Violeta o el timo de la moda 'curvy'

Violeta o el timo de la moda 'curvy'

YOLANDA DOMÍNGUEZ

Sí, miren de nuevo la imagen. En ella aparece una mujer desnuda tapándose los pechos, con las piernas entrecruzadas y carita angelical. Está en una marquesina adornando el espacio público como las macetas de las rotondas. Sonríe, tiene la boca ligeramente abierta, ni rastro de celulitis, tampoco de pelos, es blanca y es joven. Hasta aquí nada que nos llame la atención. Pero... ¡anda! Resulta que la modelo es "curvy" y es la imagen de una marca que ha entendido muy bien que tiene un nicho mercado con las mujeres que se salen del canon. ¿Que tú también has caído en su trampa y celebrado por todo lo alto que esté comprometida con la diversidad? Siento aguarte la fiesta amiga: vamos a desmontar algunas de sus mentirijillas.

La marca Mango, artífice de esta ingeniosa estrategia empresarial, decidió un buen día que las gordas, las fofisanas o las curvys no pondrían un pie en sus tiendas. Tal cual. Pero no estaba dispuesta a perder clientela, así que abrió otros locales diferentes en calles paralelas (excluir de tu chiringuito a las mujeres a partir de la 40 es todo un ejemplo de integración, sí señor). Y por si eso no fuese suficiente, se cambió el nombre de "Mango" a "Violeta", no vaya a ser que las gordas se confundan de tienda. En el entorno virtual también deja bastante clara cuál es la diferencia: las señoras curvys no entran en la categoría de "Mujer", "Hombre", "Niña", o "Niño". Ellas son una sección aparte que no tiene sexo ni edad y que se llama simplemente "Violeta".

Cuando una marca tiene la intención de integrar la diversidad de cuerpos en su publicidad no crea una marca aparte, en una tienda aparte y con una publicidad aparte

Pero adentrémonos un poco más en los entresijos de esta marca con alto compromiso social. Si te dejas llevar por el entusiasmo inicial de sentirte representada y echas un vistazo a las prendas de su página... ¡Oh, no! Las modelos curvys se desvanecen y se vuelven a skinnies, flacasanas o delgadas. Bajón. Cabreo. Indignación. Resulta que todo era fachada. Es cierto que algunas sonríen y, si haces mucho scroll, te encuentras alguna talla mayor de la 42, pero todas siguen siendo jóvenes, tersas, guapas... ¡Un poquito más de variedad por favor!

La mujer desnuda en la marquesina es la modelo Ashley Graham que protagoniza su última campaña. "I am what I am" ("Yo soy lo que soy") es todo un canto a la diversidad, pero podían haber sacado algo más de juguillo a eso de elegir. Podíamos haber sido presidentas del Gobierno, ingenieras industriales, domadoras de leones... Pero Violeta ha pensado que lo que más ilusión nos haría del mundo es ser chica desnuda y quieta en marquesina. A las chicas del spot tampoco les ha tocado un papel mejor. Unas bajan por unas escaleras. Otras sacuden un cesto con naranjas. Algunas cantan con un cepillo o un bote de suavizante en mano. Otras cruzan las piernas acompasadas. Y la más ambiciosa lanza un zapato de tacón al cámara... ¡Todo un símbolo de mujer empoderada!

Violeta no quiere hacernos sentir bien, quiere sacar tajada

Violeta, digo Mango, no nos engaña. Cuando una marca tiene la intención de integrar la diversidad de cuerpos en su publicidad no crea una marca aparte, en una tienda aparte y con una publicidad aparte. Tampoco hace editoriales especiales, porque todas las mujeres altas, bajas, gordas, flacas, caucásicas, africanas, pelirrojas, con canas o sin ellas somos normales. Queremos estar juntas, no separadas. Queremos aparecer a la vez, sin etiquetas ni ediciones especiales para hacer lavados de cara. Queremos ser retratadas haciendo cosas interesantes y no tantas patochadas. Violeta no quiere hacernos sentir bien, quiere sacar tajada.