El reseteo de Macron: su crisis de Gobierno con giro a la derecha para salvar el mandato

El reseteo de Macron: su crisis de Gobierno con giro a la derecha para salvar el mandato

El liberal, ante el sacrificio de la primera ministra Borne, apuesta por el aire fresco de Attal, sus pesos pesados clásicos y fichajes de la era Sarkozy para salir del bloqueo.

El ahora primer ministro galo, Gabriel Attal, escucha al presidente Emmanuel Macron cuando aún era titular de Educación, tras visitar una escuela en Orange, el pasado septiembre.Ludovic Marin / Pool via AP

Alexis Kohler, el secretario general del Palacio del Elíseo, leía los nombres y saltaba la pregunta. ¿De verdad que esta es la lista de un Gobierno liberal de Francia? ¿Seguro que pertenece a Renacimiento (En Marcha) y no a los conservadores? ¿Dónde queda el macronismo en los 11 elegidos para la gloria? 

El presidente galo, Emmanuel Macron, ha dado esta semana un giro a su equipo, tras la dimisión de la primera ministra, Élisabeth Borne, en el que por un lado ha convertido en premier a un exizquierdista y, por otro, ha recuperado a pesos pesados de la derecha, sobre todo de la era Sarkozy, desplazándose de su centro original. Gana en la balanza la inclinación a estos últimos.

El nuevo equipo de Gobierno de Macron busca enfrentar una legislatura en la que carece de mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, un reseteo que no es regeneración, sino más bien reciclaje, con el que aspira a tener más estabilidad, más base electoral y más margen frente a la ultraderecha creciente. 

Lo ha hecho en dos fases: primero, el golpe de efecto de la juventud y el renacimiento, con el nombramiento de Gabriel Attal, el hasta ahora ministro de Educación, como jefe de Gobierno. Tiene sólo 34 años y es ya el mandatario más joven que ha tenido el país. Llegado al liberalismo desde el socialismo, considerado un chico prodigio de la política, abiertamente homosexual, que deja atrás a una Borne de 62 años, muy quemada por su oposición a la Ley de Inmigración de Macron, que ha salido adelante gracias al voto de la derecha radical de Marine Le Pen, Agrupación Nacional. Un refresco, ilusionante, distinto. 

En la segunda base ha venido el viraje, o no tanto según los críticos que siempre han dicho que Macron es directamente de derechas. El presidente ha acometido un rearme político de tintes claros, azules, confirmando la salida de los miembros más progresistas del gabinete, como el hasta ahora titular de Transportes, Clément Beaune; el ministro de Trabajo, Oliver Dussopt, y la titular de Cultura, Rima Abdul-Malak. Así hace pagar sobre todo las reservas a la polémica norma migratoria, un texto que asume como "imperfecto" pero que para los más progresistas de su Ejecutivo les parecía retrógrado y poco garantista. 

Hasta ahora, Macron tenía un equipo de perfiles mezclados en los que este tipo de disidencia no era extraña, pero en este asunto ha crecido la brecha, como ya pasó con la reforma de las pensiones o la crisis de los chalecos amarillos. "No se trata sólo de una sanción a los críticos, sino de una aclaración del sentido del Gobierno. Es un ajuste ideológico también, buscando calma en el poder hoy y más poder mañana", resume el politólogo Luc Durand, francés asentado en Bruselas

La reconfiguración de gabinete no ha tocado a los pesos pesados del Gabinete: el titular de Interior, Gerald Darmanin; Economía, Bruno Le Maire; Justicia, Éric Dupont-Moretti; y el de Defensa, Sébastien Lecornu. La actual ministra de Deportes, Amélie Oudea-Castera, también continúa en el cargo y añadirá las funciones de Educación que hasta ahora tenía Attal. "En un año clave para los deportes con la perspectiva de los Juegos Olímpicos de París en verano, la extenista ve reforzada su posición en el Gobierno", dice EFE. En ese flanco no hay sospechas de izquierdismo. 

En Exteriores hay salseo, político y personal. Se marcha Catherine Colonna, tras apenas 20 meses en el cargo, y será sustituida por el eurodiputado Stéphane Séjourné, que era el favorito para encabezar el cartel electoral del partido de Macron para las europeas de junio, en las que la extrema derecha es la favorita de las encuestas. Séjourné es un hombre importante en Bruselas y Estrasburgo, porque preside el grupo Renew Europe, de los liberales y centristas, por lo que su pérdida no ayuda a una tendencia que espera datos regulares en los comicios por venir

La causa personal de los cotilleos es que Séjourné ha sido la pareja del actual primer ministro, Attal, con quien no hay relación desde hace dos años, como han tenido que informar sus equipos. Y la política es que también es el jefe del partido Renacimiento de Macron, por lo que está por ver si podrá con toda la tarea o tendrá que ceder el cargo orgánico. 

Seguirán en sus cargos los titulares de Justicia, Éric Dupond-Moretti; Agricultura, Marc Fesnau; Transición Ecológica, Christophe Béchu; y Universidades e Investigación, Sylvie Ratailleau; mientras que Prisca Thevenot, dará el relevo a Olivier Véran en la portavocía del Ejecutivo. 

Un detalle: el Gobierno francés seguirá siendo paritario, pero no habrá ni una mujer en las grandes carteras, como Exteriores, Economía, Defensa o Interior. 

La impronta 'Sarko'

Los nombramientos dejan un equipo reducido a 11 ministros liderados por Gabriel Attal -exmilitante socialista de 34 años que ha hecho carrera en el macronismo- que cuenta con tres miembros que ya fueron titulares de cartera con el exprimer ministro Nicolás Sarkozy, de Los Republicanos, la derecha clásica: son Darmanin, Le Maire... y la gran novedad, Rachida Dati, que además de ministra es una mujer muy cercana al antiguo mandatario y que hasta ahora estaba en la oposición en París, opuesta a la alcaldesa socialista Anne Hidalgo, aspirando a ocupar ella el puesto en 2026. A ellos se suma Catherine Vautrin, que no fue ministra pero sí vicepresidenta de la Asamblea Nacional con el mismo Sarkozy y ahora va a ocupar la cartera de Trabajo, Salud y Solidaridad.

Dati no sólo es el nombre más polémico por su origen y peso en la familia republicana, sino porque fue imputada en 2021 (aún sin juicio) por aprovecharse de un abuso de poder y de tráfico de influencias, y también por corrupción pasiva. Se la acusa de haber recibido 300.000 euros anuales de Renault-Nissan mientras era eurodiputada, entre 2009 y 2013, en concepto de un supuesto asesoramiento jurídico a esta alianza automovilística. Ni eso ha echado para atrás a Macron, aún cuando el caso le puede estallar en el Gobierno. 

La "Conexión Sarko", como la ha llamado Liberation, es potente. Y ha sido decisión de Macron, porque Attal no ha participado en la confección del equipo, según medios cono POLITICO, que indican que recibió la lista hecha. Supuestamente, el primer ministro recién llegado había prometido al líder de Los Republicanos, Eric Ciotti, que no le iban a robar ningún diputado de derechas para el gabinete, por lo que el fichaje de Dati, aunque técnicamente fuera edil y no parlamentaria, ha sabido a cuerno quemado a la derecha. Se habla de "traición" y de "incumplimiento" y se avisa de que así no. 

Dati ha querido seguir teniendo el carnet de su partido de siempre, pero ha sido expulsada. "Se coloca fuera de nuestra familia política. Ya no forma parte de Los Republicanos. Nosotros estamos en la oposición, así que lamentamos las consecuencias de su elección", justificó Ciotti.

Gabriel Attal aplaude a Elisabeth Borne, el pasado 9 de enero en París, en la ceremonia de traspaso de poderes.EMMANUEL DUNAND / Pool / EPA / EFE

Las razones

Si Macron quería tenerlos contentos y lograr su apoyo en las votaciones imposibles de la Asamblea, no parece que le vaya a dar resultado. "Este Gobierno no tiene mayoría y las elecciones que se han hecho quizá contribuyan aún más a que no tenga mayoría", amenazó ya el jueves por la noche Ciotti. Entonces, si a lo mejor no le da votos clave en el parlamento, ¿para qué ha hecho esto Macron? 

Durand dice que ha habido un "deseo de impresionar" con Attal y su juventud y talento y otro deseo de "dar seriedad" con nombres conocidos, pero sobre todas las cosas habla de una estrategia: ir a por la derecha y "convertir la elección de los votantes en una disyuntiva que sea o su liberalismo o la ultraderecha, porque las demás opciones estarán tan debilitadas que no podrán brindar gobernabilidad". 

"El giro a la derecha era esperado, aunque Los Republicanos se enfaden no dejan de ser guiños a sus políticos y sus políticas y puede haber sintonía a la hora de votar, por molestos que estén, que es lógico. Se han quedado sin líder en París, una mujer que decía que ir con En Marche era el beso de la muerte. Hay que entenderlo y que hablen de declaración de guerra", señala. Pero, al final, con ellos han sacado adelante leyes como la de Inmigración y eso se puede repetir en el resto del mandato. 

Señala que, a corto plazo, inmediato casi, "Macron quiere lograr más votos en las elecciones europeas, en las que Le Pen puede imponerse. Si convence a más gente de derechas, puede equilibrar. Attal se pinta como una respuesta fresca también frente al delfín de Le Pen, Jordan Bardella, líder de la Agrupación Nacional desde hace poco más de un año. 

En paralelo, "asesta un golpe a la derecha" en esos comicios europeos. También a futuro. "Supera las divisiones internas que le estaban generando los ministros más progresistas y destroza a los partidos tradicionales como Los Republicanos pescando en su río y adhiriéndose a ciertos planteamientos. Les puede acabar haciendo mucho daño, definitivo, hasta convertirlos en irrelevantes. Es lo que quiere". Tanto conservadores como socialistas no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos y están pasando por tiempos muy complicados para mantenerse en el escenario. Quedarían, así, los liberales y los ultras. Con un primer ministro socialista, sí, por recordar la ironía. 

Emmanuel Macron en Los Inválidos, el 5 de enero pasado, en el tributo a Jacques Delors.Christian Liewig - Corbis / Getty Images

Los retos

Macron, con este revuelo, casi no tenía agenda. Ahora, superada la crisis de Gobierno, toca retomarla y abordar los retos que le quedan pendientes en este mandato. En su tradicional discurso televisivo de fin de año, dijo que "el 2024 debe ser, ante todo, un año de determinación", pero dejó para "las próximas semanas" los anuncios sobre cómo espera abordarlo, las medidas concretas. El cambio de equipo ya está. ¿Más?

Dijo que había que "actuar todavía más en interés de la nación", fijando de nuevo sus grandes objetivos en el terreno económico, como "la reindustrialización" de Francia y "el pleno empleo", y recordando que su primera prioridad será la educación. Insistió, en este punto, en su voluntad de "restablecer el nivel de nuestros alumnos, la autoridad de nuestros profesores y la fuerza de nuestra enseñanza laica y republicana".

Avanzó que este año recién estrenado tiene intención de abordar "proyectos punteros" en el campo de la energía nuclear, de la inteligencia artificial o del transporte. Pretende continuar en 2024 con la "ecología a la francesa" y la "planificación" con "un modelo y un camino singular que nos permitirán salir de las energías fósiles y ganar independencia". Todo para que en 2027, al final de su segundo y último mandato, vayan con "10 años de adelanto" en vez de "10 años de retraso", como dice que se encontró al llegar a El Elíseo.

Tiene un año duro con las elecciones europeas en junio y los juegos olímpicos, entre julio y agosto, convocatorias con las que quiere lanzar un mensaje de "unidad y universalidad". Pero, mientras, seguirá en la Asamblea obligado a negociar cada texto que quiera sacar adelante. Tiene dos agendados para ya: la consagración del derecho al aborto en la Constitución, prometido para el primer trimestre del 24, y la ley de muerte digna (en Francia no hay suicidio asistido ni eutanasia), que iniciará sus trámites en febrero. 

Ahora tiene nuevos ministros y mucha tarea.