Investir la esperanza

Investir la esperanza

En España estos días hemos visto cómo algunos quieren llenar ese futuro de miedo e incertidumbre, pero también de rabia, odio y crispación.

Pedro Sánchez y Nadia Calviño, este miércoles 15 de noviembre, en el Congreso.ISABEL INFANTES

El futuro tiene muchos nombres, como escribió Víctor Hugo. En España estos días hemos visto cómo algunos quieren llenar ese futuro de miedo e incertidumbre, pero también de rabia, odio y crispación, de calles alborotadas al ruido de banderas que se agitan en nombre de la igualdad, pero cuyo vuelo representa más que nunca la desigualdad que nace de la intolerancia y la sinrazón.

Frente a ellos, para los socialistas el futuro siempre ha tenido el nombre de la esperanza. En estos 144 años de historia han sido muchos los capítulos de la historia en los que vencimos al miedo, a las guerras, a las dictaduras y, también en democracia, con esa misma esperanza hemos vencido los retrocesos que algunos querían imponer a los avances.

Durante la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, hemos vuelto a demostrar que ese mañana próspero solo lo garantiza quien tiene claro el proyecto de país al que debemos aspirar y los pasos a recorrer para lograrlo. Y ese camino lleno de obstáculos, no exentos de dificultades, el único que sabe cómo recorrerlo es el PSOE.

Estos días hemos visto a Pedro Sánchez volver a hacerlo, volver a llenar de ilusión, de orgullo, pero también de esperanza a millones de españoles y españolas que han confiado y confían en él para superar los problemas, para resolver los conflictos y para garantizar ese horizonte de progreso económico y bienestar social para España y sus gentes. Hemos vuelto a demostrar que frente al ruido no hay mejor antídoto que la política que nace del acuerdo.

Pedro Sánchez ha hablado del país que quiere seguir construyendo pero, sobre todo, ha hablado de los derechos y oportunidades que quiere que alcancemos para que todos vivamos mejor. Un país en el que los hombres y mujeres no vivan para trabajar sino trabajen para vivir, incrementando el salario mínimo por ley para situarle siempre en el 60% del salario medio, reduciendo la jornada laboral, recuperando poder adquisitivo, garantizando la sostenibilidad de las pensiones públicas y fortaleciendo los servicios públicos.

Un país en el que se apruebe un nuevo Estatuto de los Trabajadores, en el que se garantice el transporte público a los jóvenes y a las personas desempleadas, en el que de la mano de las comunidades autónomas se trabaje para reducir las listas de espera, para fortalecer la atención primaria en nuestro sistema sanitario.

Y una España también en la que se impulsen con más recursos públicos que nunca políticas que cambian la vida de la gente como las becas que son el mejor ascensor social, una mayor inversión en centros de investigación y en I+D+i y en ciencia para seguir creando empleos de mayor calidad en sectores de alto valor añadido como el tecnológico o el bono de alquiler joven o el parque público de viviendas de alquiler asequible para que todos tengamos la oportunidad de vivir y trabajar allí donde queramos.

Un país para todos contando con todos. Por eso hemos visto y escuchado a un presidente del Gobierno que tiene claro que para construir el mañana hay que entrelazar el presente, que frente a quienes rompen consensos constitucionales, él quiere coser alianzas constitucionales dialogando, acordando, entendiéndose con quienes piensan o hablan diferente pero saben que deben mirar al futuro .

El tiempo que se abre ahora solo puede traer más progreso, más bienestar y más justicia social para garantizar mejores condiciones de vida para la mayoría de la ciudadanía. Nuestro país hoy tiene 21 millones de personas trabajando, la cifra más alta de la historia, ha consolidado derechos como el Ingreso Mínimo Vital o la muerte digna, ha avanzado en la transición ecológica y digital de nuestra economía y ha sentado las bases de un nuevo modelo productivo más sostenible y resiliente, sin dejar de combatir la desigualdad de género que merma las condiciones de seguridad y libertad de las mujeres pero es también un menoscabo para el desarrollo de una democracia que para ser mejor, debe ser plenamente igualitaria para todos.

Seguir construyendo un país mejor para las próximas generaciones es tarea de todos, de ir impulsando día a día esa agenda de avances que nos consoliden en Europa y en el mundo como uno de los países más justos e igualitario, más diverso, plural e inclusivo en el que quepamos todos. Hemos elegido a Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados por mayoría absoluta, y, con él, hemos llenado de esperanza a ese mañana de progreso para España y para los españoles. Nada puede salir mal cuando el futuro tiene de nombre esperanza.