Pedro Sánchez, el candidato que nadie esperaba

Pedro Sánchez, el candidato que nadie esperaba

PANDELET

En el despacho de Pedro Sánchez en la sede del PSOE en la calle Ferraz cuelgan dos grandes fotografías enmarcadas: una de John F. Kennedy y otra de Felipe González. Esas imágenes han visto llegar al poder al hoy candidato socialista, que decoraba con ellas su pequeña oficina en el Congreso de los Diputados hace unos años.

También hay un panel de corcho con dibujos de sus hijas, una instantánea de su mujer, un mapa de Europa y el logo del puño y la rosa. En una esquina cuelga una acreditación con su foto y la designación 01181099A. Era su número de participante en la Conferencia Política que celebró su partido en noviembre de 2013. Allí comenzó realmente su carrera sin que nadie lo supiera, el inicio hacia el puesto más relevante del socialismo español.

El PSOE vivía entonces uno de sus momentos más bajos. Alfredo Pérez Rubalcaba era el líder de un partido alicaído tras la estrepitosa derrota de las elecciones generales de 2011, aunque entonces proclamaba el secretario general que el PSOE había vuelto. En el subsuelo del partido había presiones y golpes encabezados por federaciones como Andalucía y Madrid. Todos se movían entre bambalinas. En aquel cónclave en Madrid los socialistas asistían al deslumbrante desembarco de Susana Díaz y a una especie de “pasarela Cibeles” -decían algunos dirigentes- de posibles candidatos a unas futuras primarias como Carme Chacón, Patxi López y Eduardo Madina.

Sánchez paseaba entonces por los pasillos del Palacio Municipal de Congresos sin provocar la atención de las cámaras. Había sido uno de los organizadores en la sombra de este cónclave, al ser el encargado de coordinar las propuestas que llegaban de sus compañeros y los ciudadanos. Eso le llevó a recorrer decenas de agrupaciones, ponerse en contacto con dirigentes y militantes de todo el territorio y empezar a crear una red de contactos que explotaría meses más tarde durante la carrera por el liderazgo. Empezó a fraguar hasta el posterior lema de su candidatura, “Kilómetros de socialismo”. Pocos se podrían imaginar que aquel conductor de un Peugeot 407 iba a ser su candidato a La Moncloa en 2015.

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Sánchez en un acto del partido

LLEGA EL 'SANCHISMO'

Discretamente se fue formando el primer núcleo de ‘sanchistas’, con la vista puesta en las primarias abiertas que tenía intención de celebrar el PSOE -aunque no tenían fecha-. Un equipo de personas que se convocaban muchas veces vía Telegram y Whatsapp y que tuvo durante un tiempo su cuartel general en el Hotel Vincci Soho, muy cerca del Congreso de los Diputados. Entre los primeros apoyos de Sánchez, estaban José Cepeda, Juanma Serrano, José Luis Fernández ‘Chunda’, José Luis Quintana, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, Sofía Hernanz y Guzmán Garmendia.

Pero, ¿quién era ese joven diputado que se preparaba en la sombra para el asalto? Sánchez (Madrid, 1972) se sentía atraído por la política desde muy joven. La política estaba en la mesa de su casa, suele recordar. Su padre era militante socialista y su madre no tenía carné, pero es una gran seguidora del partido del PSOE.

En 1993 daba el paso y se afiliaba al partido. La primera misión fue montar las Juventudes Socialistas de la agrupación del distrito de Tetuán, en Madrid. Una labor en la que trabajó codo con codo con Maritcha Ruiz Mateos, que hoy es una de las integrantes del núcleo duro de decisiones de Ferraz y responsable de medios de comunicación del partido.

Su vida siempre ha tenido tres vértices: el deporte, la economía y la política. Todos ellos se han mezclado y ha conformado la personalidad del secretario general. El baloncesto se convirtió en su gran pasión durante su adolescencia -que pasó en el instituto Ramiro de Maeztu- y llegó a jugar en el Estudiantes hasta los 21 años. De aquella época le caló la importancia del trabajo en equipo, la constancia y la dedicación.

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Pedro Sánchez, el primero de rodillas a la izquierda

Los números son otra de las columnas. Es Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense y Doctor en Economía y Empresa por la Universidad Camilo José Cela, donde impartió clases de Estructura Económica. Y en esta combinación tiene un lugar especial también Europa -como le recuerda el mapa que tiene en su despacho-.

Era 1995, con la carrera recién acabada, un conocido de su familia le recomendó que se buscara el futuro en Bruselas. Sánchez le hizo caso y se marchó a la capital belga para hacer un máster. De ahí pasaría a ser asesor en el Parlamento Europeo y trabajaría un poco más tarde como jefe de gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia, Carlos Westendorp.

LAS PIRUETAS DE SÁNCHEZ

La vida y la carrera política de Sánchez también tienen mucho de piruetas y giros inesperados. A pesar de su pasión por la política, no consiguió pisar el Congreso de los Diputados hasta 2009, cuando corrió la lista tras la salida de Pedro Solbes del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y de la Carrera de San Jerónimo. La segunda vez que llegó al Congreso también fue carambola, en enero de 2013, por la marcha de Cristina Narbona.

En las elecciones de 2011 su puesto en la lista -que al final no fue de salida- ya le provocó un choque con el que sería años más tarde uno de sus grandes enemigos políticos, Tomás Gómez. El entonces líder del PSM no quería ni ver a Sánchez que había apoyado a Trinidad Jiménez durante las primarias de 2010 para la candidatura a la Comunidad. La exministra de Sanidad es una persona muy importante para el actual líder del PSOE pues le dio la oportunidad de ser concejal en Madrid y hasta ofició su boda.

Durante la consulta en la que salió elegido cuatro años más tarde, Sánchez y Gómez mantuvieron una ‘entente cordiale’ -basada en la necesidad de contar con el apoyo de su federación del PSM y por el ascendente de Díaz-. Pero al final, el pasado nunca se olvida y Sánchez en un día hundió a Gómez con la operación Gabilondo antes de las autonómicas del 24-M.

Eso demuestra también una faceta killer del líder del PSOE, que ha sido criticado en algunos sectores de su partido por falta de mando y control. Pero aunque muchas veces se haya vendido que es era un simple militante, Sánchez conoce bien los entresijos del partido gracias a la época en la que colaboró con José Blanco en Ferraz. Allí también tejió amistad con otro ‘fontanero’, Antonio Hernando. Hoy es su portavoz en el Congreso y va de ‘número tres’ en la lista por Madrid.

EL TÓRRIDO ASCENSO AL PODER

Sus ambiciones se consumaron el tórrido 13 de julio de 2014. Sánchez se convirtió ese día en el primer secretario general del PSOE elegido directamente por todos los militantes. Tres meses antes pocos sabían quién era hasta en su partido. Pero las bolas del billar se habían ido colando y se habían juntado varios factores. El primero fue la dimisión de Pérez Rubalcaba tras el mal resultado de las europeas de mayo. Eso sumado a que el veterano dirigente quería controlar el partido hasta la abdicación del rey -que entonces solo conocían un reducido grupo de la élite española- llevó a celebrar un congreso para elegir un nuevo líder y no propiciar simplemente la elección de un candidato en primarias para las generales.

A la vez se añadió la presión ejercida por Eduardo Madina para “un militante, un voto”. Hasta entonces se elegía a través de delegados, lo que hacía que el ‘aparato’ pudiera controlar más o menos el proceso y el partido se jugara con unas mil papeletas. Este giro llevó a que no saliera la operación para que Susana Díaz se hiciera con la Secretaría General y la andaluza decidió no someterse a una votación incontrolable. Eso hizo cambiar la posición de los soldaditos del Risk socialista y la federación andaluza -la más poderosa, el corazón que bombea sangre al PSOE- se acercó a Sánchez.

El resultado: Sánchez (62.447 votos), Madina (46.439) y José Antonio Pérez Tapias (19.384).

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Sánchez, tras ganar la consulta del PSOE

NO TODO SON ROSAS EN FERRAZ

Comenzaba aquel verano la época ‘sanchista’ del PSOE. Un nuevo líder, un nuevo tiempo, decían en Ferraz. Para pilotar el nuevo capítulo, Sánchez escogía como mano derecha a César Luena. La paz parecía llegar, por fin, a Ferraz.

Pero en esta partida de naipes que es el socialismo español la tregua duró tres meses. La presidenta andaluza, uno de sus más firmes apoyos durante la consulta, se desmarcaba de su líder en una entrevista en El País en octubre de 2014. “Pedro Sánchez tiene una estrategia y yo tengo otra”, decía. Las críticas arreciaban en el partido por el marketing del candidato y por su intervención en directo en Sálvame.

Y es que Sánchez ha caracterizado esta etapa por una americanización de la imagen y de la campaña. Detrás de esta estrategia está Verónica Fumanal, asesora que ya trabajó en el ascenso de Albert Rivera y que colaboró también con el candidato del PSC al ayuntamiento de Barcelona, Jaume Collboni. El propio líder del PSOE ha reconocido esas críticas, pero asegura que ya todos van a El Hormiguero o a Planeta Calleja. Estamos en la campaña más catódica de nuestra historia. A él le gustan las cámaras, explota su imagen - “Pedro el guapo” le llamaban los periodistas en el Congreso- y apuesta por formatos diferentes, como la presentación de su candidatura a la Presidencia en el Teatro Circo Price abrazado a su mujer y con una gran bandera de España de fondo.

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Sánchez y su mujer, Begoña

En esos virajes del socialismo, Sánchez ha tenido también que sufrir la revuelta de José Luis Rodríguez Zapatero, quien no vio con malos ojos su elección. Pero la distancia se agrandó cuando Sánchez renegó del artículo 135 de la Constitución, que se entendió como una enmienda a la gestión del Gobierno socialista, y El Huffington Post desveló la reunión entre el expresidente, el exministro José Bono y los líderes de Podemos, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. En cambio, sí ha sentido el aliento de Felipe González, que frenó al tándem Zapatero-Díaz cuando dijo que había que apoyar al secretario general por “cultura de partido”.

Con altos y bajos, con amigos y enemigos externos e internos llega Sánchez al 20-D. Sus críticos en el partido, según confiesa uno de ellos a El Huffington Post, lo ven como un candidato “sin fuste”. En cambio, los sanchistas confían en darle la vuelta a las encuestas que les auguran un endeble resultado. Fuentes de su entorno más cercano lo califican como “muy trabajador, perseverante, con fuertes convicciones”. “Es más compañero que jefe, no le gusta que le llamen así. Trabajar con él es apasionante y muy intenso”, señalan.

LA HORA DEL EXAMEN

Su primera prueba de fuego la tuvo el pasado 24 de mayo. El PSOE obtuvo sus peores resultados en las elecciones autonómicas y municipales, pero consiguió aumentar su poder territorial -que hasta ese momento se limitaba a Andalucía y Asturias-. Lo que dio aire a Ferraz. De repente, Sánchez vio a muchos de sus barones lograr las presidencias autonómicas, como Francina Armengol (Baleares), Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), Guillermo Fernández Vara (Extremadura) o Javier Lambán (Aragón).

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Sánchez, Díaz y Antonio Gutiérrez Limones

Ahora se la juega él. Además, es consciente de que esta es su ¿última? oportunidad. Aunque ha reconocido que tiene intención de presentarse al próximo congreso del partido, un mal resultado -y más si no consigue ni siquiera la segunda posición- le dejaría en una posición de caída casi segura el mismo día 20.

Su futuro está ahora en manos de los españoles. Él se ha preparado para esta época leyendo las memorias de Willy Brandt y en su cabeza suenan la música de Wagner, Beethoven, La Habitación Roja, Alejandro Sánz y Björk. Cuando tiene insomnio ver series de televisión. Su favorita es la danesa Borgen, todo un manual para el escenario de pactos que se avecina. Días de mítines, de entrevistas, de kilómetros en la carretera. Nada que ver con sus anhelados veranos en la costa almeriense, en Mojácar, junto a sus hijas Ainhoa y Carlota.

Aquella acreditación de la Conferencia Política lleva escrito el lema "¡Conectamos!". ¿Lo logrará Sánchez?