No todo son macrofestivales: la escena festivalera en formato micro al alza

No todo son macrofestivales: la escena festivalera en formato micro al alza

Más allá de aglomeraciones y colas, existen otro tipo de festivales que conviven con los eventos musicales masivos.

Concierto de Israel Fernández en SON Estrella Galicia Posidonia.Cortesía de SON Estrella Galicia

Este verano está la opción de irse de ¿De festi? Vale, como decía Trashtucada, o directamente vivir la experiencia dentro de uno de los himnos festivaleros que es Crystal Fighters de Ginebras. La experiencia está servida. Desde el indie al reguetón pasando por el rock, el ska, el reggae, la electrónica o el rap, España también es variada en cuanto a su oferta festivalera. Y no es para menos, el número de festivales en España ascendió a 900 en 2022, según el libro Festivales de España de David Saavedra.

Pero no todas estas melodías son alegres, cada vez son más los que pronostican un fin próximo de este tipo de eventos o los defensores puristas de que la música en directo debe de escucharse en salas y no en macrofestivales. La propia industria musical ha dado síntomas de sobresaturación de formatos. Especialmente este verano, en el que en una misma semana de julio se anunciaron tres cancelaciones: el Reggeaton Beach Festival, la edición madrileña del Primavera Sound y el DCODE.

Cada uno por distintos motivos —los primeros, por permisos de seguridad; los segundos, por no repetir tras varios errores de organización, y los terceros, por no encontrar un cabeza de cartel que sustituyera a Lewis Capaldi— pero esta conjunción de desgracias hizo que muchos presagiaran el ocaso de un formato que ha reinventado la forma de entender la música en directo.

Pero esto no es nuevo, se lleva años hablando de la “burbuja de los festivales”, de que el formato ha muerto o de que estos eventos musicales españoles repiten el mismo cartel entre ellos. Pero los datos que presentan los promotores animan a lo contrario. Según contó Iñaki Gaztelumendi, presidente de Spain Live Music, y recoge Europa Press, la península es uno de los primeros destinos del mundo en turismo de festivales musicales, sector que ha crecido de manera anual un 70%.

Además de su impacto turístico, los organizadores defienden que es un gran espacio para los “grandes fondos de inversión” y que se generan unos 300.000 empleos asociados. La calidad de los mismos está por ver, ya que han sido muchos los trabajadores de eventos, como el Mad Cool o el Viña Rock, que se han quejado de las condiciones laborales que reciben durante los días que se celebran. Desde no poder comer ni ir al baño a retrasos en los pagos.

Pese a esto, los asistentes siguen siendo fieles. Especialmente el público joven, ya que según una encuesta del marketplace Miravia, el 40% de los jóvenes tenía planeado asistir a un festival en 2023. Pero no todos son iguales, ni el modelo de macrofestival se limita a aglomeraciones y fallos en el transporte.

El macrofestival, con buena salud pero explotado

“Creo que se está anunciando precipitadamente el ocaso de los festivales que pertenece más a un deseo a la persona que escribe ese artículo, pero no se corresponde con la realidad. BBK, O Son do Camiño, Arenal Sound, Mad Cool, incluso pecando de exceso, Primavera Sound en Barcelona... Todos se han desarrollado bastante bien, incluso con lleno de gente”, explica el periodista musical Nacho Criado, responsable del podcast Escenario Principal.

Solo hay que ver el nivel de entrada que han conseguido los tres grandes eventos internacionales: Primavera Sound Barcelona, Mad Cool y BBK Live. El barcelonés cerró con 253.000 asistentes, el madrileño contó con 202.000 personas y 116.000 en el caso del de Bilbao.

A pesar de estas cifras que muestran la buena salud del sector festivalero, Criado sí que cree que se han visto algunos signos de "estirar más de la cuenta”, como fueron la convivencia entre Primavera Sound y Mad Cool en un mes y con una notable diferencia de precios, la cancelación del Andalucía Big Festival (filial del Mad Cool en Andalucía) o el fin del contrato de la edición de Primavera Sound en Chile.

En esta gran oferta y diversidad de festivales, los rasgos distintivos son los que juegan la baza. Especialmente los cabezas de cartel internacionales, el ambiente que juega a favor de algunos como el Viña Rock o el Arenal Sound o como es el caso del Sonorama Ribera, que se celebra este fin de semana en Aranda de Duero, que suele contar con conciertos especiales o artistas invitados sorpresa.

En este sentido, el SON Estrella Galicia Posidonia también ha querido marcar la diferencia con un cartel que se mantiene en secreto hasta el último momento y que cuenta con un aforo reducido de 350 personas en un enclave paradisiaco como son las playas de Formentera.

“Para nosotros era clave ser un festival realmente diferente y tomamos la decisión de no anunciar el cartel primero, con esa intención, pero también para no depender de un artista u otro para vender más o menos entradas”, explica Víctor Mantiñán, director de SON Estrella Galicia Posidonia.

“Hubiésemos entrado en una pelea por ciertos nombres haciendo que el presupuesto acabe en gran medida en cachés, por lo que decidimos que la propuesta diferencial se centrara en la isla, la gastronomía, el impacto positivo, la mejor cerveza y por supuesto también en un cartel cuyo diseño cuidamos al máximo con el comisariado de nuestros hermanos de Sinsal, que son expertos en detectar artistas con un directo demoledor”, añade.

Pequeños y cuidando el entorno, una posible solución al impacto negativo

Además de la saturación de la escena festivalera, las quejas de algunos colectivos ecologistas por la basura y los residuos que generan o por la contaminación acústica e incluso las de algunos de vecinos de las zonas cercana a los recintos, como ocurrió durante el Mad Cool y los vecinos de Villaverde y Getafe o las quejas de los vecinos de Aranda de Duero, también erosionan la industria.

Criado recuerda que de ninguna forma un macrofestival de 50.000 o 100.000 personas es un evento “amigable”. "Son eventos masivos, siempre los ha habido. En cuanto a las molestias, los partidos de fútbol son molestos, las manifestaciones de cualquier signo político, las celebraciones...", explica.

Aunque ante estos impactos en el entorno, los festivales también se están poniendo las pilas. Algunos lo llevan haciendo desde su fundación, como una de las piedras angulares del proyecto, como el SON Estrella Galicia Posidonia, que incluso este año ha querido lanzar un reto eco para la preventa de sus primeros 150 abonos cuyos compradores tenían que cumplir metas centradas por un lado en movilidad (recorrer una serie de kms diarios a pie, en bicicleta o en transporte público) o responder preguntas sobre biodiversidad o economía circular. 

“Nuestras mejores previsiones de participación se han visto superadas y parece que los que han “competido” en este eco-challenge han disfrutado mucho en el proceso, así que estamos encantados con el resultado”, señala Mantiñán, quien recuerda que son desde 2021 un evento 0 emisiones gracias a reutilizar y reducir materiales.

"Para nosotros era clave ser un festival realmente diferente y tomamos la decisión de no anunciar el cartel, primero con esa intención, pero también para no depender de un artista u otro para vender más o menos entradas"
Víctor Mantiñán, director de SON Estrella Galicia Posidonia.

Tal y como recuerda el director del festival, desde su primera edición el gran reto al que tuvieron que hacer frente fue “adaptarse a un entorno protegido y tan hermoso como es Formentera”. “Cada año incrementamos el trabajo con aliados locales que nos ayudan a que la experiencia se vincule más y mejor a la isla”, señala.

Precisamente en ese 'cuidar el entorno' tiene el leit motiv el evento musical, que recibe su nombre de la Posidonia, con la que centran su experiencia. Esta planta marina tiene, tal y como recuerda Mantiñán, “una importancia fundamental en el ecosistema marino-playa-duna del Mediterráneo”, pese a estar amenazada.

Su relación con el entorno, también con la isla y los vecinos de la misma, dista mucho de las quejas generalizadas de los vecinos en otros eventos similares Su estilo, basado en conciertos de grandes nombres en formato reducido en un entorno natural, ha demostrado ser todo un éxito. “Tenemos una relación muy estrecha con la isla y nuestro compromiso con la Posidonia es muy firme, no sólo a través de la aportación económica sino concienciando a nuestros consumidores y dando altavoz en nuestros canales a la problemática además de todo lo relacionado con la acción que gira alrededor del festival. Dicho de otro modo, queremos concienciar y actuar”, afirma.

Para Criado, gran parte de esos aforos pequeños fueron “el origen”. “Algunos están volviendo al origen o hay mucha gente que ha pasado por esos festivales y se ha cansado o tenemos otra edad, cuarenta y pico o cincuenta años, y buscas algo más tranquilo, más manejable, más fácil de pedir en la barra...”, explica.

Tal y como cuenta, aunque defienda los macrofestivales con determinadas condiciones, cree que en los pequeños deben tener menos exigencias. “Tiran de bandas más locales, una parte al menos, están muy bien organizados. El trato que he tenido de festivales pequeños, tanto a nivel de contratación con mi podcast han sido muy formales, muy majos, te valoran. Que es algo que los artistas tienen que tener en cuenta”, explica y se queja de que la responsabilidad de la crítica de estos eventos recaiga en periodistas y en el público.

“Creo que son los artistas y sus oficinas quienes son los verdaderos profesionales de esto, quienes tienen que, si quieren cambiar el modelo hacia unos festis más razonables, hacerlo más de obra y no de patrón”, señala. “Recomiendo ferviertemente conocer estos festivales. Igual para ver a Red Hot Chili Peppers tienes que ir al Mad Cool, pero a los grandes nombres nacionales sí, igual quitando a Vetusta Morla o Viva Suecia, casi todos los puedes ver muy tranquilo en un festival medio o pequeño”, recalca.

A vueltas con los grandes recintos y la seguridad

Las imágenes tras el concierto de Harry Styles, en el mismo recinto donde días antes se celebró el Mad Cool, con cientos de jóvenes cruzando las carreteras o las interminables colas para los autobuses lanzadera tras el Primavera Sound Madrid también han generado numerosas críticas hacia estos formatos.

La seguridad de los mismos se ha visto cuestionada en muchas ocasiones, pero lo cierto es que no hay tantos recintos grandes y accesibles para celebrar este tipo de eventos. “Desconozco [el Mad Cool] si se podría hacer en otro lado. No hay un Hyde Park como en Londres, pero teniendo un encanto nulo paisajístico defiendo que es un muy buen recinto para molestar lo menos posible en un megaevento. No deja de ser un recinto en Madrid capital, aunque cerca de Getafe, aunque para mucha gente le parece que fuera de la M-30 no se puede ir a oír música, cuando la mayoría de los madrileños vivimos fuera de la M-30", destaca y explica que el polígono se recorre bien y la movilidad estaba garantizada.

“Soy un defensor de ese recinto y de que el ayuntamiento y la Comunidad de Madrid supervisen bien ese recinto, que no se sobreafore, que haya medida de seguridad, que haya buen plan de movilidad”, explica.

Para controlar estas situaciones, Criado pide responsabilidad pública así como que los festivales contraten a “bandas locales, personal local, etc”.

"Recomiendo ferviertemente conocer estos festivales. Igual para ver a Red Hot Chili Peppers tienes que ir al Mad Cool, pero a los grandes nombres nacionales sí"
Nacho Criado, periodista musical y responsable del podcast 'Escenario Principal'

No solo hay un modelo de festival

Para parte del público, la solución a estas aglomeraciones son estos festivales pequeños, sostenibles y con un target determinado que permiten disfrutar de los conciertos de una forma muy distinta. De hecho, en ellos suele primar más la música.

“[En los grandes eventos] Hay un público musical que va a los conciertos y un público más de evento, que va a la fiesta, creo que esa es la principal novedad de los últimos años. Pero que cada uno haga lo que quiera con su dinero, su tiempo y su esfuerzo”, explica Criado, quien recuerda que ese choque de público lo han vivido grandes eventos como el Sonorama Ribera, que hasta hace cinco o seis años era frecuentado por público adulto y que se reorientó al joven.

Dentro de estas experiencias exclusivas, Mantiñán defiende que su obsesión es ser “diferentes”. “Esa diferencia la enfocamos hacia la experiencia del asistente, el impacto positivo y el cuidado de la isla. Es cierto que tenemos una gastronomía comisariada por un Estrella Michelín, pero adaptada a formato festival”, explica y detalla que las actividades paralelas del evento van orientadas a esto. “Creo que los festivales pequeños tienen la capacidad de cuidar los detalles que hacen que una experiencia sea inolvidable y diferente más allá de que sean premium”, sentencia.

Precisamente esta cercanía permite, como recuerda, que se den situaciones que tanto el público como el artista agradece como que “los intérpretes al acabar sus actuaciones se mezclen con los asistentes para ver a otros grupos o simplemente tomarse una cerveza”.

El director del SON Estrella Galicia Posidonia niega que se trate de una experiencia exclusiva ni poco accesible para determinado público ya que sitúa su target entre los 27 y los 50 años. “SON Estrella Galicia Posidonia es un festival diferente que se adapta a las necesidades de cada uno y que no depende de un cartel ya que es secreto”, explica.

Criado defiende la pluralidad de los festivales en España como una gran fortaleza del sector y cree que los orientados a un público determinado “son los que tienen más opción de subsistir”. “Del Arenal Sound está claro cuál es su público, como el Boombastic, que está teniendo muchísimo éxito en base al nuevo pop urbano y también el rap. Me parece bien, porque son modelos orientados claramente a un target”, señala.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es