Marwan Barghouti, el 'Mandela palestino' que es la única esperanza de unidad

Marwan Barghouti, el 'Mandela palestino' que es la única esperanza de unidad

El exlíder del brazo armado de Fatah cumple cinco cadenas perpetuas en prisión pero es la figura que quieren los ciudadanos, capaz de hacer coincidir al partido de Abbas y a Hamás. Un héroe nacional al que Netanyahu se niega a poner en la calle. 

Marwan Barghouti, en enero de 2012, compareciendo ante la corte de justicia de Jerusalén.Bernat Armangué / AP

En los muros de Cisjordania -los legales y el ilegal-, las pintadas están a la orden del día. Firmas, grafitis, retratos. Pocos "te quiero, Fatma", muchos más "Viva Palestina libre". Hay dos rostros que se repiten en cualquier rincón, en cualquier tiempo, sin perder vida: son los del presidente palestino y líder de su movimiento nacional, Yasser Arafat, y Marwan Barghouti, que es, hoy por hoy, una solitaria figura de unidad entre la sociedad y la clase política.  

¿Que por qué no es ya, entonces, el mandatario de Palestina, en lugar de Mahmud Abbas? Básicamente, porque está en la cárcel, condenado por Israel a cinco cadenas perpetuas y otros 40 años añadidos de privación de libertad. Por eso se le conoce como el "Mandela palestino", porque encarcelado y todo sigue siendo una figura que convence y admira a todos, que aboga por la coexistencia pacífica con su adversario, que condena los ataques a civiles, que rechaza la vía de la violencia. 

Cada vez que hay una crisis su nombre vuelve a la palestra, como una promesa de futuro, y la actual guerra entre Hamás e Israel ha vuelto a hacerlo, por dos razones: la primera es que el partido-milicia islamista reclamó de inicio la liberación de todos los 6.800 presos palestinos que hay, según la ONG Addameer); se incluía, claro, al más famoso de ellos, Barghouti, algo que no se ha logrado con las treguas temporales (han salido, al final, 105). La segunda razón es que se proyectan escenarios sobre lo que va a venir cuando la contienda acabe y surge de nuevo el debate sobre la debilidad de los dirigentes palestinos actuales, muy mayores, sin validar por las urnas, muy cansados, salpicados por la desidia y hasta la corrupción.

Marwan Hasib Ibrahim Barghouti (Kobar, Cisjordania, 6 de junio de 1959), conocido también como Abu Qassam, es el exdirigente del Tanzim, el brazo armado del partido laico Fatah, al que pertenecía Arafat y al que pertenece Abbas. Está considerado uno de los líderes de las dos Intifadas, en las que ejerció una importante influencia social. Tanzim nació en 1983 y justamente Barghouti lo impulsó, con el visto bueno del raïs palestino, como una fuerza armada para la nueva Autoridad Nacional Palestina fuera de la Policía Civil Palestina, que hiciera frente a la amenaza de que las milicias de Hamás controlaran las calles. Fue una razón más doméstica que contra Israel. 

Sin embargo, para Tel Aviv y su justicia civil es un "terrorista", acusado de dirigir numerosos ataques, incluso suicidas, contra objetivos militares y civiles, como cabeza visible de la Intifada de Al Aqsa (la Segunda, desarrollada entre 2000 y 2005), en la que murieron más de 6.000 palestinos y un millar de israelíes. Fue arrestado en 2002 en Ramala y condenado dos años más tarde. Barghouti se negó a defenderse de los cargos que se le imputaban, porque defendía que su juicio no era ni legal ni legítimo. Desde entonces está en el penal de Hadarim, cerca de Tel Aviv. 

Ya sabía lo que eran las cárceles de Israel, porque fue detenido por primera vez a los 15 años. Lo que le llevó a estar en las calles contra la ocupación no se apagó entre rejas, sino que se consolidó. Barghouti tuvo su primera pena larga a los 19, cinco años por pertenecer a movimientos contestatarios. Hizo detenido el bachiller, empezó la carrera de Historia y se afilió a Fatah, el partido amarillo, creando su división juvenil, Shabiba. 

Entre arrestos, fue nombrado secretario de su sindicato de estudiantes en la Universidad de Birzeit, una de las más importantes de Palestina, y en 1987 fue deportado a Jordania con otros colegas. Terminó acabando la carrera y haciendo un máster en Relaciones Internacionales al volver de su destierro, en 1994, al calor de las esperanzas de los Acuerdos de Oslo. Habla hebreo a la perfección. En la universidad conoció a su esposa, Fadwa, una exitosa abogada que es la mayor defensora de su causa en el mundo entero. Juntos tienen cuatro hijos. Cuando nació el primer, su padre lideraba una huelga de hambre entre rejas. 

Soldados israelíes desplegados en el paso fronterizo de Kalandia, con el retrato de Marwan Barghouti al fondo.AP

A Barghouti no lo mató Israel, como a tantos líderes, a base de atentados selectivos, y hay quien piensa que en eso hay estrategia y no casualidad. Pero lo cierto es que no, nunca está libre, porque Tel Aviv siempre le niega la calle. En 2011, Israel y Hamás hicieron un canje por el que los islamistas devolvieron al soldado Gilad Shalit a cambio de presos liberados. Fueron al final unos mil y, aunque Hamás pidió que Abu Qassam fuera uno de ellos, su reclamación no prosperó. "Llamar a Barghouti líder político es como llamar a Bashar el Assad pediatra [se equivocó, porque es oculista]. Son terroristas y asesinos", dijo entonces y actual primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

El hacedor de consensos

Barghouti es un héroe, como lo son siempre los presos palestinos, pero con añadidos importantes. No sólo es que fuera un líder de los levantamientos contra Israel sino que, una vez en prisión, siempre se ha mostrado activo y dispuesto a encontrar una insólita unidad entre las facciones palestinas, esencial cuando hay atomización y retos tan importantes por lograr como un estado soberano. 

Uno de sus mayores logros, "logrado a base de trabajo y respeto" como dice un miembro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), fue el documento nacional de los presos, firmado en 2006 por dirigentes encarcelados de Fatah, Hamás, la Yihad Islámica y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP). Todos los grandes. El texto, rompedor en la política nacional, buscaba garantizar la unidad de las partes en un momento de tensión, después de que el Movimiento de Resistencia Islámico ganara las elecciones legislativas y comenzara a gobernar Gaza al año siguiente y hasta hoy. 

Un documento importante porque en él se renunciaba a la Palestina histórica, del río Jordán al mar Mediterráneo, aceptando las fronteras previas a la guerra de 1967 y defendiendo la lucha siempre dentro de los márgenes del derecho internacional. Por primera vez, las milicias se abstenían de pedir la eliminación de Israel, aunque aún no lo reconocían como estado. Barghouti quería armar un Gobierno de coalición, de unidad nacional, pero esos esfuerzos fueron vanos y lo siguen siendo, pese a esfuerzos más recientes

El antiguo líder del Tanzim se ve como la figura del día después de esta guerra no sólo por el sentir en la calle, con esas pintadas que lo muestran siempre con las esposas pero, a la vez, haciendo el signo de la victoria, sino porque las encuestas lo sostienen. El Centro Palestino de Investigación Política y Electoral ha publicado encuestas que lo dan como favorito en el caso de que se celebraran elecciones. Por ejemplo, no sólo duplicaría los votos de Abbas sino que sacaría un 61% de los votos frente a un 34% de Ismail Haniyeh, líder de Hamás. No hay quien le haga sombra en este momento.

Fadwa Barghouti, la mujer de Marwan, en un acto de protesta en Gaza, en 2005.Abid Katib

Son datos recopilados al calor de las elecciones de 2021 que iban a ser y que no fueron, anuladas por Abbas porque no iban a poder votar los palestinos del este de Jerusalén. El presidente, en realidad, lleva en el cargo desde que murió Arafat, en 2004, pero su propio mandato expiró en 2009 y desde entonces no ha sido renovado ni ratificado por por ciudadanos. Barghouti se iba a presentar a esos comicios no por Fatah, del que se apartó hace tiempo por diferencias precisamente en la lucha, sino con su Partido de la Libertad, en el que ha acogido a otros descontentos. Sin embargo, si tuviera libertad para montar un Gobierno de todos, no tendría problema en que sus antiguos compañeros le acompañasen en la aventura, porque tiene mucho sembrado.

Es el mayor valor de este preso, que es valorado bien por todas las capas, de la casta a la calle, admirado por su pelea y patriotismo, legitimado por la cárcel y respetado por su política de brazos abiertos. Es es lo que repite su esposa cuando recuerda al mundo su causa y lo llama "Mandera". El líder sudafricano y Premio Nobel de la Paz 1993 estuvo 27 años encarcelado y al salir supo forjar un tiempo nuevo en su país, una transición que coronó cuatro años más tarde siendo elegido presidente.

Hay quien apunta a una solución de transición en Gaza en la que su papel sería clave: un gabinete transitorio de un par de años en la franja y Cisjordania, para calmar las cosas, y luego elecciones, que Barghouti ganaría de calle, a lo Mandela. Pero no hay visos de que pueda estar libre, no desde luego con Netanyahu en el poder y, más, ahora que sus socios de Gobierno están a la derecha de la ultraderecha. Aún así, su nombre y su causa no dejan de resonar y de buscarse como un clavo ardiendo.