Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Groningen, en los Países Bajos, publicado por medios como El País y Executive Digest, sugiere que los colores de coche más comunes —como el blanco, el negro y el gris— no solo responden a motivos estéticos o prácticos, sino también psicológicos.

En particular, el color gris, elegido por muchos por ser discreto y fácil de mantener, es asociado en el estudio con personas serias y moderadas, pero también con una baja creatividad y una fuerte tendencia al conservadurismo. 

Por su parte, quienes optan por el marrón son descritos como individuos sencillos y cautelosos, mientras que los conductores de coches amarillos, pese a su aparente espíritu atrevido, son calificados como personas con preferencias estéticas firmes. 

Según los investigadores, el amarillo refleja un deseo de destacar sin una verdadera motivación personal o coherencia en el gusto, lo que se traduce, según sus conclusiones, en una percepción de menor inteligencia por parte del observador y, potencialmente, una correlación real con habilidades cognitivas más limitadas.

Aunque estas afirmaciones han generado cierta polémica, el estudio no se basa únicamente en juicios subjetivos, sino en una combinación de análisis estadístico, perfiles psicológicos y datos de comportamiento recogidos durante varios años.

Como contrapartida, el blanco es señalado como el color más frecuente entre los conductores evaluados como más inteligentes. Los investigadores concluyen que las personas que eligen este color tienden a ser más racionales, organizadas y con un mayor sentido práctico. 

Pese a lo llamativo de las conclusiones, los propios autores del estudio reconocen que estos resultados no deben tomarse como verdades absolutas. La elección del color de un coche puede estar influenciada por múltiples factores —desde la disponibilidad hasta el precio o incluso la moda del momento—, y no siempre refleja fielmente la personalidad o capacidades del propietario. Sin embargo, como tendencia general, sostienen que existe una correlación significativa entre el color del coche y ciertos rasgos de la conducta y la percepción personal.