Un español cruza la frontera de Rusia y en ese mismo momento empieza la pesadilla: "Lo que pensaba que me iba a pasar en Irán me está pasando en Rusia"
"¿De qué tengo que tener miedo en Rusia? ¡Madre mía!".

El usuario de TikTok Fabio Belnome (cuyo nick es Volatadipeluca) ha difundido un vídeo en dicha red social en el que relata su odisea para cruzar la frontera de la Federación Rusa. "Lo que pensaba que me iba a pasar en Irán me está pasando en Rusia", explica.
El joven relata que está haciendo un viaje en coche hasta Japón y, en su viaje al este, ha pasado de Kazajistán a suelo ruso con no pocos problemas. Y que tenía sospechas de que podía tener problemas... y los ha tenido. "Primero, en Rusia no se acepta ni Visa ni Mastercard", dice en referencia a dos de las tarjetas de crédito más conocidas en el mundo. Viendo que eso podía pasar, el chico llevaba el depósito de gasolina lleno y había añadido dos bidones más, por si acaso.
Pero su previsión no era suficiente. "Cuando estoy entrando en la frontera para salir de Kazajistán, me dicen los militares que no puedo exportar gasolina de Kazajistán a otro país", relata. El viajero trató de explicar a los uniformados que no estaba exportando nada, sino llevando combustible para uso propio. "Emergency only". "No os voy a decir dónde me la han hecho tirar porque os explotaría la cabeza", denuncia. "Intentaré olvidarlo cada vez que recicle una lata de cerveza", añade.
Tras esa faena, le han hecho en control de pasaporte y de coche, que no ha sido muy traumático. Le han puesto el sello... "y para Rusia". Y al llegar al país que comanda Vladimir Putin, afirma, "ha cambiado todo". "Las caras han cambiado, la gente ha cambiado. Messi, ya no se habla de él. Cristiano, ya no se habla de él... Les da igual el Barça y el Real Madrid", expone. "Empezamos diferente".
Relata que tiene que mostrar su pasaporte, aparca el coche, va al control de pasaportes ("una salita pequeña llena de gente") y al entregar su documento nota la extrañeza del funcionario, porque él no es de Uzbekistán, Kazajiistán o Kirguistán, los que suelen cruzar esa frontera. Cuenta que llega otro empleado a ver su caso y que, cuando por fin van a ponerle el sello en el pasaporte, uno de ellos se queda parado con el brazo en el aire. "Y yo: noooooo". Lo cierra y se va.
Se lo da a un hombre con otro uniforme, que le pide al chico español que tome su coche y haga antes el control del coche. Le dan un papel "supercutre" que "parece que vale oro". Le obligan a sacar todo del coche, "todo todo todo" y le dan el ok. "Brutal".
Pero de vuelta en el control de pasaportes lo meten en una sala y pasan "10 minutos, 20, 30, 40...". A los 45, dice, aparece otro señor, se lo lleva a un despacho y le hace preguntas. "Y en ese despacho hay un policía sin ir vestido de policía". "Aquí ya las cosas son serias", piensa entonces. Tanto, que le piden su teléfono móvil. Lo tenía en el coche, se lo da y le miró aplicaciones, fotografías, Whatsapp, todo. "Telegram is Russian", Telegram es ruso, le dice. Pero él no lo lleva. O eso cree... porque no recuerda que se lo descargó antes de ir a Irán para poder hablar con su hermano.
Le preguntan a qué se dedica y en el visado, en su día, puso "ventas" y eso no se lo creían en el interrogatorio. "La cosa se estaba empezando a complicar un poco". Preguntaron cómo había sacado la visa, cómo había llegado al país... "y no se lo acababan de creer". Y entonces le llega la gran pregunta: "¿Hay mucha gente de Ucrania en Barcelona?". Le respondió que sí, que se veían las matrículas, pero pronto se dio cuenta de lo que decía y añadió: "Pero también hay rusos, eh".
Le preguntaron si era su primera estancia en Rusia y por qué iba y él respondió que tenía interés, que es "uno de los países más bestias del mundo" y le hacía ilusión. Y le preguntaron también si no le daba miedo. Su respuesta: "No, hasta ahora". "¿De qué tengo que tener miedo en Rusia? ¡Madre mía!", dice en el vídeo.
Lo han metido en otra sala, otros 20 minutos, lo saca fuera, le da el pasaporte, y cierra con un "Welcome to Russia", o sea, bienvenido a Rusia, y un apretón de manos. "Se me pone la piel de gallina", reconoce el chico, por lo épico del momento, "como si fuera el final de una película". Le dio las gracias, salió "cagando leches" y ya pudo ir conduciendo por las carreteras del país.
El problema es su viaje prosigue por carreteras sin asfaltar, sin efectivo, sin que le funcionen las tarjetas de crédito... "Deseadme suerte", es su mensaje final. Que la tenga.