Por qué Ciudadanos y Podemos ya no te excitan

Por qué Ciudadanos y Podemos ya no te excitan

Los dos partidos nuevos ponen cada vez menos a los electores. Las encuestas de opinión señalan con datos que la pasión ya no es la misma que desató la libido de tantos españoles a principios de este año y les empujó a enamorarse de ellos con la intensidad de un affaire de verano. Vuelta a la rutina, parecen dispuestos a regresar a los brazos del marido y la mujer de toda la vida.

Los dos partidos nuevos ponen cada vez menos a los electores. Las encuestas de opinión señalan con datos que la pasión ya no es la misma que desató la libido de tantos españoles a principios de este año y les empujó a enamorarse de ellos con la intensidad de un affaire de verano. Vuelta a la rutina, parecen dispuestos a regresar a los brazos del marido y la mujer de toda la vida. Podemos ha rebajado cerca de diez puntos su atractivo desde enero, cuando Pablo Iglesias se convirtió en el nuevo sex symbol de la política, y Ciudadanos también ha perdido capacidad de seducción desde que en abril se hablara de empate técnico entre los cuatro grandes, con una intención de voto de más del 19%, según Metroscopia, que en la actualidad ronda el 11%, según el CIS y Myword. Muchos anabolizantes necesitan tomar ambos para recuperar el músculo que erotizó a los decepcionados.

Metáforas aparte, ¿por qué los dos partidos que iban a terminar con el bipartidismo se desinflan? ¿Tienen razón las encuestas? ¿Qué puede frenar la caída de ambos?

La respuesta parece fácil: los pactos desgastan. Pero hay mucho más.

Que no cunda el desánimo, se dicen en Ciudadanos. Al fin y al cabo, no fueron ellos quienes se equivocaron en los datos, engordándolos, sino las mismas encuestas.

El principal anabolizante que les hizo aumentar masa muscular fue el cabreo de la ciudadanía con el PP y el PSOE, pero en cuanto han entrado en juego los pactos poselectorales, las cosas han cambiado. "Antes de las elecciones municipales y autonómicas, Podemos ya mostró síntomas de problemas con la financiación y falta de democracia interna. Ahora se ha añadido que no todas sus bases encajan los pactos con el PSOE y que se han quedado sin estrategia. Era sencillito cargar contra la casta y denunciar la corrupción. Ahora tienen que hablar de políticas públicas y están en los gobiernos". Es el análisis de un demoscópico cercano a los socialistas, que ha seguido muy de cerca el fenómeno Podemos y siempre observaba con escepticismo el crecimiento de Ciudadanos, a los que considera "muy guapos. Son como presentadores de la Sexta, pero sin sustancia detrás. Ya les dijeron que mejor que no hablaran y ahora ha aflorado su falta de capital humano. Están cayendo mucho, cerca del 9%, porque les votaron gente crítica con los grandes partidos, sobre todo con el PP, y no entienden que hayan pactado con ellos. Los críticos son menos fieles, así que la decepción conlleva retirada de confianza".

¡Ay la infidelidad! No sólo entra en juego en los tórridos romances estivales, sino que cuanto más jóvenes son los protagonistas, más volubles resultan, y en esta fácil apreciación coincide otro demoscópico que está a punto de pasar a ser no solo el asesor de cabecera del PP de Génova, sino también de La Moncloa, si Arriola se jubila de verdad, como va diciendo. "El votante de los partidos nuevos es un votante más joven, con nivel de estudios y más exigente, y si les decepcionas, pues cambian su voto. Ciudadanos y Podemos están como UPyD e IU", subraya el asesor de Génova, aunque reconoce que mientras el voto de Podemos siempre le salió en torno al 15%, con Ciudadanos tiene más problemas a la hora de hacer pronósticos, porque todo lo que se infla muy rápido también baja con celeridad, pero además, "el sistema electoral les perjudica mucho. Si superas el 15% conviertes el voto en escaños muy fácilmente, pero si estás por debajo, lo que le pasaba a UPyD e IU, no logras buena representación".

Que no cunda el desánimo, se dicen en Ciudadanos. Al fin y al cabo, no fueron ellos quienes se equivocaron en los datos, engordándolos, sino las mismas encuestas. Así es como se lo toma José Manuel Villegas, vicesecretario general y jefe de gabinete de Albert Rivera. "Para nosotros, los resultados electorales de mayo fueron muy buenos, porque logramos una representación que no teníamos, lo que fallaron fueron las encuestas que daban a los cuatro partidos empatados. En las elecciones catalanas tenemos expectativas de quedar por delante de PP y de PSC, y eso influirá en las generales". En cuanto a la presunta decepción de los votantes por la política de pactos, no niega que a la gente le cuesta asimilar "los cambios que hemos logrado mediante los acuerdos que han hecho que los grandes partidos varíen sus políticas y algunos de sus comportamientos. Hemos demostrado que votar a los partidos nuevos no suponía obstruir las instituciones".

Los socialistas también tienen un serio problema, que no reconocen en público ni de broma. Y es que Rajoy ha sacado las armas y por fin ha definido la estrategia.

Al igual que Villegas, ninguno de los demóscópicos consultados se atreve ahora a mantener esos porcentajes que mostraban empate en la intención de voto.

Más bien suscriben la tesis del exsecretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, siempre tan dado a las metáforas futbolísticas. "Es igual que en la Liga, dos grandes partidos pelean por el primer y el segundo puesto. PP y PSOE son Barcelona y Madrid; Podemos y Ciudadanos, a distancia, son el Valencia y el Athletic", teoriza el político y profesor de Química, que no duda en aconsejar a los suyos en cuanto le consultan -cada día, por cierto- y recordar que lo que Ciudadanos y Podemos no sabían es lo que entendieron hace tiempo los protagonistas del bipartidismo, que los pactos son esquizoides. Y la esquizofrenia hay que tratarla con sumo cuidado para vivir bien con ella.

¿Significa esto que a la vuelta de las vacaciones nos hemos encontrado con que el bipartidismo ha vuelto a ganar? Nadie se atreve a pronosticarlo así de descaradamente, pero los hay -como un exministro socialista muy relevante de nuevo- que opinan que "la mitad del Parlamento se elige en provincias, donde los nuevos partidos no van a rascar bola. Además, en el Parlamento están los nacionalistas, Unió, PNV, etc, que también cuentan a la hora de pactar. El éxito de Ciudadanos y Podemos va a depender más de las estrategias del PP y el PSOE que de las de ellos mismos".

Claro que ahora los socialistas tienen un serio problema, que no reconocen en público ni de broma. Y es que Rajoy ha sacado las armas y por fin ha definido la estrategia. Cuenta con la recuperación económica como baza electoral que va calando poco a poco, sobre todo en ese medio millón de votantes peperos abstencionistas que les abandonaron en mayo -aunque ya se ha demostrado que esa recuperación también favorece al PSOE en voto- y se está aflojando el cabreo de la ciudadanía. Además, son los amos en el manejo del miedo. Han pasado del miedo a Podemos que iban a hacer lo mismo que Syriza y Tsipras en Grecia con la recuperación económica, a utilizar sin prejuicios a Mas y las elecciones catalanas del 27-S para demostar que lo primero es la unidad de España, que están dispuestos a todo -hasta a cambiar la naturaleza jurídica del Tribunal Constitucional- "y a pasear a un tipo como Garcia Albiol por el Congreso de los Diputados -cuando se presenta por Catalunya- sin pudor. Y todo pensando en las elecciones generales. Las catalanas, las dan por perdidas", esboza uno de los entrevistados próximo al PSOE.

Sí. Las estrategias ahora están mucho más claras en el PP, reconoce el asesor electoral de Génova, y no van a parar hasta recuperar a sus votantes de derechas, aquellos que estaban tan cabreados que se quedaron en casa o fueron engañados por la musculatura de Albert Rivera e incluso la fibra sin grasa de Pablo Iglesias.

"Los dos nuevos tenían que haber hecho pedagogía y explicar que la sociedad es plural y que cuando la democracia es plural, hay que pactar, pero cuando tú has descalificado tanto a la casta, ahora parece que contribuyes a alimentarlos", dice una fuente próxima a Moncloa, convencido que solo una hecatombe provocada por el efecto Catalunya el día después del 27-S, o el frenazo en seco del crecimiento económico por unas dimensiones imprevistas de la crisis en China, pueden devolverles al cuatripartito.