‘En tierra extraña’, odiarse y amenazarse menos y quererse y escucharse más

‘En tierra extraña’, odiarse y amenazarse menos y quererse y escucharse más

Un ejemplo de vocación popular.

Elenco de 'En tierra extraña'Jorge Ochagavia

Tiene todo el teatro de Juan Carlos Rubio una vocación de ser popular. En tierra extraña, obra que se repone en Madrid, en el Teatro Calderón, es una de las mejores muestras de esta vocación y de los buenos réditos que produce en taquilla. Pues seguramente es esa vocación uno de los motivos por lo que ya la han visto más de cien mil espectadores desde que se estrenase en el Teatro Español.

Otro de los motivos por los que le ha respondido la audiencia puede tener que ver con su historia. Una historia ficticia pero que de haberse producido habría hecho correr ríos de tinta. La reunión entre el poeta Federico García Lorca, el compositor de coplas Rafael de León y la cantante Concha Piquer en un teatro cualquiera, pero de los grandes.

Los dos últimos esperan a que llegue Lorca. Doña Concha lo quiere conocer y pedirle que escriba para ella, como hace para la Xirgu y para la Argentinita, dos estrellas también de aquel momento. Durante la espera se cantan y se cuentan confidencias se lanzan pequeñas puyas de amigos. Canciones, confidencias y puyas que continuarán cuando llegue el poeta.

Personajes a los que habitualmente se tiende a mostrar de una sola pieza. En un solo bando. Y de los que gracias a esta obra el público se va enterando que sus vidas fueron mucho más complejas y diversas.

Así se sabe que Doña Concha, aunque de derechas, tenía como lengua materna el valenciano, collons, y venía de ese mundo de descamisados españoles que pedían justicia social. Y que ninguna moral ni posición política le iba a impedir tener los amigos y los amantes que quisiera, como decidir sobre su cuerpo o sobre su arte. Lo mismo que a García Lorca su defensa de la libertad, la igualdad y la fraternidad no le iban a impedir tener entre sus amigos al falangista Primo de Rivera y a otros poderosos de derechas, como la familia Rosales.

De tal manera, que el escenario en el que se encuentran se vuelve una especie de Arcadia. Un paraíso donde todavía es posible parar la masacre. Donde es posible refugiarse. Fuera está la vida en la que se matan los hombres, vaya usted a saber por qué. Una vida a la que habrá que salir y en la que habrá que posicionarse. En un bando o en otro.

Un artefacto escénico clásico que deja ver sus costuras a propósito. Un cosido que trata de mostrar o permitir imaginar a sus compatriotas que existe la posibilidad de escucharse y de hablarse, frente al lenguaje bronco y al ataque de aquella época. Un lenguaje que según las noticias hay personas, expertos en comunicación, que adrede están volviendo a traer ese lenguaje bronco a la política española por los réditos electorales que les producen.

Si al leer lo anterior, se piensa que la obra puede caer en el buenísmo, hay que decir que lo bordea y sale bien del lance. Igual que bordea y sale con bien de ese uso del tópico y típico mariquita andalú grasioso y sarasa tan estereotipado. Así como sale del Lorca arquetípico y su duende, sin evitarlos. Ya que es un espectáculo hecho con pulsión de popular, de lo que comparte la posible mayoría de espectadores, y nada de esto podía evitarse si se quiere mantener la credibilidad del público.

Con todos esos mimbres la propuesta consigue un equilibrio que desde la butaca y con un ojo crítico se ve siempre a punto de romperse. Algo que quizás no ocurra por el equipo artístico, con Juan Carlos Rubio en la dramaturgia y en la dirección y Julio Awad como director musical, pues esta obra tiene mucha música sin ser un musical. Ellos saben lo que se traen entre manos, material que puede despertar muchas sensibilidad, y tienen claros los objetivos, acercar en el teatro a todas esas sensibilidades.

De ahí la eficacia con la que se usan todos los elementos escénicos. Un uso que se hace por su necesidad de la función. Como ese teloncillo viejo de flores que permite al personaje de Concha Piquer llevar al espectador de la Gran Vía a Broadway con tan solo correrlo y ponerle un foco. Y una escalera nos lleva del brillo y el glamur de Broadway a los a la ciudad deshumanizada llena de rascacielos, de negros y de jazz de Poeta en Nueva York.

Dos profesionales que han encontrado una buena compañía en los actores y la cantante Diana Navarro que encarnan a los personajes. Intérpretes que se sienten más que cómodos en el papel que representan, incluso en sus aspectos más antipáticos. 

Pues, como ya se ha dicho, es un espectáculo que deja ver las dobleces, los recovecos, las zonas grises de sus protagonistas. Como cuando Lorca, tras criticar a Dalí por su traición paranoico -critica ávida de dólares que le ha llevado a casarse con Gala, no puede dejar de decir con cara de ese toro enamorao de la luna que le sigue echando de menos a diario y a cada momento.

Todo ello convierte En tierra extraña en una tierra extraña. En el sentido de ser uno de los pocos espectáculos, no es el único, hay algunos más, que no obvia ni la tradición ni lo popular a la hora de contar teatralmente una historia. A la vez que también adopta una posición política y pretende, desde su comercialidad, abrir otros ámbitos de posibilidad y de convivencia.

Jugar el papel transformador que tiene la cultura dando al espectador la posibilidad de imaginar cómo podría haber sido esa emoción que recargaba con las coplas tan trágicas, de rompe y rasga, de Rafael de León, de haberse apostado por hablar. Por odiarse y amenazarse menos y por quererse y escucharse más, como hacen los españoles cuando se encuentran lejos de España, en tierra extraña.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.