Portugal vota con adelanto: la izquierda se resiente con la salida de Costa y los ultras amenazan con ser llave

Portugal vota con adelanto: la izquierda se resiente con la salida de Costa y los ultras amenazan con ser llave

La derecha clásica de la coalición Alianza Democrática es la favorita por escaso margen, con los socialistas renovando líder. No hay visos de mayorías absolutas. 

Pedro Nuno Santos y Luis Montenegro, en sendas imágenes de campaña.Armando Franca / AP y TIAGO PETINGA / EPA / EFE

Hasta 10,8 millones de nuestros vecinos portugueses están llamados a las urnas este domingo, 10 de marzo, en busca de parlamento y primer ministro. Son unas elecciones anticipadas, no esperadas hasta dentro de dos años, y menos aún cuando el actual primer ministro, el socialista Antonio Costa, ostenta una mayoría absoluta conquistada en 2022. Un caso de supuesta corrupción se metió por medio, obligó al mandatario a dimitir y llevó a nuevos comicios. 

Ha pasado el tiempo desde que estalló la crisis, en noviembre pasado, y las cosas siguen sin aclarar. Todos los procesados están en libertad, mientras las investigaciones siguen. Costa, a quien señalaban los primeros informes de la fiscalía, está limpio: su nombre se confundió con el de otro de sus ministros en unas escuchas y se ha asumido públicamente que no tiene nada que ver con el supuesto chanchullo del litio, el hidrógeno y el tráfico de influencias. Pero ya está fuera, con la mira en Europa y sus elecciones de junio, dicen, a la espera de un cargo en Bruselas. "La dignidad del cargo no es compatible con ninguna sospecha sobre su integridad o su buena conducta, y menos aún con cualquier sospecha de prácticas criminales", dejó dicho. 

Así que el camino ha quedado libre para nuevos líderes, de su propio partido y de la oposición, que se han impuesto con amplitud en sus respectivas primarias y ahora se la juegan. El panorama viene marcado por el desencanto que ha supuesto la salida de Costa, carismático y con buena gestión que ofrecer, lo que está beneficiando a los conservadores de siempre aunque por poco margen, y también por la subida de la ultraderecha, que se consolida como tercera fuerza, pescando en el río revuelto de los problemas nacionales, de la vivienda a los servicios públicos, pasando por los salarios. 

Según los sondeos publicados esta semana por la prensa lusa, el favorito para imponerse este domingo es el abogado Luis Montenegro (1973) de la Alianza Democrática, una coalición de tres partidos de derecha y centroderecha, liderada por su propias siglas, las del Partido Social Demócrata (PSD). Podría lograr entre en 28 y el 35% de los votos, aunque la media de las encuestas le da al menos un 32%. 

Luis Montenegro, durante un acto de campaña en Alvalade, el 8 de marzo.TIAGO PETINGA / EPA / EFE

Por su parte, la segunda fuerza más votada sería el Partido Socialista del saliente Costa, que ahora comanda el economista Pedro Nuno Santos (1977), que se quedaría con entre el 24 y el 29% de los sufragios. Números que están lejos, muy lejos del sorprendente 41% que logró Costa hace dos años y que además, si se elimina el margen de error, hace que algunas firmas demoscópicas hablen de práctico empate en los 230 escaños de la Asamblea de la República. 

Pedro Nuno Santos, en un acto por el Día de la Mujer en Moscavide, el viernes pasado.ANTONIO PEDRO SANTOS / EPA / EFE

Ni Montenegro ni Santos podrán gobernar en solitario. Y es aquí donde entra el otro fenómeno nuevo de estas elecciones, el partido de extrema derecha Chega, hermanado con el español Vox. Las encuestas les dan entre un 15 y un 19% de los votos, en una evolución acelerada, ya que en 2019 estaban en el 1,3 y en el 2022, en el 7,3%. Su líder es Andre Ventura, excomentarista de partidos de fútbol, un populista que promete "un terremoto político" en Portugal y en Europa, anunciando ascensos ultras para los comicios europeos a costa de atacar a formaciones de siempre que se han ido alternando en el Ejecutivo durante décadas. 

Hasta ahora, la ultraderecha no había tenido un verdadero impacto en el país pero desde el domingo puede ser llave de gobierno. Los partidos de izquierda como los que apoyaron a Costa en su primera legislatura, en la famosa geringonça, no tienen respaldo suficiente como para aliarse con Santos de nuevo: los comunistas llegarán al 2% de los sufragios y el Bloque, al 5-6% máximo. No hay suma progresista, no hay suma conservadora, quedan ellos, los defensores de la "limpieza" en inmigración, los propena de muerte, los cristianos rigurosos. 

Andre Ventura, del Chega, en un evento en Portimao, el 7 de marzo pasado.EFE

Se acerca el momento de la verdad, pues, porque Montenegro y Santos han dicho reiteradamente que con Chega no van ni a la vuelta de la esquina. Ha habido elecciones locales y regionales recientes en las que ha habido oportunidad de demostrar si había o no cordón sanitario y sí, por ahora se ha aplicado. Eso quiere decir que si se impone la Alianza, como parece, tendría que gobernar en solitario. Los socialistas desconfían, porque el poder es goloso, pero han dicho que, si se da esa coyuntura, convertirán a Montenegro en primer ministro sin obstáculos. 

Un Gobierno de unidad, de los dos grandes de la derecha y la izquierda, no se contempla. "El sistema democrático portugués ofrece una alternativa. Tenemos visiones muy diferentes de Portugal, de nuestra sociedad y de las políticas que queremos implementar. Por lo tanto, una gran coalición es prácticamente imposible", ha declarado Santos.

En realidad, estas elecciones se podrían haber evitado, pero el caos entró de lleno y las forzó. El presidente de la República, el derechista Marcelo Rebelo de Sousa, podría haber elegido nombrar un nuevo primer ministro en sustitución de Costa, como hicieron sus predecesores en 2004 y 1981. El jefe de Gobierno saliente propuso, de hecho, el nombre de Mario Centeno, actual gobernador del Banco de Portugal y exministro suyo de Finanzas ministro, para sustituirlo. El Consejo de Estado también emitió un dictamen reservado sobre el regreso a las urnas. Pero dos tercios de los ciudadanos encuestados dijeron que querían elecciones, al calor del sonrojo de la supuesta corrupción. Rebelo de Sousa habló y convocó elecciones. 

La radiografía y las propuestas

Durante sus ocho años al frente del país, Antonio Costa ha logrado restablecer el equilibrio de las cuentas públicas de Portugal, pero sus compatriotas sienten que sus condiciones de vida se están deteriorando, sus salarios estancados y la inflación socavando su poder adquisitivo. Están especialmente preocupados por el estado del servicio público de salud (el 53% considera que ésta debería ser la prioridad del futuro Gobierno); un tercio (38%) cita la lucha contra la inflación y una cuarta parte (27,5%) el estado de las dificultades educativas y de vivienda.

Los precios de la vivienda aumentaron un 11,8% en 2023, generando una importante crisis. La llegada de extranjeros ha ayudado también a ello. Para combatir la especulación inmobiliaria, el Gobierno ha abolido las llamadas "visas doradas", los permisos de residencia concedidos a extranjeros ricos que invierten en el país comprando propiedades. Aún así, desde finales de 2022, Portugal ha experimentado diversos disturbios sociales, con numerosas manifestaciones de trabajadores de los sectores de la educación, la salud y la justicia que luchan por mejores condiciones de vida y de mejoras de los servicios que ofrecen, además de otros sectores específicamente contrarios al costo de la vida y, en concreto, de los alquileres y las hipotecas.

El Partido Socialista quiere prometer mejoras y conservar, a la par, el legado de Costa. Dirigido por Pedro Nuno Santos, legitimado por más del 62% de la militancia de su formación, ha centrado su programa en la necesidad de un "nuevo equilibrio" entre la reducción de la deuda y el aumento de la inversión pública. Propone recortes de impuestos -en particular para las clases medias-, subvenciones a la vivienda para facilitar el acceso a préstamos bancarios, especialmente para las personas mayores de 40 años que aún no son propietarios, y un aumento del salario mínimo hasta al menos 1.000 euros a finales de la legislatura. 

Más allá de las propuestas, Santos se ha esforzado mucho en cambiar el tono. Tiene fama de niño terrible, chaval de las Juventudes más a la izquierda del socialismo portugués, hombre clave a la hora de forjar la alianza con las otras fuerzas de izquierda que dieron a Costa su primera legislatura. Ahora trata de ganarse al centro, haciendo entre otras cosas guiños a los empresarios. Un caso como el de Costa le va que ni pintado. 

A la derecha, la Alianza Democrática de Luis Montenegro se presenta como la alternativa al deterioro de la izquierda. También en su caso se llevó siete de cada diez votos de sus correligionarios, en lo que es ya su primera conquista antes de ver si gana este domingo: logró unir a las corrientes internas de su partido, numerosas y potentes, para suceder a Rui Rio. Las tres formaciones de la coalición proponen una reducción general de los impuestos y un aumento de los salarios y las pensiones. Quiere aumentar la pensión mínima a 820 euros para 2028 y el salario mínimo a 1.000 euros, además. Sus políticas sociales son el cebo también para llevarse a los electores más templados y descontentos con los socialistas. 

En los últimos días, el miedo a que de la ultraderecha dependa el futuro del país ha llevado a que mejoren las perspectivas de voto de Montenegro, cosechando en el campo de los ultras menos ultras. Aún no se sabe cuántos prudentes se quedarán con la derecha convencional y cuantos temerarios seguirán con Chega, que parece haberse visto ratificado en sus mensajes, cuado hablaba de la necesidad de limpiar el país de corruptos. El falso caso de Costa le ha venido que ni pintado, cuando la corrupción escala en las preocupaciones de los ciudadanos. 

Al líder de Chega le gusta afirmar que los votantes pueden elegir entre el Portugal moderno que encarna y el Portugal del pasado de Santos, contra el que más arremete. Irónicamente, el 25 de abril Portugal celebrará el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles, que en 1974 puso fin a la dictadura instaurada por Antonio Salazar en 1933. Que la modernidad no tenga aires del pasado también depende de los votantes, esos que también llegarán cansados a la cita de las elecciones europeas, en verano, con los antisistemas y populistas deseando tener más ramificaciones en los estados, como la de Ventura. 

Tras estas elecciones generales, Portugal corre el riesgo de acaba con un parlamento muy atomizado, con un Gobierno que dé entrada a la ultraderecha o con un gabinete frágil, que dependa de acuerdos parlamentarios. La respuesta, en la noche del domingo.