El futuro mira hacia anteayer

El futuro mira hacia anteayer

En 1992 ya se olfateaba la situación de hoy.

Manuel Fraga y Santiago Carrillo.Susana Vera / Reuters

Cuando el presidente Arias Navarro apareció lloroso en TVE para anunciar lo que ya todo el mundo sabía, que Franco no era eterno y se había cumplido el tan presente desde hacía largos meses "hecho biológico", que inevitablemente daría lugar al "hecho sucesorio", el franquismo también se dirigió hacia el RIP.

Sólo un año más tarde de las solemnes exequias un alcalde que llevaba años y años en el cargo en un pequeño pueblo grancanario, Valleseco, que sin embargo es un municipio muy verde y lluvioso, decidió probar suerte en un partido político regionalista, el País Canario, cuando la palabra ‘País’ solo podía utilizarse sin levantar sospechas de la Brigada Político Social para las papas y las naranjas. Yo le pregunté entonces, en una entrevista para La Provincia, qué cómo era posible que él, admirador confeso de Su Excelencia, fiel a los Principios del Movimiento "sin mácula de condicionamiento alguno", los traicionara de esa manera. “Mire, joven —me dijo— ser franquista muerto Franco es del género idiota”.

Quizás fue el primero en verbalizar la situación post mortem de la herencia del inquilino principal del Valle de los Caídos con tanto desparpajo. Desde principios de los 70, sin embargo, dentro del Verticato, donde el PCE infiltrado a través de las comisiones obreras —entonces con minúsculas— hacían proselitismo comunista, y la UGT, por su parte, buscaba almas socialistas en los comités y jurados de empresa y líderes obreros cabreados, era evidente el masivo desenganche. 

Nada como la sentencia de uno de los primeros sindicalistas trasvasados al ugetismo socialista —un binomio histórico que parecía indestructible, pero o tempora o mores—, Salvador García Carrillo: “Esto que está ocurriendo es muy simple: 'el muerto al hoyo y el vivo al bollo'. ¿Lo entiendes? No se va a parar el mundo”.

Poco después, cuando las aguas van marcando el camino de la Transición se perfilan las nuevas 'formas' que va adquiriendo el Régimen difunto porque hasta la voluntad testamentaria fue borrada por la Ley de Reforma Política. Quedó solo un franquismo testimonial, que se negó a quitar la foto de un pariente en una audiencia en El Pardo estrechando la mano momia del Generalísimo mientras cumplía con el protocolo del ‘cabezazo’: agachar la cabeza como señal de acatamiento. Esos formaron la ultraderecha, guiados por Blas Piñar.

Pero otros igual de nostálgicos probaron suerte con el proyecto del exministro Fraga Iribarne de crear un partido conservador. El grupo de cabecera fue llamado con ironía peliculera ‘Los Siete Magníficos’. La sonora derrota del las elecciones constituyentes del 15 de junio de 1977 los fue disuadiendo tanto como el centrismo de derechas diseñado por ‘Don Manuel’. Que como el Don Rogelio isleño también se convirtió sin complejos al nacionalismo moderado. 

Dejó frases geniales para la posteridad. Fue uno de los fundadores del periódico reformista y progresista —poco a poco, pero sin pausa— El País: Corría octubre de 1996: “Mire usted, aquí (en Galicia, era presidente de la Xunta) nos hemos convertido en la fuerza galleguista. Nuestra forma de ser españoles es ser gallegos, como las de otros es ser catalanes o ser vascos o ser extremeños…". O este otro pensamiento: “Tantos muertos políticos (que) hay por ahí…y sin embargo están todavía en el Registro Civil como vivos…".

Entonces, ha vuelto a orear sus dos almas, mientras en Europa la xenofobia se ha ido condimentando a fuego lento con una guarnición de revanchismo y de odios hacia una democracia que ven como ese enemigo reciclado que ha ido derrotando

Equilicuá. Dentro de AP sobrevivía como hibernado, a la chita callando, un gen franquista. Era la parte radical, que siempre estuvo ahí, desenfadada pero vestida con su mejor disfraz. Fue la que al final decidió apretar el botón nuclear y aglutinar a los dispersos en una alternativa organizada, Vox, que pescó en los caladeros que no sufrieron, como en el resto de la Europa 'colaboracionista' con el fascismo, el nazismo o el comunismo, los rigores de la depuración y la limpieza democrática: judicatura, militares, policías, funcionarios, elementos de la iglesia nacional-católica y de las JONS…

Así, mientras se definían unos exfranquistas que eligieron la senda de la democracia con sinceridad y determinación, el último ministro secretario general del Movimiento, Adolfo Suárez al frente, con toda o casi toda la UCD (Unión de Centro Democrático), otros eligieron la senda más sinuosa del post-franquismo, que era como un franquismo durmiente en espera de tiempos 'mejores' –para ellos, claro- en los que algunos sectores optaron por evolucionar hacia un neo-franquismo ora con piel de cordero, ora con piel de oso. O de toro.

Y en esas estamos. Fuera complejos. Los exfranquistas, el suarismo, empezó a organizar la reconciliación reconociéndole derechos a los perdedores de la Guerra de España. Mientras una España acudía a Roma a las beatificaciones de ‘Mártires de la Cruzada’, sin que se le recriminara que eso era hurgar en la herida, y que había que dejar en paz a los muertos, la otra España empezaba a buscar a sus padres y abuelos en las olvidadas cunetas de caminos y carreteras o en las fosas comunes de los cementerios o, como en Canarias, en las simas, los pozos o la 'mar fea'.

No hizo falta ninguna Ley de la Memoria. Sólo tener memoria. Y corazón. O sentimientos de verdad cristianos. O sencillamente humanitarios o ergo sum europeístas. Incluso a los republicanos presos en campos de concentración, se les compensó económicamente esa pérdida de libertad según los años de encierro.

Hasta que el desenfado de una parte de la derecha, cansada de haber perdido tras haber ganado, harta de los corsés de la Constitución del 78, decidió echarse al monte. Y claro, en el PP se impuso el pragmatismo. El problema serio es que a pesar de que en España la extrema derecha tiene la placenta que tiene, no es el único caso: en Francia, en Italia, en Finlandia, en Suecia, en Italia… ¡en Alemania! la inmigración masiva, la huida de los terrores y las hambrunas, ha dado carnaza al fantasma del nacionalismo. A los fantasmas que asolaron Europa en el Siglo de los Grandes Desastres: el XX.

En 1992 ya se olfateaba la situación de hoy: "La Europa occidental, tanto la de la Comunidad Europea como la de la OTAN, o los países neutrales, se enfrenta a una de las peores situaciones teóricas en política internacional: la desorientación (….) Importantes masas de su población se repliegan a posiciones de trinchera xenófoba (…) Los gobiernos dudan: cualquier reacción podría encender más mechas de orgullos nacionalistas heridos (…) Europa tiene ahora mismo una necesidad vital, y es…la propia idea de Europa" (Europa en duda. La Provincia. 15 septiembre de 1992).

También la Federación Rusa bajo el yeltsinato apuntaba maneras. El análisis en aquellos meses era relativamente fácil: "…frente a semejantes incógnitas y con el gravísimo panorama político de Rusia, es evidente que el mantenimiento de la OTAN (…) junto con el camino hacia la Unión Europea iniciado en Maastricht, son aspectos esenciales de la seguridad europea". "Las actitudes de Boris Yeltsin son un aviso claro a Europa de que la 'Rusia eterna' sigue sin entender (o asumir) lo que es la democracia". (Caudillo ruso / 10 octubre 1992). Y el autor no había leído entonces las demoledoras y visionarias Cartas de Rusia del marqués de Custine.

El 23 de julio próximo hay elecciones generales en España. Ante el desastre sin paliativos de las municipales y regionales para el socialismo y para la coalición de gobierno el presidente Sánchez ha vuelto a llamar a urnas. La derecha española, entonces, ha vuelto a orear sus dos almas, mientras en Europa la xenofobia se ha ido condimentando a fuego lento con una guarnición de revanchismo y de odios hacia una democracia que ven como ese enemigo reciclado que ha ido derrotando, con muchos esfuerzos y muchos muertos, a la reacción, y a la nostalgia limpia-sangre de las Cruzadas. Y si non en vero e ben trovato. Además, no ha habido depuración o 'purga legal' de los 'colaboracionistas' como en otros estados. Paz, amor y fantasía.

Con una nueva característica: quien está detrás moviendo los hilos, como se ha demostrado con el Partido Republicano y con Trump en EEUU además de la injerencia mediante la desinformación de las potencias autocráticas, Rusia y China principalmente, son las grandes multinacionales y el capitalismo abusón y depredador, porque hay otro capitalismo sensato y sinceramente democrático, el 'capitalismo cobarde', le llaman los desalmados, los tiburones, que apuesta, con visión de futuro por el 'estado de bienestar', por la economía sostenible, por las energías verdes, por la industria inteligente y por el futuro, por tomar en serio el calentamiento global, y por la democracia democrática, y esto no es un oxímoron sino una puntualización.

Sí. Todo esto, y mucho más, está detrás de cada papeleta.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.