¿Se está convirtiendo Angélica Liddell en el Michael Houellebeqc del teatro?

¿Se está convirtiendo Angélica Liddell en el Michael Houellebeqc del teatro?

La siempre polémica Angélica Liddell abre el Festival de Otoño. 

'Liebestod'Christophe Raynaud de Lage

Aunque el Festival de Otoño de Madrid comenzó el 8 de noviembre en Fuenlabrada con Quiero colapsar a tu lado de la Rueda Social Teatro, la verdadera inauguración ha sido el 9 con Liebestod. El olor a sangre no se me quita de los ojos. Juan Belmonte de Angélica Liddell en los Teatros del Canal. Allí estaban todos los profesionales que pudieron. De los que están más cercanos al teatro que se entiende como arte y menos al teatro comercial, aunque tengan que vender su arte.

No solo ellos, también estaba una nutrida representación de los fans de esta autora. Que curiosamente son legión, a pesar de que sus obras no son nada fáciles. Lo que le permite llenar durante varios días teatros tan grandes como la sala roja de los Teatros del Canal. Y que como Madonna entre esos fans predominan las mujeres y los homosexuales. Es importante señalarlo porque durante la representación dirá que está harta de ese club de fans de feministas y maricones y de sus notas de agradecimiento, sus teléfonos para que les llamen. Notas de agradecimientos y con teléfonos con las que llena las papeleras de los hoteles en los que se aloja.

No, a ella todos ellos la revientan. O eso dice. Ella, que solo sabe trabajar y trabajar, como los personajes de Chéjov, lo que busca es el reconocimiento y éxtasis de pensadores como Cioran o Steiner. Es verdad que dice otros, pero habría que recordarle que estos dos, ya están muertos y que los convoca con una guija, o será difícil que puedan decirle cómo se extasían con sus libros, con sus sagrados textos. Por cierto, hechos como medleys, un poquito de Cioran, otro de Belmonte, algo de Rimbaud, ponme una frase de Valle-Inclán. Como un reguetón o una sesión de Dj llena de samplers

  'Liebestod'Christophe Raynaud de Lage

Ella que solo quiere amar, mejor dicho, tener sexo con un hombre, porque solo cuando tiene sexo es capaz de ver la cara a Dios al ver la cara del otro que la folla. Problema, que no encuentra ningún hombre que la quiera así y de continuo. Que cuando la cosa del amor se empieza a prolongar, y a normalizar, esos hombres salen huyendo. Y se pregunta ¿por qué le pasa eso? ¿Ella que se entrega al estaxis amoroso como una mujer se lanza a un río helado con un niño entre los brazos?

Tal vez sea un problema de distancia y de ironía. Distancia para verse. Ironía para reírse de sí misma. Cosa que a lo mejor está haciendo en escena. El problema es que si es así, no se entiende. Ni Wagner, ni Bach, llaman a la risa. Es verdad que también pone a Los Marismeños y otra canción sobre el amor, ese flamenquito pop canallita que bailan señoritos en la Feria de Abril de Sevilla, en la que parece encontrar un mensaje profundo y muy poético. O que al menos a ella le dice cosas sobre su forma de amar, como a los señoritos citados. Romántica a más no poder y decimonónica.

Para poner todo esto en escena parte de la biografía de Juan Belmonte. De sus ideas transcendentes sobre el toreo y la fiesta. Y, en tono solemne, se dice, ella dice, cosas como que solo hay que querer la muerte para que no te llegue. Idea que repite varias veces. Tendría que hablar con las familias de los suicidas para saber que, como idea poética es bonita y atractiva, pero como realidad es completamente falsa.

  'Liebestod'Christophe Raynaud de Lage

Y así, con mente crítica, se puede ir desmontando uno a uno los argumentos fijándose en las evidencias, en la tozuda realidad. Como cuando dice preferir una teocracia. Algo muy chulo cuando se habla del arte como algo sagrado. Pero gracias al pop art ya se sabe que el arte de sagrado, nada de nada. Y luego está la realidad iraní o yemení, y tantas otras realidades, para desmontarle eso de la teocracia en la que deberían ser educados los adolescentes, al menos los franceses. A los que, sin embargo, se les está educando en una cultura de derechos y como engordarlos, en vez de en el misterio. Derechos que solo les van a llevar a poderse pagar el asilo en el que estarán cuando sean viejos. ¿Alguien conoce la clásica pirámide de Maslow?

O como cuando dice que, si tuviera que elegir entre un Caravaggio y un ser humano, elegiría el cuadro. Sobre todo, si ese ser humano pertenece a su público, al gremio de actores y actrices, y no digamos ya, si pertenece al de los técnicos y funcionarios del teatro. Gracias a los que ella ha llegado a ser quien es y que, según cuenta en la obra, no quiere ser. Ser Angélica Liddell conlleva mucha responsabilidad, responsabilidad que ella no quiere tener. Ella solo quiere follar con hombres, no se equivoquen. ¿Por qué insiste tanto en su heterosexualidad? ¿Le importa a alguien que no fuera una persona que quisiera tener relaciones sexuales con ella? El caso es que no tiene ese hombre y, como consecuencia, se tiene que masturbar en escena (ella dixit con estas palabras) delante del público que la quiere, aunque en ellos no ve a Dios ni a nadie que se le parezca.

Pues bien, con todos esos gremios que se mete, están hiperrepresentados en el patio de butacas. Y en vez de levantarse e irse, le ríen las gracias, no todos que hay quien la mira tan arrobado y extasiado que parece que se les ha aparecido la Virgen. Todos le dedican un gran aplauso final. Y, siguiendo con la metáfora de la obra, de que se está en una corrida de toros, le darían las dos orejas y el rabo de ese inmenso toro a tamaño real que pone en escena y al que torea porque es de atrezzo que sino ya veríamos. Una belleza de toro, por cierto.

Porque esa es la clave. El conocimiento de la técnica teatral que tiene la Liddell. Capaz de crear un espacio para un escenario tan grande como este o como el patio del Palacio de los Papas en Avignon y ocuparlo casi sola durante dos horas. Su conocimiento de la luz, los materiales, desde las telas a los colores, de la música, de generar imágenes, en el decir, en el gritar, en el escribir de forma poética, hacer que sus espectáculos se miren y se escuchen con atención. O, tal vez en saber elegir a los profesionales que saben hacerlo muy bien y convencerlos para que se incorporen a sus espectáculos.

  'Liebestod'Christophe Raynaud de Lage

Esto hace que sus obras se estén convirtiendo en piezas cada vez más estéticas y faltas de contenido. O de un contenido al que están derivando como los intelectuales franceses, al menos los más conocidos y con mayor cobertura mediática. Como el novelista Michael Houellebeqc, que de atender a lo que dice en las entrevistas y en sus obras cada vez está más cerca de los postulados de Mariane Le Pen y, quien sabe, si más allá. Siguiendo a pies juntillas eso de que en la juventud se tiene que ser rebelde y en la senectud se tiene que ser conservador, muy conservador.

Quizás sea el éxito esta creadora tiene en Francia, tanto que es artista residente del Centre Dramatique National Orléans, el que la está llevando por estos derroteros.

Una contaminación ambiental, que le hace rechazar a los huelguistas que ocupan de forma sempiterna las calles de París defendiendo una jubilación en vez de defendiendo el arte sagrado de ella y de otros muchos. Preocupándose por lo básico de la existencia cuando existen metas tan altas para el ser humano, en las que sí merece la pena jugársela y jugarse el cuerpo. De hecho, ella se estigmatiza en escena haciéndose cortes, sangrando y mojando una hogaza de pan en su sangre para después comérsela.

Hay que insistir. Tal vez todo esto sea irónico. Pero si lo es, no se entiende desde la butaca. Las citas. La seriedad con la que la artista se muestra en escena. La presencia de un Cristo nazareno con o sin gatitos. La referencia nada sutil a 2001: una odisea en el espacio. El negro, luto, con el que viste. El toro, también negro, en la posición de embestida. La insistencia en ser Isolda  y en estar buscando su Tristán, ¡qué triste! Porque todo llama a la tristeza de una mujer que sufre, y sufre mucho, muchísimo, como si un Ecce Homo llevase a la humanidad sobre sus hombros.

Cuando ella lo que quiere es irse. Irse a cazar leones a África. Y cuando lo dice, hay que preguntarse, ¿quién o qué se lo impide? ¿Su público? ¿Ese del que reniega pero la aplaude mucho y le ríe las gracias? ¿Esas instituciones que la acogen con tanto beneplácito y presupuesto? ¿O ese estatus cómodo que ha obtenido, con mucho, muchísimo trabajo e inteligencia práctica (esto no se lo puede negar nadie)? Cuidado, que hacer estas preguntas en voz alta a la salida de sus espectáculos, te marcan. Y no te marcan para bien. Cuando, si algo parece que reclama la artista es que se sea crítico, antes que nada.

Próxima parada para seguir practicando una visión crítica: Vudú (3318) Blixen en el festival de Temporada Alta de Girona.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.