Técnica de un golpe... de crisis

Técnica de un golpe... de crisis

La sostenibilidad es una cosa, y chupar de la teta pública para fines particulares de interés puramente ideológico, otra.

Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP.AFP via Getty Images

Ya está quedando claro que Feijóo prepara una crisis. Es lo habitual cuando gobierna la derecha. La primera pista es Galicia, donde ni las brumas, las ‘meras’ y las ‘meigas’, ni la masa forestal encubren el desastre.

Podemos poner varios ejemplos sencillos: a poco de ser elegido presidente de la Xunta de Galicia, como delfín autonómico de Don Manuel, una de sus ocurrencias, antes de las de Isabel Díaz-Ayuso, suscitó fuerte y razonable polémica: se trataba de que los pacientes de los centros sanitarios públicos pagaran parte de su manutención. Eso, pero perfeccionado, porque hay que llevar hasta las fiambreras, es lo que está pasando en los hospitales venezolanos. Muchos canarios, tinerfeños, palmeros, gomeros, herreños… tienen que enviar por paquete postal hasta la patria de Bolívar, que si levantara la cabeza sería inmediatamente encarcelado, sábanas, medicamentos, latas de conservas y dinero escondido.

La Voz de Galicia titulaba así en abril de 2012: ‘El 86% de los gallegos rechazan cobrar la comida a los enfermos”. También se insinuaba cobrar una tasa “o algo” por la estancia. Núñez Feijóo lo justificaba a su manera, sin mojarse por encima de las pantorrillas: "Tenemos que ajustar el sistema de bienestar a nuestros ingresos". Como era lógico, hubo reculada. El 3 de mayo el presidente de la Xunta, según agencias, aseguró que "no va a pedir a sus ciudadanos que paguen por los menús de los hospitales o por la estancia en ellos".

Otro ejemplo: los jubilados canarios tienen todos los medicamentos gratis; los gallegos tienen copago. Unas pastillas para la hipertensión, pongamos Balzak 20/5 subvencionadas al 100x100 en Canarias, le cuestan a los gallegos unos cinco euros, y a los isleños que las recojan, (a través del acuerdo del Consejo Interterritorial de Sanidad) en las farmacias de, citando un caso concreto y documentado personalmente, Ferrol, Ortigueira, etcétera.

Que el sistema sea sostenible, equivalente a duradero, es lógico; pero eso no se consigue, sino todo lo contrario, con costosas privatizaciones, en el fondo deslocalizaciones laborales para desentenderse de los trabajadores, llamadas también ‘externalizaciones’ o gestión indirecta “público-privada”. La disculpa de que así se ahorra es un cuento muy al uso: está más que demostrado, en Madrid sobre todo, pero también en regiones donde las empresas sanitarias tienen ‘convencidas’ a las autoridades del ramo y élites influyentes: la privatización en ‘algunos muchos’ casos es selectiva con la ‘clientela’, más costosa haciendo cuentas, y de menor calidad sobre todo en los aspectos en que interviene la investigación de excelencia…que se traduce en una atención ídem.

No hay que ser tiquismiquis para invertir el dinero público en los cimientos del ‘estado social’ o de bienestar’, entre otras razones porque como dicen desde su fundación los mejores y más visionarios pensadores de Estados Unidos… allí donde llega el pony express hay Estado. Por eso es un dislate que Correos deje sin atención directa a amplias zonas rurales de la España vaciada, porque se vacía así. 

Como el rural gallego, con dramáticas carencias de una necesidad vital en estos tiempos como el wifi, los pediatras en los centros de salud, ambulancias suficientes para los traslados de crónicos de una población muy envejecida y maltratada, los servicios de atención de extensión agraria y la insensibilidad ante la agresión de la discrecionalidad de las instalaciones de aerogeneradores gigantes, de aquí te pillo aquí te jodo, o tendidos de alta tensión con sus enormes servidumbres de un trayecto caprichoso, sin tener en cuenta en su paso ni las singularidades de sus aldeas y parroquias, o sea, de las personas y sus medios de vida, ni las paisajísticas, y productivas. Cada día ‘popular’, la Galicia interior se vacía y empobrece un poco más.

En España la fortaleza del Estado está ligada, sin duda, a que los medios económicos para la pensiones, el paro, las ayudas sociales, la sanidad, la dependencia, la educación, la universidad, las becas... sean idóneos y capaces, y procedan de los Presupuestos Generales. Y de que su gestión sea compartida, porque las Comunidades Autónomas también son Estado… aunque a veces se olvide interesadamente por el tic del caciquismo subyacente que aún pervive en el país, ajeno al proceso europeísta, que es la auténtica tabla de salvación frente a los jinetes del apocalipsis, que ya preparan las cabalgaduras, que asolaron la Europa del siglo XX en dos ocasiones. La I y la II guerras mundiales.

La sostenibilidad es una cosa, y chupar de la teta pública para fines particulares de interés puramente ideológico, otra. El artículo I de la Constitución Española convierte a España en un Estado social y democrático de derecho. Ojo al dato: no habla la Ley Fundamental de Estado liberal, o Estado de mercado, o Estado de buena esperanza, o Estado de tienda de vinagre: habla de Estado Social, con todo lo que ello implica.

Y desde hace tiempo el ‘Estado social’ ha ido siempre de crisis de confianza en crisis de confianza… inducidas a posta por un entorno cínicamente sanguijuela. Hay un principio elemental de partida: el Estado Social’, a pesar de las antecedentes ‘obras de misericordia’ del Cristianismo, ya se sabe, dar techo al que no lo tiene, dar de beber al sediento, dar de comer al hambriento, cuidar a los enfermos y en casos extremos sanar o resucitar mediante milagros (ahora en su mayoría en el catálogo de intervenciones de la SS o en el vademécum), dependen en la actualidad de los impuestos.

A pesar de lo que prediquen los muy tontos que resultaron ser los dirigentes de ‘Ciudadanos’, que mutó en una franquicia de la Derecha recalcitrante y de la parte cegata y aventurera del IBEX 35, del PP y de VOX… mantener una presión fiscal similar en su aplicación a la europea, tiene muchas ventajas: primera, es una obligación derivada de la CE-78, sin discusión; otra, garantizar impuestos suficientes garantiza que haya buena sanidad, pensiones adecuadas y no trampeadas con un 0.25% de aumento, para las necesidades de los mayores en su vejez y ancianidad, para buenas carreteras, buena educación, buena universidad, y otra ‘guerra invisible’ que ya nos afecta, y no es la de Ucrania: la guerra contra el cambio climático, denostada por perillanes, agentes encubiertos de grandes monopolios de doble cara relacionados con el petróleo o con la desinformación rusa, empeñada en debilitar los recursos ‘verdes’ que son el futuro de la soberanía energética de la Europa democrática.

Por lo tanto, cuando Núñez Feijóo y toda su tropilla de ‘enterados’ solemnes en su ignorancia o mala fe, auténticos destroyer neoliberales, exigen bajar el IRPF y su progresividad, o los impuestos ‘justos’ a los muy ricos o a las multinacionales, y disparates por el estilo como ‘derogar’ la excepción ibérica al gas, asumida por la UE, que ha ahorrado miles de millones en la factura de las familias españolas, y que debiera ser por el contrario motivo de orgullo nacional, lo que están haciendo es justo lo contrario de lo que dicen defender: encarecer el precio de la factura para que los beneficios de las eléctricas y gasistas sean más históricos que los históricos que ya son. ‘Vivan las caenas’, que gritaban los siervos y lameculos a Fernando VII.

Se ha publicado ya en webs y redes, y en Hoy por Hoy de la SER, que en un viaje en el Euromed Barcelona–Valencia un periodista y bloguero, Bop Pop, escuchó a Feijóo decir por teléfono, en voz muy audible y desenfadada, que él planteaba “la posibilidad que la gente que se fuera a jubilar diera su primera vivienda en hipoteca inversa y que el resto “ya lo pondría el estado y eso”.

Claro, también era una buena idea el truco de las ‘acciones preferentes’ de Bankia, o las ‘hipotecas basura’ creadas para dar salida a la ‘bomba racimo’ de la construcción alocada de viviendas, más que en Francia, Alemania e Italia juntas, en la ‘era Aznar’. Y catarrián. Todavía pagamos las consecuencias.

La verdad, con un cronograma en la mano, o sobre la mesa, que se ve mejor, es que cada vez que gobierna el PSOE, aumentan los derechos sociales, se fortalece el estado social, se reindustrializa el país, aumenta la afiliación a la SS, se rellena la ‘hucha de las pensiones’… y la llegada del PP viene acompañada habitualmente de una crisis, inmediatamente endosada a los anteriores.

Frente a un período de avances y crecimiento reconocido mundialmente, y hasta de liderazgo europeo del sanchismo’ Feijóo propone una reposición de un imposible y almibarado ‘Retorno a Brideshead’. En realidad, con la ayuda de Vox, cada vez más influyente, sería un triste retorno a El Pardo y su lucecita de medianoche.

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Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.