Recuerdo una actividad con niños de cuatro o cinco años, en un contexto de juego en el que ellos se transformaban en distintos personajes: animales, objetos, personas en distintas situaciones y, entre otros, pobres y ricos. Cuando eran pobres gimoteaban, daban pena; sin embargo, cuando representaban a los ricos, daban saltos de alegría.
Según la aspirante a alcaldesa, los mendigos que duermen en la calles de Madrid espantan el turismo. Por eso sería deseable sacarlos de la vía pública y alojarlos en albergues. Sin entrar en la viabilidad económica de tal medida, hay un par de cuestiones que valdría la pena plantearse.