De Madrid a Vilna: los retos de la OTAN al año de la crucial cumbre española

De Madrid a Vilna: los retos de la OTAN al año de la crucial cumbre española

El encuentro de la Alianza, primero con Ucrania ocupada por Rusia, marcó el nuevo rumbo de los socios, pero como marco. ¿Qué se ha hecho, qué hay que concretar?

Los líderes de la OTAN, segundos antes de tomar la foto formal de familia, en la Cumbre de Madrid, en Ifema. Bernat Armangue via AP

Hace justo un año, Madrid fue el escenario de uno de los eventos de mayor relevancia internacional: la Cumbre de la OTAN. Del 28 al 30 de junio, la capital de España fue la sede de las reuniones de más de 5.000 personas, de delegaciones de los 30 estados de la Alianza Atlántica y otros socios e invitados en un encuentro al que la palabra "histórico" le hacía justicia. La primera reunión al máximo nivel después de que Rusia invadiera Ucrania en febrero de 2022 parió un nuevo Concepto Estratégico, una nueva hoja de ruta para la próxima década y los compromisos de nuevas adhesiones, las de Finlandia y Suecia, y de nuevos compromisos económicos y operacionales. La OTAN estaba en "muerte cerebral" (Emmanuel Macron dixit) y en Ifema revivió.

Madrid destacó la naturaleza defensiva de la Alianza y, al tiempo, la importancia de mantener la unidad y la firmeza en tiempos calificados como "críticos" para la seguridad, en un escenario internacional de alta competición geopolítica. Pero aquello no dejó de ser un buen boceto inicial, una radiografía de situación para fijar apuestas. Las decisiones concretas deben llegar en la nueva cumbre que se ha de celebrar el 11 y 12 de julio en Vilna (Lituania)

En la Cumbre de Madrid, la OTAN cuajó un documento marco que reafirmaba los valores y el propósito de la Alianza Atlántica, diagnosticaba el contexto estratégico y establecía la línea de trabajo para los próximos años. Si en 2010m el último concepto, se destacaba que "el área euroatlántica está en paz, y la amenaza de un ataque convencional en el territorio de la OTAN es baja", el año pasado se afirmó que "el área euroatlántica no está en paz. No podemos descartar un ataque contra la soberanía y la integridad territorial de los aliados". El mundo había cambiado y había que constatarlo. 

Se endureció el discurso y se dibujó un contexto de seguridad deteriorado, donde la invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa estaba presente desde el arranque de este documento. Madrid sirvió para poner negro sobre blanco que hay una mayor competición estratégica, con alusión a acciones maliciosas en el ciberespacio y espacio ultraterrestre, campañas de desinformación, instrumentalización de la migración, manipulación de los suministros de energía, coerción económica e interferencias en nuestros procesos democráticos e instituciones a través de tácticas híbridas.

En cuanto a Rusia, se subrayó que constituye la "amenaza" más importante y directa a la seguridad de los Aliados, así como a la paz y estabilidad en el área euroatlántica. Como tal, Rusia no puede ser considerado un país compañero, aunque la Alianza está predispuesta a mantener canales de comunicación abiertos para gestionar y mitigar riesgos, prevenir una escalada y aumentar la transparencia en las relaciones políticas y diplomáticas. Las fotos de apretones de manos con Vladimir Putin, pocos meses antes, ya eran cosa del pasado, a olvidar. 

Con relación a China, este país no aparecía en el documento estratégico del 2010, pero el nuevo texto madrileño sí le dedicó especial atención. Apareció la palabra "desafío" y causó indignación en Pekín. Así, se destaca que las ambiciones y políticas coercitivas del gigante asiático suponen un desafío para los intereses de la Alianza, su seguridad y sus valores. Entre los instrumentos que utiliza para su proyección de poder, se incluyen la expansión militar, las operaciones híbridas, las campañas de desinformación o el control de sectores claves tecnológicos e industriales. "La OTAN se mantiene abierta a mantener una relación constructiva con China, que permita salvaguardar los intereses de seguridad de la Alianza", recodaba, con ojo avizor. 

En Madrid se actualizaron las tareas centrales de la OTAN para enfatizar más la disuasión y la prevención. Mientras que 12 años antes se hacía referencia a "la defensa colectiva, la gestión de crisis y la seguridad cooperativa", entonces se empleó un léxico diferente para centrarse en "la disuasión y la defensa, la prevención y la gestión de crisis, y la seguridad colectiva". Hay que impedir la posibilidad de agresión por parte de cualquier potencial adversario, y eso incluye la transformación digital y la mejora de las capacidades en el ciberespacio y en el espacio ultraterrestre. Y hay que verlas venir (el clásico si vis pacem, para bellum) y estar listos a base de ejercicios periódicos, la preparación y mejora de capacidades civiles y militares y de planeamiento y coordinación y el apoyo a los socios que lo necesiten, con mucho debate aclaratorio sobre los artículos 4 y 5 del texto fundacional de la Alianza.

Fur importante la inclusión de nuevas situaciones que pueden justificar para invocar ese artículo 5, que no estaban contempladas en el texto anterior, como una acción o un conjunto de acciones maliciosas en el ciberespacio; operaciones hostiles hacia, desde o en el espacio ultraterrestre que sean consideradas como ataque armado, así como operaciones híbridas contra los aliados que alcancen el nivel de un ataque armado.

En la Cumbre de Madrid se adoptó también la decisión histórica de invitar formalmente a Finlandia y Suecia a adherirse a la OTAN como países miembro. De los 27 países que forman parte de la Unión Europea, 23 serán a su vez miembros de la Alianza Atlántica, unas cifras que revelan la trascendencia de la cooperación en materia de seguridad entre las dos organizaciones. 

La evolución

En la jornada De Madrid a Vilna: la guerra de Ucrania y el futuro de la OTAN, organizada por el Real Instituto Elcano, la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores y Globales del Gobierno de España, Ángeles Moreno Bau, destacó recientemente que "la cumbre de Madrid fue clave para la Alianza y su adaptación a un contexto de seguridad nuevo y más demandante. La OTAN había sido declarada en muerte cerebral. Entonces vimos cómo resucitó". Es el sentimiento general, el de levantamiento de una institución que había ido perdiendo su papel tras el fin de la Guerra Fría, en el que se habían impuesto los intereses particulares a los generales, poco unida, poco coordinada. Ahora se ha recuperado, con todas las diferencias y matices, una unidad inédita, porque la creciente amenaza rusa, sobre todo, le ha hecho que se dé de bruces con una realidad inesperada y que necesita de una respuesta urgente. Fue la conclusión unánime de los ponentes de la mesa redonda (que puedes ver completa al final de este artículo). 

Los ministros de Defensa de la OTAN se reúnen en estos días para preparar el encuentro de Vilna con la urgencia de la prisa, sabedores de que hay mucho por concretar respecto de Madrid. El refuerzo de sus planes de disuasión y defensa es una de sus principales preocupaciones, según ha confesado el secretario general aliado, Jens Stoltenberg.

Se trata de planes dependientes de los tres cuarteles aliados de Norfolk (EEUU), Brunssum (Países Bajos) y Nápoles (Italia), que se reparten geográficamente la defensa de toda la Alianza. Los planes regionales requieren una adaptación de los mecanismos de mando y control de la OTAN y una nueva estructura de fuerzas de la Alianza, que quiere mantener a 300.000 soldados en alta disponibilidad respaldados por un importante poder aéreo y naval.

Además de revisar los planes actualizados para la defensa de la OTAN, Stoltenberg señaló que hay que "darán pasos para garantizar que la base industrial" aliada "pueda satisfacer una mayor demanda". Los arsenales se han quedado bajo mínimos por su ayuda a Ucrania, cuando en pleno siglo XXI no se esperaba tener que abordar una guerra convencional en toda regla. Vemos drones, vemos satélites, pero se ve mucha artillería, mucho tanque, mucha munición quemada. 

Los titulares de Defensa de la Alianza deben ahora revisar un nuevo Plan de Acción de Producción y aprobarlo en la cumbre. Ese plan de acción se desarrollará a partir de los 1.000 millones de dólares que los miembros de la Alianza están utilizando para realizar compras conjuntas de munición de 155 milímetros este año a través de la Agencia de Apoyo y Adquisiciones de la OTAN.

La ministra española de Defensa, Margarita Robles, indicó el jueves que su país considera que el plan "no se pueda dar por aprobado hasta que esté un poco más preciso y elaborado" y se plantó, no acudió a una de las reuniones preparatorias porque no había empresas españolas entre las invitadas. España va a plantear sus reservas respecto al texto, dijo.

Ucrania y la descompensación rusa serán claves en este encuentro. Si en Madrid se constató que "se rompió la seguridad en Europa" con esta guerra, como asegura en la mesa redonda Javier Colomina, vicesecretario general adjunto de Asuntos Políticos y Política de Seguridad en la Alianza, ahora hay que profundizar en el compromiso occidental con Kiev, ante el riesgo de que se asiente la fatiga en la guerra. Se aprobará un "paquete de ayudas a largo plazo", pero no se hablará aún de su incorporación a la Alianza. "En la preparación de la cumbre de Vilna [Lituania] no se está discutiendo una invitación formal a Ucrania para formar parte de la OTAN. Lo que estamos discutiendo es cómo mover a Ucrania más cerca de la OTAN", dice Stoltenberg. 

También ha insistido el noruego en la necesidad de que todos los socios se comprometan con el militar que la OTAN espera acordar en Vilna, por el que deben destinar como mínimo el 2 % de su PIB a inversiones en Defensa. España ya se comprometió a llegar a ese techo, cuando por ahora destina el 1,04 % de su PIB, lo que lo sitúa sólo por detrás de Luxemburgo en el club atlantista. El informe anual de la OTAN, con cifras estimadas de gasto en defensa para 2022, apunta a que los aliados europeos y Canadá invirtieron el 1,65 % de su PIB en los ejércitos ese año, en ligero retroceso frente al 1,67 % de 2021. En la cumbre de líderes de la OTAN celebrada en Gales en 2014, se acordó que los miembros de la organización debían avanzar para destinar el 2 % de su PIB al gasto militar en 2024, un anhelo acelerado por el empuje de Putin.

Mejor pintan las cosas para la ampliación al norte. Con un sprint de reuniones en estos días, se espera que Turquía y Hungría den el brazo a torcer con Suecia, el compromiso que quedaba por cerrar de Madrid, tras la entrada más tranquila de Finlandia. En el cuartel general aliado lo ven factible. Esa alegría, sí. 

Y está el Indo-Pacífico, donde este año no ha habido más que roces, con China tensionando en Taiwán, amagando con un conflicto mayor, que habrá que evaluar con cuidado para ver qué medidas se toman, también. La OTAN ha estrechado lazos en estos meses con países como Corea del Sur y Japón, hasta los que ha viajado el secretario general, listos para coordinarse con los aliados y hasta a suministrar armamento en un momento de vacío. Gestos que en Pekín se entienden como poco amigables. 

De Madrid a Vilna, queda claro que la OTAN ha recuperado un papel central en la geoestrategia mundial, que ha vuelto por sus fueros a marchas forzadas, pero le queda definir. En el fútbol como en la guerra, eso es determinante.