El apóstol de los ateos

El apóstol de los ateos

Entrevista con el filósofo Ole Jakob Løland.

El apóstol de los ateos.TROTTA

Como ateo, no necesito apóstoles ni evangelios. Como filósofo, en cambio, El apóstol de los ateos (Trotta, 2023) me parece un título de lo más sugerente. El autor de este libro, el noruego Ole Jakob Løland, reflexiona sobre la influencia de Pablo de Tarso de una forma absolutamente contemporánea. Como filósofo, San Pablo se me antojaba en las antípodas de la filosofía; como ateo, sin embargo, deseo conocer de dónde procede la llama aparentemente inextinguible de la religiosidad cristiana. Lo crean o no, parece haber apóstoles al servicio del ateísmo…

La figura de Pablo de Tarso me ha recordado a la biografía que escribió Terry Pinkard sobre Hegel, donde el historiador afirma que mucho de lo que se ha escrito en torno al filósofo alemán es demostrablemente falso, y aun así, algunos clichés siguen circulando por ahí. San Pablo fue un teólogo de la cruz que escribió sobre la resurrección de Cristo y a la vez secularizó a Jesús de Nazaret. ¿No es eso contradictorio?

Sí, en cierto sentido es contradictorio que los filósofos ateos destaquen el pensamiento de Pablo de Tarso. Se puede objetar que ellos prolongan la vida de un pensamiento que depende de varias nociones de Dios, cuando en realidad querrían acabar con esa misma creencia en Dios. En parte, eso fue lo que me llevó a investigar un interés tan entusiasta por Pablo dentro de la filosofía contemporánea. Esos filósofos se preguntan de forma implícita en qué sentido puede ser valioso el pensamiento de Pablo de Tarso, que no fue un teólogo en el sentido habitual de la palabra, ni tampoco el fundador de una religión, sino una figura que sigue siendo un enigma histórico que nos fascina como investigadores. Lo llamas “San Pablo”, pero ¿estás seguro de que fue un santo? Hablando de clichés, ¿por qué mantener este “San” cuando reflexionamos sobre Pablo de Tarso, sobre todo si tenemos en cuenta que esa condición nunca fue propiedad exclusiva de los católicos?

El filósofo Alain Badiou sugiere que se que pueden extraer ideas secularizadas del apóstol sin que eso lleve a una filosofía cristiana o religiosa. El ateo francés mantiene que hay una filosofía plenamente secular, sin elementos realmente religiosos. Mi posición es más moderada porque afirmo que Pablo no secularizó todo lo que hay de religioso en Jesús de Nazaret, aunque ya en sus cartas hay un potencial significativo de secularización o desmitificación que se pudo llevar a cabo siglos después. Cuando un filósofo como Agamben afirma que las cartas de Pablo adquieren mayor legibilidad histórica en nuestra época, nos hace recordar que los textos pueden generar sentidos muy diferentes, dependiendo de los diferentes contextos históricos. Yo diría que en la recepción filosófica de Pablo no hay una eliminación definitiva de lo religioso tan solo reemplazada por lo secular; hay, más bien, una intriga continua entre nuestras nociones de lo religioso y lo secular que persiste en las lecturas contemporáneas del apóstol de los filósofos ateos.

Nietzsche vilipendió, no sin parte de razón, a Pablo. Sin embargo, otros pensadores lo consideran un auténtico apóstol-filósofo en busca de una verdad racional. Me ha sorprendido y agradado ver que usted discute las ideas de Žižek sobre Pablo. Hubo un tiempo en que estaba de moda decir que el filósofo esloveno era una especie de bufón para las facultades de humanidades. También menciona a Michel Onfray y a Richard Dawkins, que son ateos militantes. ¿Por qué el mesianismo paulino interesa tanto a los ateos?

¿Tiene buenas razones Nietzsche en su polémica contra Pablo? Es una buena pregunta. Leer a Nietzsche es un gusto, por la cólera y el temperamento de sus escritos. Pero con respecto a su contenido, la crítica de Nietzsche a Pablo es más interesante por su impacto que por su validez filosófica. La aversión que desprende puede aportar energía a la lectura, pero estas interpretaciones acaban siendo muy imprecisas. Precisamente por su influencia, en un sentido amplio, en la cultura europea, presto mucha atención a la crítica de Nietzsche, aunque el fundamento histórico de su ataque ha quedado desfasado por los nuevos descubrimientos en las investigaciones históricas de los textos bíblicos. Han cambiado muchas cosas en la ciencia bíblica e histórica desde el siglo diecinueve, cuando escribía Nietzsche, y es evidente que Michel Onfray y Richard Dawkins (dos neoateos) no tienen mucho conocimiento de esa acumulación de hallazgos de las ciencias humanas. Slavoj Žižek llama a Onfray y Dawkins ateos vulgares porque a su ateísmo le falta una reflexión filosófica realmente profunda.

Las lecturas de Žižek sobre Pablo merecerían más atención, sobre todo por su lucidez sobre la relación entre el pensamiento paulino acerca de la ley y el psicoanálisis moderno. Que hayan llamado bufón a Žižek no me sorprende. El esloveno tiene un estilo peculiar y su búsqueda contraintuitiva de la realidad le lleva a veces a postulados provocadores, hasta increíbles, pero ese es precisamente el rol del bufón: a él se le subestima a menudo y es capaz de sorprender por su genialidad inesperada. Construir una filosofía aburrida no es necesariamente constructiva. Al fin y al cabo, el mundo ya está lleno de indiferencia y de sobredosis de información.

Puede haber muchas razones detrás del renacimiento del interés filosófico en el mesianismo paulino de las tres últimas décadas. Hay un despertar entre algunos filósofos que han ignorado a Pablo de Tarso sin que se justifique debidamente su ignorancia. Pablo ha sido excluido del canon filosófico, mientas Agustín o Tomás de Aquino han sido incluidos. Lo que hemos visto con este interés tan intenso por Pablo de Tarso es una reacción prefigurada en las lecturas del filósofo judío Jacob Taubes a finales de los años ochenta. Sin estas intervenciones filosóficas de Taubes, que también contribuyó a cierta descristianización de la figura de Pablo, la obra de Giorgio Agamben sobre el apóstol no hubiera sido posible. La publicación de las lecturas de Martin Heidegger sobre Pablo también contribuye a este interés.

Asimismo, hay una tendencia en la filosofía continental que va desde los años noventa al ataque terrorista del 11 de septiembre 2001 de repensar la religión como desafío filosófico, ético y político. Esto es evidente en las obras de Jacques Derrida y Jürgen Habermas, y los filósofos ateos que vuelven a considerar la herencia paulina son parte de esta nueva situación cultural. Los filósofos ateos no pueden confiar en un proceso de secularización total que haga desaparecer o volver irrelevantes a las religiones en el mundo moderno o posmoderno. Es curioso que los filósofos ateos que buscan inspiración filosófica en las cartas paulinas tengan fuertes simpatías con la izquierda política. Buscan inspiración en pos de una militancia universalista para repensar la resistencia al capitalismo y al llamado pensamiento único después de la caída del muro de Berlín, y encuentran en Pablo un universalismo radical en notable contraste con el falso universalismo del capital. Es bastante evidente que ignoran la teología de la liberación de América Latina y encuentran esa afinidad entre la izquierda política y el pensamiento paulino por caminos distintos a los que ya tomaron los teólogos de la liberación. Es un movimiento intelectual paralelo.

Finalmente, en un clima cultural secularizado como el de la Europa actual, en la opinión pública se despierta un gran interés si te presentas como un filósofo ateo que encuentra inspiración en la figura que, según Nietzsche, fundó la religión dominante del continente. Si te presentas como un teólogo cristiano que ha investigado las cartas paulinas no va a haber ninguna noticia. Además, el estatus de la teología como disciplina en Europa ha caído considerablemente, y yo diría que esto no ha pasado por un mal desarrollo intelectual de la teología, sino por una secularización que lleva a las personas a buscar respuestas en lugares ajenos a los círculos cristianos o religiosos.

Ya ha respondido en parte, pero no termino de ver qué tiene Pablo para ser tan controvertido. Después de todo, hay donde elegir: teólogos como Tertuliano hacen un flaco favor a la religión entendida como una creencia racional. Podría decirse algo más o menos similar de la filosofía de Tomás de Aquino y de otros.

Nietzsche piensa que hay que elegir entre la fe irracional de Pablo y la ciencia racional de la modernidad, y en cierta manera las máximas atribuidas a teólogos como Tertuliano sirven para fortalecer esta oposición estática. Dicho esto, el pensamiento de Pablo no es tan simple ni es tan moderno como el uso de esta dicotomía suele presuponer. Históricamente es más una cuestión de clase que una cuestión de racionalidad o irracionalidad. Pablo rompe el silencio en la cultura grecorromana cuando escribe sobre la cruz de Cristo, algo por lo que un aristócrata y representante de la élite explotadora como Cicerón insta a la gente de la época a no usar la palabra cruz, ya que no era adecuado admitir y hablar del castigo de los esclavos en público. Cuando Pablo afirma que hay salvación para el criminal, quien no deja de ser una víctima, la reacción natural de la élite es que eso resulta indigno, no sabio. Por eso hay una élite en Corinto que rechaza el mensaje de Pablo sobre la cruz de Cristo. Es lógico que Pablo, que no pertenece a la élite y alaba el sufrimiento de la cruz como clave de la existencia humana, sea atacado.

Pablo se apropia de la figura de un tonto o un bufón (hay una analogía con Žižek, sí, un provocador socrático en el ágora de nuestros días) como armamento retórico. Tal y como afirma el profesor Larry Welborn, eso se puede entender como una estrategia de autoparodia socrática. Es decir, Pablo se comporta como un antiguo filósofo socrático. Se ha ido desvaneciendo paulatinamente el entendimiento de la estrategia paulina y se la reduce a una oposición a lo racional. La inteligencia del bufón se reemplaza por lo absurdo que sería negar la ciencia. Entonces fe y ciencia se contraponen y la fe cristiana se deja en manos de fundamentalistas.

Espero que traduzcan muy pronto su libro sobre el papa Francisco. ¿Cuál es la idea fundamental de la obra? Muchos han afirmado que Francisco está ejerciendo un liderazgo revolucionario, pero lo cierto es que en muchas cuestiones importantes no se ha producido ninguna revolución, como ocurre con el papel de la mujer en la Iglesia.

El pontificado del papa Francisco es histórico en muchos sentidos y con el tiempo, todo esto se entenderá mejor. Durante los primeros años de su pontificado, los periodistas, escritores e incluso investigadores estaban demasiado ilusionados por sus esperanzas o expectativas sobre cómo iba a reformar y transformar la Iglesia Católica. Una de las primeras biografías del actual papa se tituló El gran reformador, y esta imagen del argentino como reformista también se convirtió en un icono de la cultura popular occidental, gracias a la portada de la revista Rolling Stone en 2014, donde aparecía el papa Francisco con un titular extraído de una canción de Bob Dylan: “The times they are-a changin” [Los tiempos están cambiando]. La revista describió el pontificado del latinoamericano como nada menos que una revolución.

En cierto sentido, el primer papa latinoamericano de la historia apareció en la cobertura mediática como una especie de Barack Obama de la organización religiosa más grande del mundo, la Iglesia Católica. Tanto los gestos como las palabras del papa fueron interpretadas como signos de este gran cambio por muchas voces de la opinión pública progresista. Al igual que en el caso de Obama, las expectativas de los grandes cambios eran exageradas. Mi obra sobre la teología del papa es una documentación histórica que pretende desafiar algunas impresiones superficiales de lo que ha ocurrido en la Iglesia Católica durante estos diez años del papado del argentino Jorge Mario Bergoglio. Me pones el ejemplo del papel de la mujer en la Iglesia, lo cual está entre los síntomas más evidentes de la continuidad histórica de este papa con sus antecesores.

El papa ha aparecido en los medios de comunicación de masas como un papa abierto a los cambios y como un papa del pueblo que es flexible frente a las cuestiones contemporáneas. En varios temas es verdad que este papado ha sido más flexible y más abierto a las urgencias de nuestra contemporaneidad, por ejemplo, en la cuestión de la ecología. Es el primer papa en la historia que oficialmente reconoce que el cambio climático es, en parte, resultado de nuestra acción. Esto no es poca cosa. Para un político creyente de un país con una gran población católica ha sido mucho más difícil negar los datos de la ciencia o reducir el cambio climático a una bagatela o variación natural. Y eso ha sido gracias al papa Francisco. Tampoco hay que subestimar su papel en la historia.

Al mismo tiempo, no hay que exagerar la flexibilidad del papa. La sexualidad y la familia han sido ámbitos considerados particularmente estrictos en la Iglesia Católica. Un ejemplo de esto último surgió en julio de 2013, en el vuelo de regreso de la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Río de Janeiro, cuando el Papa dijo: “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?”. Esta afirmación creó titulares en el mundo entero, pero el catecismo de la iglesia que condena la praxis homosexual no se ha cambiado en estos diez años y la teología de la homosexualidad sigue siendo la misma.

La imagen del papa Francisco como un gran reformador, o como un revolucionario, se construyó y se mantuvo en los medios de comunicación incluso después de que el argentino mostrara una sorprendente falta de flexibilidad en su visión del papel de la mujer en la Iglesia. El 24 de noviembre de 2013, el Vaticano publicó la primera exhortación apostólica de Bergoglio como Papa, Evangelii Gaudium, en la que el argentino declaró que la ordenación de mujeres como sacerdotisas era completamente inadmisible. Además, este papa ha diseminado prejuicios de género al recurrir a una categorización esencialista de las mujeres como argumento para seguir negándoles la ordenación como sacerdotisas. Además, se niega a entrar en diálogo con las filosofías feministas de nuestro tiempo y reafirma el discurso contra la llamada ideología de género, una figura retórica que ha demostrado ser un concepto políticamente eficaz, dentro y fuera la iglesia.

Hay que ser equilibrado a la hora de valorar, en varios niveles y sentidos, el peso histórico de este papado. La cuestión de la mujer es solamente un aspecto entre muchos otros, pero afecta nada más y nada menos que a la mitad de la humanidad.

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Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).