Drogas y reducción de daños

Drogas y reducción de daños

Entrevista con Maia Szalavitz.

Portada de 'Deconstruir las drogas'.YONKI BOOKS

Guste o no, la guerra contra las drogas ha fracasado. Fracasó hace mucho, de hecho. Hay sectores conservadores que ya abogan por tratar este problema social desde otra perspectiva. El paradigma de la reducción de daños se postula como la mejor alternativa. Lo cierto es que la reducción de daños no es nada nuevo; lo que sí es nuevo es el libro Deconstruir las drogas (Next Door Publishers, 2023), donde Maia Szalavitz se atreve con una historia de este conjunto de estrategias orientadas a paliar las adicciones. La obra, aunque muy completa, aspira a integrarse y complementarse con otros esfuerzos por comprender el origen de este enfoque, que indirectamente se ha inspirado en el Talmud: salvar una vida es salvar el mundo entero. El libro no es otro ejercicio teórico más, sino un ejemplo de ética práctica aplicado a las drogas y las vidas humanas. Más libros de estos en vena, por favor.

Usted cuenta como una mujer, Maureen Gammon, salvó su vida al explicarle cómo esterilizar las jeringuillas. ¿Cómo se llega, en un contexto como el de la heroína, a la idea de recomendar “lejía y educación”? O mejor dicho, ¿cuáles han sido los impedimentos para que no se hayan dado antes soluciones prácticas como las que usted propone?

Creo que buena parte de los obstáculos que hay se explican por el adoctrinamiento que recibimos con las drogas, en Estados Unidos y en otras partes, cuando somos niños. Nos dicen que las drogas son malas, que la mala gente es la que se droga y que esas drogas transforman a quienes las toman en zombis que hacen daño a todo el mundo. Cuando aprendemos este tipo de cosas siendo críos, no somos conscientes de muchas contradicciones, así que simplemente aceptamos la sabiduría popular, incluso cuando no tiene mucho sentido. Por ejemplo, ¿por qué el alcohol y el tabaco no se perciben como drogas? Esto se ve potenciado por una fuerte creencia cultural en programas como el de los doce pasos como la única forma de recuperarse; persiste la idea de que necesitas tocar fondo y experimentar grandes dificultades para poder mejorar. Por eso, la oposición a los programas de esterilización de jeringuillas vino de la idea de que si le pones las cosas fáciles a la gente con adicciones y reduces las consecuencias negativas, nunca se recuperarán porque estás posibilitando que se droguen. Piensan que algunas personas morirán, pero que al menos servirán de ejemplo para hacer que los chicos buenos rechacen las drogas.

En cuanto se empezaron a investigar estas cuestiones, quedó claro que la hipótesis facilitadora resultó ser falsa; de hecho, es más probable que las personas que usan jeringuillas esterilizadas eviten la enfermedad, sobrevivan y se recuperen. Hacer la vida mejor para las personas que toman drogas en realidad hace que sea más probable que se quiten, no lo contrario.

La reducción de daños ahora parece una estrategia muy lógica, casi evidente, pero esta es solo mi impresión, seguramente desinformada.

Nadie me ha podido dar un buen argumento para criminalizar la posesión de drogas. Se dice: “Necesitamos que haya consecuencias para que la gente acepte un tratamiento”. Sin embargo, es menos probable que las personas reciban un buen tratamiento en prisión que en la calle. Además, la adicción se define como el uso de una droga que continúa a pesar de las consecuencias negativas, así que, ¿por qué el castigo iba a empezar a surtir efecto de repente?

Dedica un capítulo a Edith Springer. No he encontrado ni un breve texto de Wikipedia sobre ella. ¿Nos puede contar cómo fue esta activista?

Edith está todavía entre nosotros, aunque tiene problemas físicos. Afortunadamente, está bien mentalmente. En pocas palabras, Springer es la persona que empezó el movimiento de la reducción de daños en Estados Unidos. Enseñó a prácticamente todos los que luego fueron pioneros en este campo. Su compasión y su sentido común ayudaron a entender por qué saber en qué punto está la gente es tan importante y por qué adoptar una perspectiva de reducción de daños podría ser beneficiosa incluso para aquellos que están asesorando a quienes quieren alcanzar la abstinencia. También es importante decir que durante la mayor parte de su carrera, Edith no dejó de tomar drogas, así que llevó esa perspectiva a su vida.

El poco conocimiento que tengo de la adicción vino de la mano de Bruce K. Alexander. ¿Conoce sus experimentos con parques de ratas?

Sí, claro, he escrito algo sobre ellos. Estoy bastante de acuerdo con él y creo que el ambiente social desempeña una función clave en la adicción. Donde quizás diferimos es en que yo creo que hay otros factores también: no me gusta ninguna explicación simple porque está clarísimo que las adicciones son muy pero que muy heterogéneas.

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Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).