Ocho consejos para el 80 cumpleaños de Bob Dylan

Ocho consejos para el 80 cumpleaños de Bob Dylan

Curso acelerado de "dylanología".

Bob Dylan, en 1965.Val WilmerRedferns

Mañana, 24 de mayo de 2021, el mejor escritor de canciones de la historia cumple 80 añazos. Todos los medios van a petarlo a base de homenajes, canciones y análisis. Y a lo mejor, querido lector, le entran ganas de zambullirse de una vez por todas en ese océano deslumbrante, espeso y desconcertante que es la obra de Bob Dylan. Confiese que siempre le ha tentado y le ha dado pereza a partes iguales.

Por eso, hemos querido adelantarnos desde El Huff, para que cuando mañana empiecen a sonar sus canciones por todas partes tenga usted al menos claros ocho consejos básicos, ocho: un curso acelerado de dylanología para que su primer choque contra el bardo de Duluth no le mande a la planta de Traumatología Folklórica, ni le condene a un futuro dominado por el trap.

1. Descubra si Bob Dylan es para usted

Es una de esas verdades que cuesta aceptar: hay gente a la que nunca le gustará Bob Dylan. La abobdylania está descrita en los manuales médicos al lado de la anosmia —falta de olfato— y la ageusia —falta de gusto—. En casos raros de covid, el paciente pierde el gusto por Dylan. Algunas investigaciones sugieren un origen genético, otras apuntan a un agente infeccioso. Aún no existe terapia, pero sí contamos con pruebas de detección precoz que evitarán pérdidas de tiempo intentando inútilmente hacer de usted una persona de provecho. Esta PCR es gratuita y se la puede aplicar en su propio domicilio: escuche atentamente Like a Rolling Stone. ¿Nada? ¿No siente nada de nada? Ríndase. No hay nada que hacer. Inténtelo con Malú.

2. Recuerde qué es una canción

Bob Dylan escribe canciones. Le dieron el Nobel por ello. Las canciones no son música. Las canciones no son poesía. Cantamos a los bebés antes de empezar a hablarles, y cantó la humanidad antes de empezar a escribir versos o partituras. Las canciones son la forma artística y comunicativa más antigua que poseemos. Pequeñas oraciones profanas que se rezan en grupo. Sencillas píldoras de experiencias que hablan sobre la vida. Dylan es un poeta mediocre, un mal músico y un extraordinario cantautor. La concesión del premio Nobel de Literatura fue polémica. Hubo quien defendió que lo merecía, pero no faltó quien opinó que merecía también todos los demás, incluyendo el de Química y el de Medicina. Si usted busca canciones, Bob Dylan es su hombre. Si usted busca música, pruebe con Mozart.

3. Elija bien su disco de inicio

Hay más de 50 puertas por las que entrar al laberinto que es Bob Dylan. Escoja con cuidado la suya. Hay quien recomienda empezar por el disco que publicó Dylan cuando tenía la edad del oyente. ¿20 años? The freewheelin’. ¿Treinta y muchos, cuarenta y pocos? Planet waves. ¿Cincuenta y algo? Time out of mind o “Love and theft”. Otros proponen comenzar con el disco que publicó Dylan cuando se encontraba en el trance vital en el que ahora se encuentre el oyente. ¿Se está separando de la pareja de su vida? Blood on the tracks. ¿Se ha mudado al campo y está teniendo hijos como conejos? Nashville skyline. ¿Le ha pegado un apijote místico porque a su chico o chica le va alabar a Yisus? Slow train coming. ¿Sabe qué? Déjese de tonterías y empiece por Bringin’ it all back home.

4. Las canciones de Bob Dylan se escuchan enteras

Enteras y con atención. Un respeto. Se puede ir con auriculares por la calle oyendo a ABBA, a David Bowie, incluso a grandes autores como Stevie Wonder. Pero uno no puede estar en un bar echándose unas risas teniendo Visions of Johanna de fondo. No es lo mismo oír “con aceite corporal, nena, todo se resbala, y tú sacas tu estilo de tigresa de Bengala” que oír “el fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su cara”. Deje de hacerse selfies por un minuto. Siéntese tranquilamente. Apague el móvil. Y ponga Jokerman. “Standing on the waters, casting your bread…”. Escúchelo entero. ¿A que es otra cosa? ¿Usted ve solo un cacho de El apartamento? ¿Mira solo una esquina del Guernica? Pues con Dylan, igual. Ah, ¿le aburren las canciones largas? Los Ramones son su banda.

5. Dele tiempo

Como a todas las cosas que merecen la pena en la vida. Dele tiempo a Bob Dylan. No es “Rama lama ding dong”. No va a descubrir la canción del verano entre los te-ma-zos de su último Rough and rowdy ways. Les contaré una confidencia que no he revelado ni a mi psicoterapeuta: a mis imberbes 14 años ahorré durante un mes para comprarme Street legal y mi decepción fue tal que se lo cambié a un amigo por un disco de… de… mejor ni lo digo. Ahora, a mis también imberbes 56, no podría entender mi vida adulta sin tres de las canciones de aquel disco del 78. Dylan va entrando poco a poco, que es como entran las cosas que después no se van nunca. No estamos hablando de un flechazo adolescente, sino de una lenta, larga y sólida historia de amor.

6. Vaya a sus conciertos sabiendo a lo que está yendo

En este momento, más que cualquier otra cosa, Bob Dylan es un viejo huraño y hermético que se está dejando la vida concierto a concierto mascullando frases ininteligibles por pequeñas ciudades de cualquier parte del mundo. No son conciertos para adolescentes. No tienen el mismo público que David Bisbal. En 1988, mientras Madonna o Michael Jackson firmaban conciertos coreografiados e interpretados al milímetro, Dylan empezó su Never Ending Tour, una gira interminable por definición en la que sigue inmerso 33 años después, donde las canciones se reescriben cada noche con su voz convertida en la ilegible caligrafía de un médico que expide una sabia receta. No es Mick Jagger dando saltitos. Es un viejo bluesman de 80 años, uno tras otro puestos en fila, pura dignidad de un trabajador de la canción.

7. Entienda las canciones

Algunas teorías muy arriesgadas defienden que los ruidos que hacen los cantantes con la boca son palabras. Y que significan cosas. Sí, incluso Tom Waits. Y sí, incluso Bob Dylan. Si es así, entonces escuchar Blonde on blonde o Tempest sin saber lo que está diciendo Bobby es como leer Los hermanos Karamazov en ruso, juzgando solo la belleza del alfabeto cirílico. George Harrison dijo en una ocasión que la mejor canción que se había escrito jamás en la Historia era Every grain of sand. Vaya a Spotify y póngala. Le espero […] ¿Ya? ¿La ha escuchado? ¿No le parece tan buena? ¿Será que no ha entendido ni una sola palabra de lo que dice el premio Nobel de Literatura? ¿Qué nos ha hecho el maldito pop para hacernos olvidar cosas tan elementales?

8. Aprecie la magnitud de su obra

A finales del año pasado, Spotify presentó una playlist con la obra completa de Dylan: 1096 canciones cuya audición ocupa 76 horas seguidas. Dinosaurio entre los dinosaurios, Bob Dylan es el puto Tiranosaurio Rex. Más que Paul McCartney, Neil Young, Van Morrison o Keith Richards, nuestro amigo lleva desde 1961 cantando sobre la condición humana desde los ojos de un veinteañero, de un treintañero… hasta llegar ahora a la mirada de un octogenario. Y siempre reconociendo honestamente la edad que tiene en cada momento.

Bob Dylan nos deja un variadísimo legado simplemente descomunal, tanto referido a la riqueza interna de su obra, como a su labor de puente y cima de todos los estilos del folklore popular norteamericano. Dé un paso atrás, amplíe el panorama e intente valorar la figura que tiene delante. Es imposible. Cambió para siempre la forma de escribir todas las canciones, desde los jingles publicitarios hasta las arias de ópera, gracias a un genio individual con fortísimas raíces históricas y colectivas. Recuérdelo muy bien cuando mañana todos los medios cierren sus informativos felicitándole el cumpleaños y considérese preparado para empezar a conocerlo gracias al curso intensivo que acaba de recibir.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.