Los segundones: una situación en desventaja

Los segundones: una situación en desventaja

Dory, Sancho Panza, Robin o Milhouse son algunos de los segundones más famosos de la ficción, un puesto del que consiguió zafarse Jacob.

Figuras de Don Quijote y Sancho Panza en Arenas de San Juan.picture alliance via dpa/picture alliance via Getty I

Aquellos que obtienen la medalla de plata se quedan a las puertas de saborear el dulce néctar de la victoria y, probablemente, esto les hace “disfrutar” en menor medida del éxito que el deportista situado en el tercer puesto, ya que su subconsciente alberga los miedos de que el cuarto clasificado pudo haberle arrebatado el bronce.

Y es que ser el primero es importante, pero no solo en las competiciones. El orden del nacimiento es fundamental para la supervivencia en el reino animal, ya que los primogénitos disfrutarán, en soledad, durante un tiempo del cariño de los progenitores y, quizás, lo más importante, de todos los recursos. Llegado el momento en el que los tengan que compartir con el resto de sus hermanos serán más fuertes y estarán en una situación privilegiada.

Vayamos a los detalles que es donde se esconden los demonios. El piquero patiazul, también conocido como alcatraz patiazul, suele poner dos huevos. Cuando nace el primer pollito recibirá todas las atenciones y en el caso de que haya suficiente cantidad de comida la compartirá con su hermano cuando nazca, en caso contrario o bien él o bien sus padres matarán a picotazos al segundo polluelo para proteger la supervivencia del primogénito.

El orden define nuestra personalidad

El psicólogo Alfred Adler (1870-1937) fue el primero en estudiar el comportamiento humano en relación con el orden de nacimiento. Según este médico austriaco los padres orientan al hijo mayor hacia el triunfo y liderazgo, por lo que tienden a ser más conservadores que sus hermanos. Los primogénitos están abocados, por razones obvias, a asumir más responsabilidades que sus hermanos, lo que les hace ser más propensos a tomar iniciativas.

Para los segundos, el hermano mayor supone un modelo a seguir, pero al mismo tiempo es una meta a superar, por lo que, habitualmente, suelen ser más ambiciosos y más resolutivos, al ser capaces de encontrar soluciones con las que hacer frente a las dificultades que se encuentran.

Los segundones, desde el primer momento, tienen que compartir la atención de sus padres por lo que suelen tratar de compensar esta situación estableciendo vínculos más fuertes con sus amigos.

Los infantes que dieron lugar a la infantería

Los segundones también aparecen en la ficción. Mientras Bart Simpson es el “prota” indiscutible de todos los capítulos, su inseparable Milhouse permanece en un segundo plano; algo parecido le pasa a Robin, el ayudante de Batman, y a Sancho Panza, el famoso escudero. Todos ellos han quedado relegados a un segundo plano que no podrán abandonar.

Afortunadamente en ocasiones sucede que los segundones acaban triunfando en la gran pantalla. ¿Cómo olvidar a esos seres amarillos, de ojos enormes, divertidos y resistentes a cualquier prueba física? Y es que los famosos minions -los fieles sirvientes de Gru en Mi villano favorito (2010)- acabaron protagonizando su propia película.

Algo similar le sucedió a Dory, un pez cirujano azul con una memoria tan excesivamente reducida que llega a ser desesperante, que a pesar de ocupar un papel secundario junto a Nemo acabó siendo la protagonista de una cinta animada.

En España se reserva el título de “infante” a los hijos de los reyes que no tienen la condición de Príncipe o Princesa de Asturias, es decir, a los segundones. En sus orígenes la tropa que custodiaba a los infantes se la denominó “infantería”, pero con el paso del tiempo el adjetivo se extendió a todo soldado de a pie, en contraposición a aquellos que iban a caballo.

Para finalizar, echamos la vista atrás y nos vamos a un relato bíblico. Una historia de primogenituras, o más bien de la venta de la misma. En el Antiguo Testamento se nos cuenta como Esaú –el hijo de Isaac y Rebeca- volvió muerto de hambre y le dijo a su hermano que le diera un poco de las lentejas que estaba preparando. Jacob le contestó: “puedes comer un poco de mi plato si me dejas que yo sea el primogénito en tu lugar”. Dicho y hecho. Esaú accedió y, de esta forma, perdió su primogenitura a cambio de un plato de lentejas.