ricos
La desigualdad como amenaza
Junto a consecuencias estrictamente económicas, la ampliación de la desigualdad en modo alguno favorece el fortalecimiento de los sistemas democráticos, la participación e identificación de la mayoría de la población con sus instituciones.
La curva del Gran Gatsby
El poder económico y el poder político, en comandita, separan cada vez más a los ciudadanos en lugar de que avancen juntos, de modo que es inevitable que se intensifiquen las tensiones sociales y aumente el riesgo de ruptura social.
La pobreza no es una fatalidad
Hay caminos realizables para erradicar la pobreza y la comunidad académica ha de estar comprometida en favorecerlos, plantearlos y defenderlos. Es un compromiso ineludible. Porque donde hay justicia, no hay pobreza (Confucio).
Clase política: cuando el guardián ensancha la brecha
La clase política española, esa amalgama de 80.000 representantes sufragada con dinero público, ha dejado su papel como protector de los más débiles para garantizar el enriquecimiento de aquellos que, cada vez, son más ricos.
Impuestos y recortes: favorecer a los favorecidos
Los sucesivos gobiernos atienden, más que a la generalidad de los ciudadanos y a los principios constitucionales que deben regir el sistema tributario, a los grupos de presión correspondientes a las élites económicas.
Más desigualdad, menos justicia, menos democracia
¿Qué hacer? Demostrar que más desigualdad es menos futuro. Luchar por más transparencia, para que se pueda saber quién defiende qué, y qué intereses hay detrás. Luchar de manera global por la legalidad fiscal. Avanzar en la creación de una tasa sobre las transacciones financieras. Y sobre todo, ser consciente que luchar por la democracia no es sólo luchar para que cada cuatro años haya elecciones.
Los ricos pagan más impuestos para sostener la sanidad, ¿Un cuento chino?
Comparando una persona rica con una pobre, lógicamente el rico va a pagar más por el hecho de que tiene más ingresos, pero no es cierto que los ricos paguen más para sostener la sanidad. El argumento no se sostiene en el caso del IRPF, que es progresivo, y tampoco en el del IVA, que pagan unos igual que otros.