Pablo Simonetti: “El imperio del silencio y la negación de los sentimientos es común en los hombres”
El escritor chileno reflexiona sobre su novela 'Desastres naturales'
Por Winston Manrique Sabogal
Entre los 10 y los 12 años el futuro de Pablo Simonetti dejó sus semillas. Fueron los días del descubrimiento de los deseos, los sentimientos, las ideas, los miedos, las culpas, su país y la identidad que, con dudas y dolor, habrían de moldearlo hasta convertirlo en el escritor chileno que es, un autor con un romance poco habitual: buena crítica y venta de libros.
En aquellos años empezó su verdadero viaje. A saber, poco a poco, que su lugar de pertenencia no es otro que él mismo. Un niño y joven asustado por su homosexualidad y luego ingeniero civil reconvertido en narrador oficial hace 22 años.
Esa doble peregrinación, personal y literaria, Pablo Simonetti (Santiago de Chile, 1961) la ha compartido en varias de sus novelas que se mueven en los laberintos emocionales del territorio familiar. Tras un debut novelístico en 2014 sobre la mamá (Madre que estás en los cielos) es la hora de padre: su fuerza, su poder, su distancia, su ascendencia, su severidad, su sombra... su cataclismo.
Desastres naturales (Alfaguara) le puso por título y Marco llamó al niño y luego adulto que le sirve de alter ego y cuenta lo acontecido en la voz pausada de Marco, esparcida de lirismo y con ráfagas de crudeza. Llama a las cosas tal cual como se ven, se sienten y se piensan. Y se desean.
Es una novela sobre el imperio del silencio de los afectos en un mundo que despliega diferentes masculinidades con un mismo miedo atávico. Del descubrimiento de verdades a través del reconocimiento de la relación nula con el padre y del proceso de identidad propia bajo la sombra y desenmascaramiento del Chile del dictador Augusto Pinochet que condicionó las vidas, incluso puertas adentro.
Con los codos apoyados en la mesa redonda de madera en su editorial en Madrid, Simonetti vuelve a echar la vista atrás en su vida. Primero lo hizo al escribir la novela y ahora al conectar lo escrito con los recuerdos presentes. Se le ve tranquilo y jovial. Los nubarrones de sus primeros veinti cinco años quedaron atrás.
Su mirada fija y amable se mueve unos segundos en silencio. Busca la idea precisa. La tiene. Por lo que dirá parece ser la del padre fallecido en 1993 que recordó cuando él, Pablo Simonetti, veinte años después tuvo un microinfarto cerebral. Ahí está parte del origen de la novela. El escritor retoma la conversación con palabras rápidas antes de que la idea escape.
Simonetti aprieta los labios y mira como si estuviera viendo algo en su cabeza. El poder alrededor de Marco, niño, joven y adulto. Marco marginado porque es homosexual. El poder del padre y sus ondas. Aunque Marco también tiene consciencia de un poder a partir de la adolescencia... Un poder sentimental o sensual no reconocido por un amigo. Un poder repartido porque este sabe quién es Marco.
Desastres naturales retrata el mundo familiar de Marco rodeado de hombres, de la severidad del padre, del primer despertar del deseo por otro hombre, de los sentimientos por un compañero. El poder tradicional visible es evidente, pero la novela también muestra los poderes secretos de los sentimientos y los deseos inconfesables.
A Marco le gustaría que esto tuviera una prolongación afectiva y esa afectividad está totalmente decepcionada por el silencio que los rodea... ¡Claro! Es un proceso de descubrimiento de él. Todas las primeras etapas están sometidas a este imperio del silencio y de la negación. La novela tiene algo de eso o sea, uno de los motivos más personales que tuve yo para escribir esta novela fue poder decir y contar todo eso que en esa época de silencio y de disciplina cultural, disciplina católica, disciplina de ideas preconcebidas sobre el hombre y la mujer... Todo el modelo de género que impuso la dictadura. Debajo de todo eso hubo muchas personas que vivieron vidas que sencillamente no tenían ni palabras ni lugar. El imperio del silencio y la negación de los sentimientos es común en los hombres.
El escritor se acomoda en la silla habla un poco más de esas experiencias. Cuenta historias de comportamientos escondidos, de la homofobia en la familia, en su familia, de afectos escondidos. Pero aclara:
Es un tema que controla. En 2011 fue uno de los que creó la Fundación Iguales que aboga por la inclusión de la diversidad sexual en Chile no solo con campañas sino que tienen una estructura de formulación de políticas tanto a nivel escolar como públicas, así como de investigación. Acompaña u orienta a personas con desastres naturales íntimos en ese aspecto. Su novela recuerda la importancia de los afectos más allá de la sexualidad entre personas del mismo sexo y que algunos heterosexuales temen reconocer ya no públicamente sino íntimamente.
Es así como la novela trasciende el caso Marco para desplegar una galería de masculinidades. Hombres que suelen ver la homosexualidad como algo negativo, hombres que sienten atracción por otros hombres pero prefieren callar y convertirlo en un desastre natural por siempre.
Marco, Pablo... Pablo, Marco... Realidad y ficción, realidad y metáforas. Una novela de búsquedas de identidades y pertenencias. A él, Pablo Simonetti.
Miedo. El miedo agazapado en cada uno de los personajes ya sea en lo sexual o sentimental. El miedo es otro de los temas de Desastres naturales. El miedo del padre a expresar amor por el hijo, de los hombres a otros hombres, a aceptar los afectos y deseos, el miedo a ser descubierto.