La escritora irlandesa recrea en 'Hamnet' la vida de la esposa del genio inglés y su hijo pequeño. Una novela delicada, bella y profunda sobre la pérdida, el duelo, la maternidad, el dolor y la belleza y el arte que surgen de las sombras
Equus, del recientemente fallecido Peter Shaffer en Arte y Desmayo ha sido el éxito off de la segunda mitad de la temporada madrileña tanto de crítica como de público. Razones no faltan. Tantas, que parece un montaje de un teatro on o de un centro dramático nacional. Tantas, que desde la periferia del circuito teatral fue capaz de atraer la atención hasta de los telediarios de las cadenas nacionales.
Si esta crítica tuviera la capacidad de hechizar como las flores que se usan en la obra, debería ser capaz de animar al público a ir a ver esta obra que anuncia el calor de los cuerpos en verano. Cuerpos que se atraen por el hechizo que encierra una mirada. Cuerpos y corazones que se ganan fuera de las leyes de los hombres y con la libertad de los dioses.
No sé dónde ni cuándo leí que los personajes ilustres son siempre identificados por su apellido. Aún más restringido es el círculo de artistas a quienes sólo conocemos por el nombre. Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. Para mí, uno de ellos es Gonzalo Suárez, un nombre propio que se ha abierto un hueco en la historia del cine.
A cuatrocientos años de la muerte de Shakespeare, no podía faltar una propuesta de la única compañía española que ha actuado ¡dos veces! en el Globe Theater de Londres. Se trata de Fundación Siglo de Oro, especializada en el repertorio de aquella época, que presenta la obra Trabajos del amor perdidos en los Teatros del Canal, para regocijo de quienes quieren a un Shakespeare, Shakespeare.
Ya sea su descripción del efecto corrosivo que tiene el poder absoluto en Macbeth, de los prejuicios en el Mercader de Venecia o la guerra y del orgullo nacional en Enrique V, las obras y los sonetos de Shakespeare nos siguen llegando al corazón a pesar del paso de los siglos.
Más allá de discusiones estériles sobre si el mundo celebra más a Shakespeare o a Cervantes o de si nos rasgamos las vestiduras (yo, el primero) sobre el particular, me parece que el IV centenario de la muerte de Cervantes debe servir para analizar qué tipo de conmemoraciones queremos de los símbolos patrios (el icono Cervantes es más internacional que el jamón ibérico).