Somos la mitad, queremos la mitad

Somos la mitad, queremos la mitad

"Las mujeres somos más de la mitad de la población, así que la mitad del poder político y económico tiene que ser de las mujeres"

Ana Redondo, ministra de IgualdadEuropa Press via Getty Images

Una vez más el Partido Socialista marca la pauta. El partido de los grandes cambios legales en este país en torno a la igualdad de mujeres y hombres continúa siendo referente mundial en la igualdad.

El pasado jueves, el Proyecto de Ley de Paridad y Representación equilibrada de mujeres y hombres dio el primer paso en su tramitación, al rechazar en el Pleno del Congreso de los Diputados la enmienda a la totalidad presentada por VOX.

Esta Ley de Paridad, una de las apuestas firmes del Gobierno de España, es la primera iniciativa legislativa del Ejecutivo en la presente legislatura.

El objetivo parece sencillo, pero es, en realidad, una verdadera revolución feminista, pacífica y profundamente justa. Busca garantizar la representación efectiva de las mujeres en los ámbitos decisorios de la vida política y económica: en las listas electorales, en las empresas y en los órganos de la Administración del Estado.

Porque las mujeres somos más de la mitad de la población, así que la mitad del poder político y económico tiene que ser de las mujeres. Sin complejos ni cargas de culpa. Nuestra invisibilidad histórica en el ámbito del poder público y la división del trabajo en ámbitos masculinos y en ámbitos femeninos, ha sido una de las herramientas más potentes de las que se ha servido el patriarcado para mantener la desigualdad histórica entre hombres y mujeres.

Y la paridad es un medio válido y temporal, en cualquier espacio y también en los espacios de poder, para que conseguir que mujeres capaces y preparadas puedan acceder a puestos que de otra manera no alcanzarían.

La meritocracia sin paridad no es posible. No hay democracia ni se puede llamar así si el espacio construido tiene a la mitad de su población fuera del campo de juego.

Y las mujeres no estamos dispuestas a quedarnos fuera de los espacios donde se toman las decisiones. Queremos y debemos estar dentro del campo. Queremos jugar de titulares. Dentro del terreno de juego y no solo calentando en la banda. Queremos jugar en igualdad de oportunidades y que, como árbitro, actúe la poderosa herramienta que es el Boletín Oficial del Estado.

Porque del mismo modo que queremos profesores de educación infantil, enfermeros o cuidadores en centros residenciales y también queremos bomberas, ingenieras y astronautas exigimos esa misma paridad en los espacios de poder donde se toman las decisiones. A candidatos igualmente cualificados, prioridad al candidato o candidata del sexo menos representado.

Paridad para aprovechar el cien por cien del talento

Necesitamos y debemos aprovechar el cien por cien del talento. Ninguna sociedad puede renunciar a la mitad de su potencial y la paridad es una herramienta de aceleración de un proceso con el que la mayoría de la sociedad está conforme.

Y no siempre a la hora de seleccionar trabajadores y trabajadoras para los puestos de mayor responsabilidad se usan criterios acordes con las habilidades de las personas. A veces funcionan las redes de promoción de las que las mujeres formamos parte en mucha menor medida. A veces, hay sesgos machistas en los criterios de promoción.

¿O creen en serio que con el mero paso del tiempo mujeres eficaces y talentosas podrán llegar sin traba ninguna al puesto que merecen?

Los hombres machistas perciben a las mujeres como competencia real y prefieren sentirse más cómodos con sus iguales, que no cuestionan sus esquemas mentales y comparten sus redes profesionales. No comprenden que, en muchos casos, no hubieran tenido acceso a cotas de poder si no hubieran nacido hombres. Vuelven una y otra vez sobre el argumento de los méritos y las capacidades para llegar al poder, méritos y capacidades que, casualmente, solo han de demostrar las mujeres. Y suelen pensar que los perfiles más idóneos con casi siempre los de su mismo sexo.

¿Eso significa que el bajo porcentaje de mujeres en puestos de poder es porque valemos menos cuando la incorporación de las mujeres al mundo universitario y al mercado laboral es prácticamente plena? Si es que por estadística no cuadra…¡que somos la mitad!

Además, la cultura machista ha conseguido que muchas mujeres interioricen el maldito síndrome de la impostora; que las mujeres interioricemos que las cuotas, que la paridad, desvirtúa nuestros logros. Y que, si somos elegidas para un puesto de poder, conviviremos con ese estigma del puesto regalado por la paridad, de la falta de mérito premiada.

Lo que sí ocurrirá es que a una mujer se le seguirá exigiendo una excelencia mayor y se le seguirá juzgando mucho más duramente que a sus compañeros varones. Consideran ellos, muy paternalistas, que las mujeres quizá no estén preparadas todavía pero “paridad obliga”; cuando, en realidad, son los dirigentes machistas quienes no están preparados para ceder sus privilegios masculinos.

Y además entienden que no hay prisa, que si las mujeres han esperado siglos para sustantivar sus derechos bien podemos aguardar otros 70 años. Pero no. Ni vamos a asumir el síndrome de la impostora ni estamos dispuestas a esperar. Las mujeres tenemos que estar representadas en pie de igualdad en puestos de poder y liderazgo. No hay vuelta atrás. Somos la mitad y queremos la mitad de todo.

María Guijarro, diputada del PSOE por Bizkaia y la ponente de la Ley de Paridad.