Mantener la mente activa es uno de los factores clave para evitar un deterioro cognitivo en las personas mayores. Esto suele ser más complicado en algunos casos para quienes se acaban de jubilar y, a pesar de cuidar a los nietos o buscar algunos entretenimientos temporales, se acaban aburriendo y acaban llevando una vida sedentaria delante del televisor. 

Aunque para algunos las opciones como hacer ganchillo, crucigramas o incluso practicar alguna actividad física acorde a sus facultades como caminar, pilates o yoga puede servir para tener una rutina estructurada y tener la mente activa, hay otra actividad que suele pasar desapercibida y que puede tener numerosos beneficios.

Se trata de la cocina, que en clave terapéutica se lleva a cabo en numerosos centros de día y residencias de mayores. Según explican, se trata de una forma de fomentar la "creatividad y la conexión personal", que además puede llevarles a recordar recetas heredadas de sus padres o familiares.

Asimismo, hace trabajar la mente y la coordinación a la hora de recordar pasos, recetas o ingredientes para llevar a cabo los platos y puede fomentar la autoestima al probarlos, compartirlos o verlos elaborados en la mesa. 

Tal y como señalan en la web de residencias Emera, la cocina activa "diferentes funciones ejecutivas (actividades mentales complejas) como por ejemplo la planificación, la ejecución de la tarea y creatividad". Pero apuntan que "además de la estimulación cognitiva, también se trabaja la destreza manipulativa, la coordinación óculo manual, la comprensión numérica, el lenguaje, etc."

Además de los beneficios a nivel cerebral, puede fomentar algo tan sencillo como el apetito, que a ciertas edades se va perdiendo, ya que "al participar en la elaboración, uno se entusiasma más por comer lo que ha preparado". 

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