Por qué es tan sensible tocar el consulado español en Jerusalén

Por qué es tan sensible tocar el consulado español en Jerusalén

La decisión de Israel de impedir a la legación española prestar servicio a los palestinos en la ciudad tiene consecuencias prácticas y un gran peso simbólico.

Exterior del consulado español en Jerusalén.GOOGLE MAPS

Israel ha anunciado este viernes que impedirá al consulado de España en Jerusalén prestar servicio a los palestinos. Se trata de una medida de castigo a nuestro país, ante el anuncio de que la semana que viene reconocerá el Estado palestino y tras unas declaraciones de la vicepresidenta Yolanda Díaz que ha empleado expresiones en defensa de los palestinos que escuecen en Tel Aviv

El Gobierno de Benjamin Netanyahu ya reaccionó al paso español llamando a consultas a su embajadora en Madrid, Rodica Radian-Gordon, pero ahora va a más impidiendo que se atienda a los ciudadanos palestinos en una legación diplomática que no es una más, por su enorme peso simbólico. 

España tiene la embajada en Israel ubicada en Tel Aviv, que es la ciudad que reconoce como su capital, lo habitual en la comunidad internacional, salvo un puñado de países que avalan que la capital es Jerusalén. Eso es lo que Israel decretó de forma unilateral en los años 80 del pasad siglo, algo que no está avalado por Naciones Unidas. En Jerusalén, por su peso de población y su importancia, y para que no tengan que trasladarse a Tel Aviv los ciudadanos que necesiten ayuda, hay una oficina consular menor.  

Para atender a ls palestinos, en cambio, está el consulado en Jerusalén, ubicado en el barrio de Sheikh Jarrah, en el este de la ciudad. Si Israel puede vetar esos servicios es porque la Jerusalén oriental, palestina, donde se ubica la legación, es zona ocupada desde 1967, reconocida como tal por Naciones Unidas. Israel controla civil y militarmente toda la capital triplemente santa. Su Ministerio de Exteriores tiene potestad a la hora de emitir visados y plácets al personal diplomático.

Como informa el Ministerio de Exteriores, el consulado jerosolimitano cubre las demarcaciones de Jerusalén, Cisjordania y la Franja de Gaza y realiza labores de asistencia a los españoles que se encuentran en su jurisdicción, tanto en lo tocante a documentación (pasaportes, libros de familia y otros) como en materia notarial (poderes, testamentaría), de registro civil (inscripción de matrimonios, nacimientos y defunciones) y de asistencia propiamente dicha (ayudas en determinados casos). El consulado también lleva a cabo un programa cultural y supervisa, mediante una Oficina Técnica ad hoc, la cooperación española en su jurisdicción.

Se ocupa, además, de la Obra Pía en Tierra Santa y ejerce la representación diplomática de nuestro país ante la Autoridad Palestina. Ahora mismo, Alfonso Lucini Mateo es su cabeza visible.

Todo eso se complicará ahora, con la decisión anunciada por el ministro israelí. Pero va más allá, porque estamos hablando de uno de los llamados "Consulados históricos" de Jerusalén, de los primeros que se crearon, a finales del siglo XIX, en 1853. 

España y otros países reconocieron formalmente a Israel como Estado soberano, pero se abstuvieron de reconocer la soberanía israelí sobre cualquier parte de Jerusalén, de conformidad con su política de apoyar la idea de internacionalizar la ciudad. La embajada, por tanto, en Tel Aviv, y misión consular separada para tratar con los residentes de Jerusalén y los palestinos.

El Gobierno palestino tiene en gran estima a este grupo de naciones que siempre han estado representadas en la ciudad, en tiempos de control otomano, del mandato británico, de la partición de la Palestina histórica, de Israel como estado, de la ocupación actual. 

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Incluso hay figuras históricas de ese consulado muy recordadas, como la del diplomático Antonio de la Cierva Conde de Ballobar, cónsul español de 1914 a 1920, que dejó un diario de los acontecimientos en la ciudad que es una referencia esencial pare entender el cambio de dominio y la Primera Guerra Mundial. Neutral como España en ese conflicto, se convirtió en "un cónsul para todas las estaciones", representando prácticamente a todas las naciones extranjeras, cuando las legaciones se veían obligadas a cerrar o retirar representantes. "Encargado de proteger las instituciones y posesiones españolas, se involucró con otras órdenes religiosas y luego gradualmente se hizo cargo de gestionar los intereses británicos y franceses en Palestina; más tarde aún, las de italianos y americanos, e incluso, irónicamente, las de las tropas austriacas y alemanas al final de la guerra", explica Orient XXI.