Geert Wilders, el candidato holandés que recuerda a Donald Trump

Geert Wilders, el candidato holandés que recuerda a Donald Trump

Parece inofensivo, entre caricaturesco y personaje animado, si no fuera por el fuego que sale de su boca.

Imagen de archivo de Geert Wilders, candidato de la extrema derecha en HolandaREUTERS

Luce tupé rubio platino, traje de chaqueta y corbatas de llamativos colores; sonrisa amable en casi todas sus apariciones. Parece inofensivo, entre caricaturesco y personaje animado, si no fuera por el fuego que sale de su boca. Geert Wilders (Venlo, Países Bajos, 1963) quiere terminar con la llegada de musulmanes en su país y, si se lo permiten, expulsar a los que llevan tiempo allí asentados. Este Donald Trump europeo está a un paso de ganar las elecciones generales el mes que viene en Países Bajos, país de tradición liberal, espíritu abierto y miembro fundador de la Unión Europea. Wilders es un viejo conocido de la política holandesa, pero su formación, el Partido por la Libertad, no había logrado hasta ahora la cima en las encuestas. Wilders cree que, tras la llegada de Trump, ahora es su turno para "hacer a su país grande de nuevo", como declaró en Twitter tras la victoria de su par americano. ¿Por qué esta fuerza, antes marginal, puede ahora ser primera?

Los holandeses no han sufrido especialmente por la crisis económica, pero al igual que en otros países del norte de Europa, han sido receptores de gran inmigración en los últimos años, proveniente sobre todo de Oriente Medio y el norte de África. Desde diciembre de 2010 se han multiplicado los ataques terroristas en Europa, azotando especialmente a dos países vecinos de Holanda: Francia y Bélgica. Wilders vive sus días de gloria a base de conectar estos dos fenómenos, inmigración y seguridad. Poco parece importar que la gran mayoría de inmigrantes – refugiados que en muchos casos huyen del mismo terror que se ha producido en París o Bruselas – nada tengan que ver con la violencia. Tras el ataque contra Charlie Hebdo en enero de 2015, Wilders escribió un tweet: "esto es la guerra". Pero su batalla no es sólo contra los terroristas, sino contra todos los musulmanes. El Corán es para Wilders el equivalente a "Mein Kampf", el manifiesto que escribió Hitler cuando estuvo en prisión e inspiró al nazismo. Es partidario de prohibir la construcción de mezquitas y quiere erradicar el velo de las calles holandesas.

VIVIÓ EN EL VALLE DEL JORDÁN

La particular cruzada de Wilders contra el islam viene de lejos. En su juventud vivió en el Valle del Jordán. Según cuenta, allí percibió que los países musulmanes son violentos y su cultura es incompatible con la europea. Desde entonces, mantiene una relación muy próxima con Israel, cuya causa abraza de forma incondicional. Son constantes las especulaciones sobre la financiación del Partido por la Libertad por grupos judíos ortodoxos (hace poco el periódico de Volkskrant publicó que los servicios secretos investigaron esta conexión entre 2010 y 2011). Está confirmado, eso sí, que norteamericanos de extrema derecha son importantes donantes en la campaña del Trump europeo.

Los orígenes de la cruzada de Wilders contra los musulmanes podrían estar más lejos. Al igual que las gorras rojas de Trump que prometen volver a hacer grande a América pero tienen etiqueta Made in China, el pelo plateado de Wilders, o más bien sus oscuras raíces, tienen una cara B que conduce a Indonesia, ex colonia holandesa y el país con mayor número de musulmanes del mundo.

El abuelo de Wilders, un alto funcionario de la colonia, fue expulsado del país en 1934. Según la antropóloga Lizzy van Leeuwen, el rencor de Wilders, unido a su mezcla étnica, explican en gran medida su particular obsesión con los musulmanes. Las tensiones étnicas en los Países Bajos no son algo nuevo. En 2002, murió asesinado Pim Fortuyn, político crítico con la inmigración y el islam. Dos años más tarde, un holandés de origen marroquí mató a Theo Van Gogh, director de la película "Sumisión", crítica con el trato de los musulmanes a las mujeres. Desde entonces Geert Wilders – que había firmado un manifiesto con Ayaan Hirsi, una de las productoras de la película – vive bajo fuertes medidas de seguridad.

En 2013 al-Qaeda incluyó su lista entre los hombres a los que persigue "vivo o muerto".

CASI ACABA EN LA CÁRCEL

La particular batalla de Wilders casi le cuesta la cárcel en más de una ocasión. En marzo de 2014 se dirigía a sus seguidores en un acto en La Haya y en un momento dado les preguntó: "¿Queréis que en esta ciudad y en todo el país haya más o menos marroquíes?". El público repitió sin dudarlo: "Menos, menos, menos...". A lo que él respondió: "Bueno, entonces habrá que organizarlo".

Un juzgado le condenó recientemente por incitación al odio, pero no le impuso pena de cárcel. Este último escarceo con la justicia – no es el primero ni será probablemente el último - le ha valido a Wilders para presentarse ante los holandeses como defensor de la libertad de expresión, pilar de la sociedad liberal que, asegura, los musulmanes quieren destruir. Cada vez que es preguntado, Wilders condena la violencia, pero no es sorprendente que haya quienes se inspiren en sus palabras para agredir a musulmanes.

El Museo Anna Frank de Ámsterdam elabora anualmente un informe sobre los crímenes de odio y ha detectado un aumento de agresiones contra musulmanes en los últimos años. El terrorista noruego Anders Behring Breivik, responsable de la matanza de 77 jóvenes activistas en la isla de Utoeya en el verano de 2011, citaba en sus escritos a Wilders y su partido, entre otras organizaciones, como una referencia.

Algunos holandeses están molestos con la mala prensa que está dando a su país la posible victoria de Wilders en las elecciones del 15 de marzo (las encuestas otorgan al Partido por la Libertad unos 27 escaños de los 150 que tiene la cámara, los mismos que obtendría el partido conservador y liberal del primer ministro Mark Rutte). En teoría, si Wilders gana no podrá gobernar porque los principales partidos insisten en que no pactarán con él. Pero el precedente de colaboración no es tan lejano. Durante el primer mandato de Rutte en 2010 contó con el apoyo de Wilders para formar mayoría.

Logre o no gobernar, puede que a Wilders no le haga falta. Rutte parece dispuesto a asumir algunos de sus mensajes. En una reciente carta publicada en varios diarios nacionales, Rutte sugería que se marchen del país "todos los que no sean capaces de mostrar respeto y comportarse con dignidad" [una referencia que todos han entendido va dirigida a inmigrantes musulmanes]. A lo que no tardó en responder Wilders vía Twitter con una caricatura de Rutte ataviado con peluca rubia y una demoledora frase: "el original es siempre mejor".

AFICIONADO A TWITTER

Wilders comparte con Donald Trump la afición por Twitter. Tiene 796.000 seguidores, unos pocos más que el primer ministro Rutte (764.000). Consciente de la atención creciente que está acaparando, cada vez se comunica más en inglés. La foto de su perfil aparece coronada por un breve y nada sorprendente mensaje "STOP ISLAM".

Wilders, a modo mesiánico, no sigue a nadie en Twitter, como tampoco comparte la dirección de su partido: él es su único miembro. Los diputados, concejales, militantes, son "asociados". Wilders no se fía de nadie.

Fiel a la era de la posverdad, publicó recientemente una foto en Twitter en la que se podía ver al líder de los liberales de izquierda, Alexander Pechtold, participando en una manifestación islamista a favor de la imposición de la sharía (ley islámica). La imagen había sido trucada de forma que la cara de Pechtold aparecía en una manifestación en la que nunca participó. Ante las denuncias de falsedad, Wilders sigue todavía sin retirarla.

El Partido por la Libertad quiere terminar con el euro y sacar a los Países Bajos de la Unión Europea, una tarea que los sectores más antieuropeos al otro lado del Canal de la Mancha esperan con impaciencia. El tabloide Daily Express titulaba recientemente: "Golpe final: cómo la victoria de Wilders puede causar la implosión de la UE". Aunque la Unión Europea salga airosa de la embestida holandesa, tendrá que lidiar después con las dos principales socias europeas de Wilders: Marine le Pen en Francia (las elecciones son en abril y mayo) y con Frauke Petry en Alemania (elecciones en otoño).

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