La intensificación de los frentes que convierten el conflicto palestino-israelí en un polvorín preocupa por la gravedad de los incidentes y por las consecuencias desconocidas.
Una msión egipcia viaja a la zona para mediar y tratar de lograr un acuerdo que ponga fin a la escalada, en picos desconocidos desde la Segunda Intifada.
El primer ministro se ha visto obligado a congelar su reforma judicial, que hace estallar la división de poderes. El descontento y la división social lo ha forzado.
El titular de Finanzas, del Partido Sionista Religioso, usa un mapa de Israel que incluye las zonas palestinas y hasta Jordania, cosechando una oleada de críticas.
Neyantahu defiende con nuevas declaraciones de tinte belicista y racista la extensión de colonias judías en Cisjordania, territorio ocupado desde 1967.
El conductor, un palestino en la treintena, ha empotrado su coche contra una parada de bus atestada de gente. Entre los fallecidos hay un niño de seis años.
El secretario de Estado norteamericano defiende la solución de dos Estados. "Todo lo que aleje de ello es perjudicial para la seguridad a largo plazo de Israel".
Junto a su primo, fue condenado a cadena perpetua en 1983 por el secuestro y asesinato del soldado israelí Avi Bromberg. Luego rebajaron su pena a 40 años.
Si nos atenemos a la experiencia acumulada en las dos anteriores revueltas ciudadanas palestinas contra la ocupación israelí, cabría sostener que hoy, al menos de momento, no estamos ante una nueva Intifada. Y eso es así porque, aunque es cierto que se vuelve a registrar un creciente nivel de violencia (pero no más alto que el visto en tantas ocasiones anteriores), la Autoridad Palestina no está abiertamente incitando a la violencia.