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El proyecto científico español que busca que cultivar rábanos o tomates en la Luna sea posible

El proyecto científico español que busca que cultivar rábanos o tomates en la Luna sea posible

Esta iniciativa 100% nacional busca revolucionar la experimentación en la agricultura espacial.

De izquierda a derecha, Enzo Van De Ven y Francesco Cacciatore, de Orbital Paradigm y Jose María Ortega-Hernández y Jorge Pla-García, de Green Moon Project.Green Moon Project

"El objetivo a largo plazo es alimentar a los astronautas en el espacio de una manera sostenible, es decir, que se puedan generar los recursos in situ sin tener que lanzar desde la Tierra los alimentos que se necesitan". Esta es la idea del proyecto científico español Green Moon Project. En otras palabras, la intención que tienen los investigadores es la de conseguir que las personas que viajen a la órbita baja terrestre o a la lunar puedan alimentarse de plantas hortícolas como rábanos, tomates o zanahorias que se cosechen ahí.

El pasado 17 de diciembre, anunciaron un nuevo paso en su investigación, ya que uno de sus invernaderos volará al espacio a finales del 2026 a bordo de la cápsula de Orbital Paradigm en la bautizada como misión Learn To Fly, algo que no dudaron en describir como "un hito histórico para la experimentación de la Agricultura Espacial".

Todo esto comenzó en 2016 cuando José María Ortega, ingeniero aeronáutico e investigador principal de Green Moon Project, fundó esta idea siendo todavía un proyecto universitario. Se presentaron a un concurso de Google y llegaron hasta la final siendo una de las propuestas más innovadoras. Desde entonces y hasta ahora, los ochos científicos que lo componen buscan conseguir que lo que comenzó como un sueño universitario se haga realidad.

Jorge Pla-García, investigador en Ciencias Planetarias en el Centro de Astrología y coordinador tecnológico y científico, explica que el objetivo es el de lograr "un pequeño invernadero autónomo y modulable que permitiría generar en el espacio los alimentos que necesitan las personas y generar también oxígeno, ya que las plantas pueden generar este recurso y eliminar a su vez el CO2 de una eventual atmósfera de dentro de los invernaderos". 

Por ello, el acuerdo con Orbital Paradigm es la constatación de que va hacia adelante. Así lo explica su fundador: "Va a estar si todo va bien 15 días en ingravidez y vamos a tomar datos, imágenes, vídeos, porcentaje de oxígeno, CO2, luminosidad, etc. Luego va a volver a la Tierra y no se va a desintegrar porque hay un escudo térmico, así que nos lo entregarán y el equipo biológico podrá hacer una serie de mediciones para ver cómo ha respondido a esa ingravidez, que es algo que no podemos testar en la Tierra".

"Es decir, gracias a este acuerdo va a haber un invernadero robótico y autónomo orbitando la Tierra por primera vez en la historia espacial. Ha habido cultivos, pero siempre monitorizados por astronautas", añade Ortega, que destaca que en 2024 ya publicaron un artículo científico junto al Centro Espacial de China con datos que habían obtenido.

Además, la idea es que pueda funcionar tanto en la órbita baja terrestre en todo lo que se conoce como new space y para la que hay fuertes inversiones del sector privado (es donde volará el año que viene), pero también se puede colocar en suelo lunar o marciano.

"Hasta ahora no se había tenido constancia de cómo iban a responder las plantas en la órbita lunar, que es seis veces menor que la gravedad que la terrestre, porque siempre habían estado en la Tierra. Antes de vernos con asentamientos humanos y estancias prolongadas ahí teníamos que entender ese conocimiento y esto es lo que está tratando de articular Green Moon Project", sentencia Ortega.

Un proyecto de tres patas 100% español

Si hay una característica que destacan en todo momento ambos científicos es que, a diferencia de otros proyectos similares a nivel mundial, es que está compuesto por tres ramas principales, que son la biología vegetal, la ingeniería espacial y la geología planetaria.

Tanto Pla-García como Ortega forman parte del equipo de ingeniería espacial. "Nosotros somos los que construimos la cápsula en sí misma con un sistema que pretende crear una atmósfera similar a la terrestre, que es lo que necesitan las plantas y que tenga una temperatura de entre 15 y 28 grados. Lleva un sistema de lámparas LED que van a propiciar que se realice la fotosíntesis y podemos simular la presión, la temperatura y la luminosidad y además tiene un sistema de riego para aportar el agua al sustrato", afirma Pla-García.

Sobre los otros dos equipos, describe que en la parte de biología vegetal hay investigadores de la empresa de I+D granadina Innoplant que son los encargados de seleccionar las semillas de cada tipo de planta, hacer los experimentos en la Tierra y ver cuáles funcionarían en el espacio.

El interior de la cápsula de Green Moon Project.Green Moon Project

"Están probando semillas de diferentes plantas como lechugas, espinacas, zanahorias, brócoli, rábano, tomate y estudiando sus parámetros. Miran el tiempo de germinación, el que necesitan para ser cultivadas, cosechadas, el espacio que ocupan porque se necesitan que sean pequeñas, si tienen necesidad de florecer, los nutrientes que aportan porque tienen que alimentar al humano, cuántos kilos se producen por cada hectárea, los recursos de luz y de agua que consumen, etc. De entre todas parece que la ganadora es el rábano porque tiene un tiempo de germinación de solo cuatro días, en 30 se puede cosechar, no necesita florecer, tiene una altura de 15cm, unos nutrientes que son buenos para el astronauta y no es exigente de luz y agua", añade este investigador de 44 años, que confiesa que el astronauta español Pablo Álvarez le dijo que los tomates eran su verdura favorita.

Respecto a la tercera y última pata, la de la geología planetaria, es la novedad, ya que han construido un simulante de suelo lunar, bautizado como Regolito, utilizando suelo volcánico de la isla de Lanzarote. "Hemos estado siempre en colaboración el Instituto de Geociencia y gracias a ellos y a la UCM se hizo un sustrato regolítico y es el que hemos estado usando en Granada en nuestros ensayos porque su composición se parece mucho al de la Luna", afirma Ortega, que indica que añadiendo un abono se ha conseguido que las plantas crezcan mucho mejor que lo hacían en esta superficie sin ese microorganismo.

Además, el fundador del proyecto avanza que en febrero parte del equipo irá a la isla de La Palma a estudiar un extracto del suelo, tras la erupción del 2022: "La erupción de Lanzarote en términos geológico es joven, pero ese terreno de la de la Palma, al ser tan reciente, no ha sido erosionado por las condiciones meteorológicas resulta que se parece mucho a la de la misión Apolo 17".

La década de 2030, la suya

Tras la misión del año que viene junto a Orbital Paradigm, Green Moon Project va a trabajar de cara a que en la década de 2030 esté listo para el funcionamiento. Esa va a ser la suya.

"El objetivo principal y a largo plazo es poner un ser humano en Marta, pero como es tan difícil están afrontando este problema en diferentes plazos. El primero es hacer asentamientos permanentes en la Luna, porque ahí nos va a dar el conocimiento para llegar después a Marte, que yo lo veo para la década del 2040. La del 2030 va a ser la década de la Luna y Green Moon Project va a ir de la mano de estas misiones Artemisa a Marte, pero también de la mano de la visión privada de poner estaciones espaciales en órbita baja terrestre, por eso nuestra década es la que viene, la de los 30. Nuestra intención es tener el proyecto funcionando durante toda esa década en bases en la Luna", apunta.

Ambos señalan que gracias a ese new space que se ha creado se ha democratizado los lanzamientos y que va a permitir que, como ellos, se haga mucha ciencia: "Es un hito tecnológico y técnico el haber sido capaz de embeber nuestro experimento de Green Moon Project dentro de la cápsula y esa ingeniería que vamos a lanzar desde España".

Además, todos sus pasos sirven como respuesta a todos aquellos que no creyeron en ellos o que les dijeron que no era viable. "Es una carrera de ultrafondo, hay que tener mucha resiliencia porque está siendo mucho trabajo, muchas horas invertidas de proponer el instrumento y que lo rechace, pero siempre hemos tenido una fe infinita en este proyecto", finalizan.  

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Alfredo Pascual es redactor de Virales en El HuffPost en Madrid. Escribe sobre noticias de televisión, política, redes sociales, deporte, etc. Estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y un máster en Periodismo de investigación, datos y visualización en la UNIR. Antes de entrar en El HuffPost estuvo en la Cadena Ser y en el Heraldo de Aragón. Puedes contactar con él en alfredo.pascual@huffpost.es