La lenta contraofensiva fuerza a Ucrania a cambiar sus normas de reclutamiento

La lenta contraofensiva fuerza a Ucrania a cambiar sus normas de reclutamiento

Zelenski sabe que llamar a más hombres a filas es impopular, pero sus fuerzas lo necesitan, sobre todo cuando se especula con una nueva ofensiva rusa. En el terreno, trata de golpear instalaciones estratégicas, pero recibe el tiro de vuelta.

Un soldado ucraniano opera un cañón de artillería en plena noche, en dirección a Lyman, en el Oblast de Donetsk, el pasado martes.Wolfgang Schwan / Anadolu via Getty Images

Ucrania ha estado pendiente toda la semana de la reunión de la OTAN, un 75 cumpleaños marcado por la mayor amenaza que ahora mismo tiene la Alianza: Rusia. Han llegado de apoyo y colaboración que van a cuajar en un marco más sólido de relaciones, más estable, menos dependiente de la voluntad particular de cada estado para arrimar el hombro. 

Eso es lo que pasaba en los despachos de Bruselas pero sobre el terreno, ha sido una semana de desgaste en las trincheras y de reformas en el Parlamento. Kiev sabe que su contraofensiva está estancada, siendo amables, porque es Rusia la que lleva la delantera, el impulso, y la que está consiguiendo ahora los únicos avances reales, tampoco enormes, pero significativos, como el de Avdiivka. Y también es dolorosamente consciente de que lleva dos años empleando a los mismos soldados, a los mismos voluntarios y reclutas, y que necesita más manos, mejores tratadas. Por eso Volodimir Zelenski ha emprendido unos cambios con los que espera endulzar el impopular paso de mandar más gente a la guerra. 

En el campo de batalla, Ucrania está llevando a cabo ataques sostenidos con aviones no tripulados (UAV o drones). Este martes, logró el de mayor alcance hasta ahora, un golpe contra una instalación industrial y una refinería a más de 1.300 kilómetros detrás de las líneas enemigas, que procesa unos 155.000 barriles diarios de refinado de crudo. Se trata de la planta de Taneco de la compañía rusa Tatnef, una de las mayores de la Federación.

Los drones ucranianos atacaron la zona económica especial de Alabuga en Tartaristán, que es donde se enclava la refinería, ese mismo día, en busca de otro objetivo: una instalación que produce drones Shahed de diseño iraní, esos que Rusia utiliza para sus ataques contra Ucrania. La agencia de noticias estatal Tass sostiene que 12 civiles resultaron heridos en una residencia de estudiantes, en cambio. Son datos que por uno y otro lado no han podido ser verificados por la prensa independiente. 

Kiev ha intensificado los ataques en las últimas semanas contra las refinerías, terminales, depósitos e instalaciones de almacenamiento de petróleo de Rusia en un intento de limitar los ingresos de Moscú por las ventas de energía, así como el suministro de combustible para su ejército invasor. Es hoy uno de los pilares de su economía, lo que en buena parte le ayuda a que las sanciones no le hagan tanto daño

Pero es peligroso: Estados Unidos ha advertido repetidamente a los de Volodimir Zelenski contra tales ataques, temeroso de su impacto en los precios mundiales del petróleo y la posibilidad de represalias. La embajadora permanente de Washington ante la OTAN, Julianne Smith, dijo el martes: "En términos de perseguir objetivos dentro de Rusia, eso es algo que EEUU no apoya particularmente. Estamos centrados en el derecho de los ucranianos a defender su territorio y a expulsar a los rusos de su territorio, donde los ucranianos han tenido un éxito considerable". Golpear el suelo ruso, insiste, puede llevar a un agravamiento de la guerra. 

Rusia no se queda de brazos cruzados y también ha intensificado sus ataques a infraestructuras estratégicas, sobre todo eléctricas, en distintos puntos del país. Capitales como Odesa y Jarkov se han quedado esta semana sin electricidad durante horas -días, en el segundo de los casos-, pendientes de los generadores, por los bombardeos. Zelenski habla de "terror misilístico" y ha reclamado a Occidente que se dé prisa con nuevas medidas de defensa aérea, que no acaban de legar. El portavoz del Kremkin, Dmitri Peskov, ha asegurado que no se busca el malestar de los civiles, sino perturbar el trabajo de la industria armamentística local, que se ha multiplicado y diversificado, pero los reportes internos hablan de familias enteras sin agua potable ni manera de calentarse e industrias manufactureras destrozadas. 

Según el director ejecutivo del mayor operador privado de electricidad de Ucrania, DTEK, Dmitró Sajaruk, los ataques rusos contra el sistema eléctrico nacional dañaron o destruyeron el 80 % de su capacidad de generación de energía térmica en la andanada de la última semana de marzo. Un total de cinco de sus seis centrales térmicas resultaron dañadas "fuertemente" y algunas unidades quedaron "destruidas completamente". Ha habido días de diez ataques rusos en una misma de estas dianas. 

Si dejamos el aire y vamos a las trincheras y a la artillería, ahora mismo se cree que el comando militar ruso podría considerar como prioridad el área cercana a Avdivka, la ciudad clave de primera línea en la región de Donetsk capturada por Rusia en febrero. Lo constatan las inteligencias de Estados Unidos y Reino Unido y centros de pensamiento como el Instituto de Estudio de la Guerra (ISW) de Washington. Rusia podría concentrar en la zona su potencial ofensivo a finales de primavera o verano, coinciden los cálculos. 

Las fuerzas ucranianas habrían repelido un asalto mecanizado de fuerzas equivalentes en tamaño a un batallón ruso cerca de Avdivka, región de Donetsk, el 30 de marzo. El primer asalto de esta envergadura se produjo con un batallón en el momento en que las fuerzas rusas comenzaron la campaña para apoderarse de Avdivka en octubre de 2023. Refiriéndose a un militar ucraniano anónimo, el Instituto de Estudios de la Guerra dice que las fuerzas rusas pueden haber utilizado 36 tanques y 12 vehículos de combate de infantería cerca de la aldea de Tonenke. 

La escala del asalto mecanizado ruso de estos días es significativa y la voluntad del comando militar de los de Vladimir Putin de comprometer el equivalente a un batallón de tanques en un ataque cerca de Avdivka indica hay una seria esperanza de aprovechar el avance firme y constante de las fuerzas invasoras. En febrero, las fuerzas rusas perpetraron 2.340 ataques, mientras que en marzo fueron en torno a 2.120, un 9% menos, según el Ministerio de Defensa de Reino Unido. Una cuarta parte de estos ataques se concentran en esta zona de Avdivka, mientras que a las zonas al suroeste de Donetsk corresponden un 38% de todas las acciones. 

Además, funcionarios ucranianos han advertido recientemente vía medios como la BBC de que el Kremlin está acumulando personal a lo largo de al menos cuatro ejes a la vez, pero el ISW continúa estimando que las fuerzas rusas probablemente "sólo podrán lanzar una operación ofensiva concertada a gran escala en una dirección operativa a la vez debido a las limitaciones de efectivos y planificación". 

Las tropas del Kremlin están aprovechando, en cualquier caso, los menguantes suministros de artillería y municiones de Ucrania. La falta de líneas defensivas sólidas y estratificadas en Ucrania es otra razón por la que el ejército ruso ha podido seguir adelante de manera constante, aunque no aplastante, y capturar franjas más pequeñas de territorio a lo largo de la línea del frente de 1.000 kilómetros.

A principios de este mes, Zelenski dijo que su país construiría nuevas fortificaciones a lo largo de tres líneas de defensa por un total de 2.000 kilómetros para finales de la primavera. El miércoles visitó un lugar en la región norteña de Sumy para comprobar su progreso. Un intento de blindarse que poco tiene que ver con la contraofensiva o reconquista de la que se hablaba en la primavera y el verano de 2023. 

Un soldado ucraniano recibe asistencia tras ser herido en los combates de Donetsk, el pasado 3 de abril.Wolfgang Schwan / Anadolu via Getty Images

Ayuda dentro y fuera

Con un lento progreso en su contraofensiva y Rusia sin dar señales de darse por vencida, Ucrania enfrenta una guerra prolongada que requerirá el apoyo a largo plazo de sus aliados, que también están centrados en la guerra entre Israel y Hamás. Se multiplican las reclamaciones de armamento "determinante", como lo llama Zelenski. 

El Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha asegurado esta semana al ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba, que la UE hará "más y más rápido" para apoyarlos militarmente, incluso proporcionando munición y a través del Fondo de Asistencia a Ucrania recientemente acordado y dotado con 5.000 millones de euros para este año en el marco del Fondo Europeo de Paz. Sin embargo, desde el otro lado del Atlántico llega el silencio, Estados Unidos no consigue sacar adelante las ayudas bloqueadas en las Cámaras, en pleno año electoral, y en Kiev surgen los nervios. El hombro europeo que puede ayudar no es tan fuerte como el norteamericano. 

Pero más allá del eterno dilema de la ayuda exterior, viejo desde que comenzó a "operación militar especial" de Rusia el 24 de febrero de 2022, Zelenski tiene también un problema interno: el de los efectivos que necesita para seguir peleando contra Rusia. Tanto Kiev como Moscú han sufrido grandes pérdidas en el campo de batalla después de dos años de guerra, pero los invasores se ha beneficiado de una ventaja considerable en mano de obra. No así Ucrania. Por eso, esta semana, Kiev promulgó un proyecto de ley que reduce en dos años la edad de movilización militar, de 27 a 25. Se cree que podrán llegar así decenas de miles de nuevos soldados. 

La medida permitirá a Ucrania convocar a más varones para reponer sus reservas, después de que el número de voluntarios haya ido bajando conforme se enquistaba la guerra. Queda lejos esa estampa de civiles echados a las calles con lo que pillaban, listos a enrolarse por su país. Sigue habiendo un cuerpo importante de ciudadanos comprometidos con Ucrania y sorprendiendo al mundo por su valentía, pero la famosa fatiga de guerra llega a todos.

Zelenski avaló en diciembre las declaraciones de su entonces jefe de Estado Mayor de que era necesario movilizar 500.000 soldados más para aguantar la andanada. Con las semanas, ha rebajado la previsión: "No necesitamos medio millón", a la vista de los recursos disponibles. No han trascendido los nuevos cálculos. 

No queda claro qué ha impulsado ahora al mandatario a firmar una norma que, en realidad, lleva redactada pero no firmada desde mayo de 2023, como tampoco se sabe cuántos soldados adicionales podría conseguir Ucrania ahora. Hay una cosa clara: hay miedo a que llegue esa anunciada ofensiva rusa con el buen tiempo y a esos 300.000 soldados adicionales que Putin va a reclutar en junio, según Kiev. Tampoco esto queda claro, porque el miércoles Moscú lo negó: "Eso no es cierto", dijo Peskov. En septiembre de 2022, Rusia llamó ya a filas a 300.000 reservistas para combatir en Ucrania.

Las fuerzas ucranianas esperaban en estos meses recuperar franjas de territorio ganadas por Rusia -se calcula que mantiene bajo su bota un 20% del territorio-, así como cortar las líneas de suministro a Crimea, la península del sur de Ucrania anexada ilegalmente por Rusia en 2014. Pero al carecer de superioridad aérea y enfrentarse a las formidables defensas rusas (con sus minas y sus fosos y sus dientes de dragón), la contraofensiva se detuvo al comienzo del invierno, sin alegrías que llevarse al coleto y que vender a los soldados que llevan más de dos años enrolados y a sus familias, cada vez más ruidosas en sus manifestaciones. 

En enero de 2024, Zelensky dijo que las fuerzas armadas de Ucrania sumaban 880.000 hombres, sin especificar cuántos estaban realmente luchando en la línea del frente de más de 1.200 kilómetros de largo en el sureste del país. En febrero, dijo que 31.000 soldados ucranianos habían muerto desde el inicio de la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022, pero funcionarios estadounidenses han calculado el número de soldados ucranianos muertos en al menos 70.000 y hasta 120.000 heridos. Mucho más. 

Putin ha dicho que más de 600.000 de sus tropas están luchando en Ucrania, pero no ha revelado cuántos han perdido la vida allí. Un informe clasificado de inteligencia estadounidense publicado en diciembre estimó que 315.000 soldados rusos habían muerto o herido desde que comenzó la guerra, lo que, según dijo, era casi el 90% del personal militar ruso al comienzo de la invasión. El miércoles, el Ministerio de Defensa de Rusia dijo que más de 100.000 personas se habían inscrito para servir en las fuerzas armadas del país desde principios de año.

Zelenski tiene el problema de las muchas bajas y del cansancio de los uniformados que ahora pelean, cuyo reclutamiento se hizo con leyes endebles que son un coladero, sin derechos. Todos a pelear sin saber lo que iba a durar. La adrenalina de los primeros meses ha pasado y llegan las quejas. Ahora, con el nuevo ordenamiento, se plantea ganar la confianza de nuevos voluntarios estableciendo límites temporales y un proceso más transparente, defiende el Gobierno, que trata de defenderse de los opositores que entienden que Zelenski ha estado lento al dar el paso. Aunque los llamen ahora, inmediatamente, no estarán listos para la nueva ofensiva, dicen algunas voces. 

El digital ucraniano Texty constata que hay civiles que están evitando movilizarse. Habría cinco millones de varones susceptibles de ser llamados al servicio militar ahora, pero hay una población de "invisibles" que evitan actualizar sus datos para que no den con ellos las oficinas de reclutamiento o que busca excusas en la norma -sobre todo de salud- para no ir a la guerra. El 80% de los ucranianos han dicho en una encuesta de este medio que estiman que la movilización es necesaria siempre que sea justa y garantista y eso es lo que las familias de los enrolados denuncian que no ha pasado en estos dos años. Hay quien no ha vuelto a ver a su padre, esposo o hermano en casa desde que Putin ordenó invadir. 

Una de las leyes firmadas esta semana por Zelenski permite al Ejército recibir datos personales de millones de hombres de diversos sistemas de registro estatales, para evitar desmanes. Se aspira a "minimizar las lagunas existentes y hallar un equilibrio entre el castigo a los que evaden la movilización y el apaciguamiento de los miedos de los potenciales reclutas, al limitar la duración de su servicio y garantizar un adecuado adiestramiento", afina EFE.

Infiltrados
Un proyecto de Ikea

Hay miedos obvios que surgen claramente en el sondeo de Texty: a morir, claro, pero también, a acabar mutilado o discapacitado, y a la falta de armas de los aliados occidentales, a no tener el adiestramiento suficiente como para empuñar o activar un arma, a tener un "mal" oficial o a combatir muchos años si acaban apuntando su nombre en una lista. Los hombres no pueden salir de Ucrania desde hace dos años, pero otra cosa es vestir además el uniforme. Un reto interno tan importante como el de convencer a los socios de Occidente de que, sin muleta, el escenario no va a cambiar.