente, pero ese esfuerzo ha tenido un costo considerable para su mano de obra y los recursos, y ahora parece haberse ralentizado el impulso. El portavoz de la Agrupación Oriental de las Fuerzas Armadas, Serhii Cherevatyi, indicó a la CNN que las tropas rusas han llegado a lanzar más de 200 ataques en el área sólo en un día, el jueves pasado, pero están perdiendo "cientos de hombres" cada día en sus esfuerzos.

"No es que Wagner se esté retirando, sino que debido a las grandes pérdidas tienen que ser reforzados por unidades del ejército regular de la Federación Rusa, principalmente por tropas aerotransportadas”, precisa. Las fuerzas rusas en la zona están “realizando varias docenas de ataques todos los días. Hubo 32 tiroteos durante el último día (jueves)”, en Bakhmut y sus alrededores, lanzados por aviones y helicópteros. 

El Centro de Resistencia Nacional de Ucrania, un organismo oficial, ha enfatizado que los mercenarios de Wagner han comenzado también a deportar a los residentes de los suburbios de Bakhmut que ya controlan. “Los militantes llevan a la fuerza a los residentes locales a las áreas capturadas de la región de Lugansk, donde son filtrados. Después de eso, son deportados a Perm (Rusia) y otras regiones remotas de la Federación Rusa”, señaló en un comunicado. “Los locales son deportados bajo la intención de evacuación. Después de eso, son asimilados en áreas remotas del imperio, porque ahora dependen de los ocupantes”. La afirmación del Centro no ha podido ser verificada por fuentes independientes, pero recuerda a otras olas de supuestos rescates e incluso a las salidas de miles de niños que ahora se examinan como posibles crímenes de guerra de Putin

Todos la quieren

Actualmente en Bajmut, que contaba antes de la guerra con unos 70.000 residentes, quedan menos de 3.500 civiles se resisten aún a abandonar la ciudad, entre ellos 32 menores, explicó este jueves el jefe de la Administración Militar de Donetsk, Pavlo Kyrylenko. Reconoció que hay una "activación" de las tropas rusas también en dirección de Avdíivka, donde antes de la guerra había unos 31.000 residentes y ahora quedan unos 2.000 civiles, informa EFE.

La ciudad era sobre todo conocida por sus minas de sal y yeso y su enorme bodega. No tiene una importancia geográfica particular. Se ha convertido en una pequeña batalla táctica en una línea de frente de 1.200 kilómetros. Y, sin embargo, Rusia está desplegando enormes recursos militares para tomar la ciudad. Funcionarios occidentales estiman que entre 20.000 y 30.000 soldados rusos han muerto o resultado heridos hasta ahora en Bajmut y sus alrededores., ha informado Washington. 

Moscú justifica su estrategia refiriéndose a algunos centros logísticos y de transporte clave de la región. Bajmut daría a Rusia el control sobre importantes rutas de transporte y permitiría trasladar tropas y suministros con mayor facilidad, pero tampoco es la panacea. Suma otros intereses menos tangibles. El Kremlin necesita una victoria, por simbólica que sea. Ha pasado mucho tiempo desde el verano, cuando las fuerzas rusas tomaron ciudades como Severodonetsk y Lisichansk. Desde entonces, las ganancias territoriales que han logrado han sido graduales y lentas.

Rusia sigue dominando aproximadamente el 20% del país, pero no tiene nada que lucir ni que vender, a las puertas de un posible nuevo reclutamiento forzoso, como el que puso el uniforme a 300.000 hombres el pasado otoño, cuando se espera una ofensiva inminente para contrarrestar la llegada de armamento occidental que pueda cambiar el curso de la guerra. Es una batalla política, más que militar.

Los mandos rusos también quieren tomar Bajmut por razones militares. Esperan que les sirva de trampolín para obtener más ganancias territoriales. Como señaló el Ministerio de Defensa de Reino Unido en diciembre, capturar la ciudad "podría permitir a Rusia amenazar las áreas urbanas más grandes de Kramatorsk y Slóviansk". Y luego está la cuestión del grupo de mercenarios de Wagner que llevan el grueso del asalto. Prigozhin, ha apostado su reputación y la de su ejército privado a la captura de Bajmut. Esperaba demostrar que sus combatientes podían hacerlo mejor que el ejército ruso regular. Ha reclutado a miles de convictos y los está lanzando en oleadas contra las defensas ucranianas, muchos de ellos hacia su muerte. Si le sale mal, puede perder demasiada influencia y, con ella, contratos millonarios y capacidad de influir en Putin. 

Zelenski, como evidencia su visita, también la ha convertido en una especie de joya de la corona, sin serlo. Es un emblema de resistencia, lo que explica su emoción mientras condecoraba a sus defensores o se llevaba una bandera firmada por toda una unidad. Cuando visitó Washington en diciembre, dijo que la ciudad era "la fortaleza de nuestra moral" y entregó una bandera de Bajmut, precisamente, al Congreso de Estados Unidos. "La lucha por Bajmut cambiará la trayectoria de nuestra guerra por la independencia y la libertad", dijo entonces.

La prolongada batalla está pasando factura a los beligerantes, impidiéndoles lanzar ofensivas más consecuentes en otras zonas de mayor interés. Aunque Rusia podría obtener algunos beneficios a corto plazo, como apoderarse de territorio -que siempre es una medalla- y debilitar las capacidades militares de Ucrania, las consecuencias a largo plazo no están claras. La guerra se prolongaría, es lo único claro. ¿Más sanciones, más reclutamiento, menos críticas internas? Por ahora, lo que se sabe a ciencia cierta es que los combates siguen y la muerte se perpetúa.