El desmoronamiento de la era Merkel

El desmoronamiento de la era Merkel

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El país que fue hasta hace poco un oasis de estabilidad en Europa vive ahora envuelto en el caos político. Alemania lleva casi cinco meses sin gobierno y las dos instituciones que han representado la estabilidad del país desde la II Guerra Mundial, la socialdemocracia y los democristianos, el SPD y la CDU, se encuentran con un apoyo popular bajo mínimos y con serias dificultades para gobernar juntos de nuevo. El liderazgo de Angela Merkel, otrora intocable emperadora de Europa, podría pender de un hilo, a la espera de que los militantes del SPD den luz verde a un acuerdo para repetir la gran coalición. Hay sensación de final de ciclo.

Casi cinco meses sin gobierno

Las pasadas elecciones alemanas celebradas en septiembre eran consideradas una cita electoral aburrida. Al lado de la victoria de Macron sobre Le Pen o el fallido intento del populista Wilders de quedar primero en Países Bajos, todos los enigmas de la contienda alemana se reducían a escrutar quien sería el socio elegido por Merkel para formar gobierno. El guion estaba escrito, pero varias rocas se han cruzado en el camino.

Merkel quedó primera. Y Martin Schulz, candidato socialdemócrata, segundo. Pero juntos cosecharon los peores resultaos de sus partidos desde la II Guerra Mundial (53% de los votos para dos partidos que en los 70 vivían con un respaldo del 90%). La extrema derecha, en tercera posición, cosechó su mejor marca (13%). El mermado número de escaños rojinegros daba para repetir la gran coalición, pero los socialdemócratas habían prometido que no gobernarían con Merkel de nuevo.

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La canciller ensayó una "coalición Jamaica", así llamada por los colores negro, verde y amarillo de quienes estaban llamados a participar: democristianos, verdes y liberales. Estos últimos se levantaron de la mesa de las negociaciones, aduciendo diferencias programáticas, pero sobre todo tenían buena memoria: la última vez que gobernaron junto a Merkel (2009-2013) perdieron toda su representación en la cámara.

La canciller es especialista en jibarizar a sus socios de gobierno. Lo saben los liberales y ahora también los socialdemócratas, que han gobernado con Merkel ocho de los doce años que la canciller lleva al frente de Alemania. Estos días algunas encuestas sitúan al SPD en el 16% de apoyo - mínimo histórico – prácticamente empatado con la extrema derecha.

¿Brexit socialdemócrata?

Por su deriva menguante y por la repetida promesa de que no volverían a gobernar con la canciller, las bases socialdemócratas están en plena rebeldía contra el acuerdo para repetir la gran coalición. Los más de 460.000 militantes del SPD están llamados a las urnas para ratificarlo. Los resultados se conocerán el 4 de marzo, el mismo día que las elecciones en Italia.

"Me recuerda al Brexit. Veo muchas posibilidades de que los militantes del SPD digan que no", explica a El HuffPost Bernd Hüttemann, Secretario General del Movimiento Europeo en Berlín. "Los militantes, muchos de los cuales han perdido puestos de representación en los últimos años, no se fían de la CDU y piensan que los líderes del SPD están haciendo un mal trabajo de comunicación", concluye Hüttemann. "Lo que sucedió en Reino Unido en 2016 se repite en Alemania. Un referéndum está causando un caos total en el sistema político", apunta Wolfgang Münchau en Financial Times.

En teoría, el acuerdo alcanzado entre la CDU, el CSU (democristianos bávaros) y el SPD es una victoria para los socialdemócratas, que además de hacerse cargo del ministerio de Exteriores y el de Trabajo, se harían también con el todopoderoso ministerio de Finanzas, que hasta ahora pilotaba el temido Wolfgang Schäuble, mano derecha de Merkel. Si en el partido de la canciller hay sensación de derrota por haber cedido demasiado poder (obtuvieron el 33% de los votos frente al 20,5% socialdemócrata), en el SPD muchos piensan que no hay poder suficiente que justifique otra gran coalición.

Schulz se postuló para ser ministro de exteriores, rompiendo otra promesa más, ya que había dicho que no formaría parte de un gobierno de Merkel y enfrentándose a Sigmar Gabriel, su predecesor y actual jefe de la diplomacia alemana. Schulz ha terminado renunciando a ser ministro y ha abandonado también el liderazgo del partido. En un año ha pasado de ser una estrella europea a un político que lo ha perdido todo en la política nacional.

  Merkel y Schulz tras comparecer ante los medios tras una reunión para formar gobierno el 7 de febreroGETTY

"No me atrevo a aventurar el resultado. La dimisión de Schulz debería facilitar que las bases aprueben el acuerdo, pero no está nada escrito. También juega a favor el hecho de que los democristianos estén indignados con haber cedido demasiado", apunta Ulrike E. Franke, analista del think tank ECFR en Berlín.

La emergente líder Andrea Nahles podría también jugar un papel clave para que el acuerdo salga adelante. Fue el apasionado discurso de esta respetada exministra de Trabajo y jefa del grupo parlamentario el que consiguió convencer en Bonn a los delegados del congreso sobre la reedición de la gran coalición.

Final de ciclo

Si los militantes del SPD tumban el acuerdo, lo más probable es que Merkel gobierne en minoría, explica Hüttemann. Sería una fórmula insólita, lo que da idea de los nuevos tiempos para la política del país. "A Merkel no le gusta la idea de gobernar en minoría, pero es probable que esta opción se imponga. La prefiere el presidente alemán, Frank-Wlater Steinmeier, para evitar nuevas elecciones" explica E. Franke a este diario.

Tanto si se reedita la gran coalición como si Merkel gobierna en minoría, hay una sensación de final de ciclo. Se ha agotado el método Merkel, sugiere Jeremy Cliffe en The Economist. La forma de liderar de la canciller, caracterizada por su huida del conflicto partidista, la desideologización y las esperas hasta el último momento para actuar y pretender que sólo había una alternativa parece agotada. "Es un estilo en contra del cual la política del país se ha revuelto" concluye Cliffe.

Si la canciller logra seguir en el gobierno, la mayoría de analistas sugieren que es poco probable que llegue a terminar el mandado de cuatro años. El debate sobre el relevo generacional y las voces críticas cobran intensidad en su partido, aunque es probable que nadie trate de quitarla de en medio, apunta Huttemann. "A los alemanes no les gustan los cambios bruscos, pero es probable que en dos años termine la nueva legislatura y será el final de la era Merkel", concluye el secretario general del Movimiento Europeo en Berlín. El 4 de marzo se conocerá el rumbo que tomará el final de ciclo alemán.

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