La intermitente e imparable sucesión de actos de violencia de apariencia terrorista, fanática o psicopatológica, tanto masivos como en pequeña escala, si es que a ese dolor se le puede poner escala, nos obliga a reflexionar sobre sus causas y efectos. Solo si somos capaces de explicar y comprender qué pasa dentro de la cabeza de esas personas "fanatizadas" o "trastornadas", podremos entender lo que sucede en el mundo global, irracional y bárbaro, que lo facilita y promueve.