Si no hay verdad, no hay mentira

Si no hay verdad, no hay mentira

Algo es mentira únicamente en relación con la verdad, y del primer piso de la política para arriba nadie ha oído hablar de esa señora.

La presidenta del PP de Extremadura, María Guardiola, y el candidato de Vox, Ángel Pelayo Gordillo.Europa Press via Getty Images

Estoy de acuerdo con Sánchez en que no pueden considerarse mentiras los cambios de postura que ha mostrado durante estos años, porque en el ámbito de la alta política el lenguaje no tiene valor de verdad ni de mentira. Son jugadores profesionales con océanos de toneladas de intereses a sus espaldas. Algo es mentira únicamente en relación con la verdad, y del primer piso de la política para arriba nadie ha oído hablar de esa señora. Esto no quiere decir que los políticos siempre mientan, porque los relojes parados en ocasiones marcan la hora exacta. Pero la posibilidad de que un político que tenga la verdad como su principal valor llegue a puestos directivos es la misma de que Francisco aparezca mañana en el balcón de San Pedro y diga “oye, que lo he pensado mejor, y creo que no existe Dios”.

Entre las muchas funciones del lenguaje, una de las más importantes es describir la realidad pasada, presente o futura. Eso nos permite coger el paraguas tras escuchar la previsión de que va a llover, o dar el pésame a una amiga tras conocer que ha fallecido su hermana. Pero no es la única función del lenguaje, y en muchos ámbitos es irrelevante. “Pásame la sal” no tiene valor de verdad. Tampoco “hoy ha venido a divertirse al Hormiguero… ¡Bizarrap!”. En general, cuando alguien habla para conseguir cosas del oyente la función realista del lenguaje pasa a un segundo plano. Por eso ningún político resiste la hemeroteca: es como preguntar a un delantero que se encuentra en la frontal del área por qué va a chutar si en el saque de esquina anterior remató de cabeza. Que se lo pregunten a Macarena Olona.

Y algunos aspectos de estos usos del lenguaje lo dejan especialmente claro. Si hubiera pasado un año y medio, y no un día y medio, entre la María Guardiola que afirmaba que jamás permitiría que los machistas y los homófobos entrasen en el gobierno extremeño y la que asegura que… eh… bueno, si no son tan machistas ni homófobos…, quizá se podría haber mantenido la farsa de que no son sus intereses personales los que mueven sus decisiones. Si uno de los cambios de postura de Sánchez no beneficiase directamente a los delincuentes que comparten partido con sus necesarios socios, a lo mejor sí tendría lógica comparar la reforma del delito de sedición con la legalización del Partido Comunista hecha por Suárez. Pero no fue así. Ni en el caso de Guardiola ni en el caso de Sánchez.

Si no hay verdad, no hay mentira. La función principal del lenguaje público ya no es la verdad —¿lo fue alguna vez?—, sino la propaganda. Al menos, en el ámbito de los medios de comunicación. Las afirmaciones públicas no son ni ciertas ni falsas, son eficaces o ineficaces para vender el producto, por más que una de las estrategias más útiles para conseguirlo sea afirmar que se está diciendo la verdad. Todo es publicidad. Todo es seducción. ¿O acaso alguien se cree que las ganas locas que Sánchez tiene de celebrar trescientos debates y el miedo cerval que le da a Feijóo hacerlo tienen que ver con tener razón o decir la verdad? A ver cómo sales de ésta, Alberto, cuando tengas delante al presidente más guapo de la historia de la democracia y no a Trancas y Barrancas.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.