La chimenea que sale de la Capilla Sixtina, en el Vaticano, es el lugar al que todo el mundo mira mientras los cardenales eligen a un nuevo papa en cada cónclave. Si es blanca significa que hay nuevo pontífice, mientras que si el humo sale negro quiere decir que todavía no se ha tomado una decisión y que hay que repetir el proceso. 

El origen de la fumata que anuncia la elección de un nuevo papa se remonta al siglo XIII, cuando Gregorio X estableció en un documento las bases de lo que hoy en día conocemos como cónclave. 

Fue entonces cuando se estableció que el proceso se celebraría con los cardenales reunidos en un lugar aislado y sin comunicación con el exterior. Eso sí, desde el siglo XIII algunos procesos han cambiado ya que, por ejemplo antiguamente para conseguir que el humo saliera de la chimenea blanco o negro se quemaban las papeletas junto un puñado de paja. 

Si se quería que saliera blanca se utilizaba paja seca, mientras que si por el contrario se buscaba mostrar una fumata negra se ponía paja húmeda. En algunos momentos ha habido cierta confusión con el color del humo y durante la elección del papa Juan Pablo I en 1978 hubo una fumata gris. 

Actualmente se utilizan dos estufas diferentes para evitar confusiones. En una se queman las papeletas con los votos de los cardenales mientras que en la otra se introducen varios compuestos para dar color al humo. 

En 2013, cuando se eligió al papa Francisco, el portavoz del Vaticano Federico Lombardi explicó que en el momento en el que se queman las papeletas en la primera de las estufas, se activa un mecanismo electrónico en la estufa auxiliar, que está cargada con varios cartuchos con compuestos químicos. 

Para obtener el humo blanco se utiliza clorato de potasio, lactosa y colofonia, mientras que para obtener el color negro se emplea perclorato de potasio, antraceno y azufre.