"Escuché gritos que jamás olvidaré", los testimonios del atentado en Niza

"Escuché gritos que jamás olvidaré", los testimonios del atentado en Niza

EFE

Niza ha sufrido de lleno el impacto del terrorismo. Por el momento son 77 los muertos en el atentado perpetrado en el día de la Fiesta Nacional francesa. La confusión y el miedo se han apoderado de las personas que allí se encontraban, que no han sabido reaccionar al ataque del camión.

El periodista francés Damien Allemande de Nice-Matin ha comentado cómo ha vivido el atentado: "Un enorme camión blanco iba a toda velocidad y se ha precipitado sobre la gente dando volantazos para pillar al máximo número de personas. 'El camión de la muerte' ha pasado a unos metros de mí y no he reaccionado. He visto cuerpos volar como si fuesen bolos. Escuché gritos que jamás olvidaré, estaba atenazado, no me podía mover. Sólo he seguido el camión fúnebre con mis ojos. A mi alrededor había mucho pánico, la gente corría y lloraba. Entonces he reaccionado y he corrido con ellos en dirección Cocodrilo donde todo el mundo se refugiaba. Sólo estuve unos minutos y me han parecido una eternidad. 'Pónganse a cubierto', 'No os quedéis ahí'. 'Dónde está mi hijo, dónde está mi hijo'. Eso he oído a mi alrededor."

"La ciudad está aterrada", esto comenta Iván, un español residente en Niza. El joven ha declarado en la Cadena SER que estaba cenando en la plaza, a diez minutos del atentado y ha decidio irse a casa en lugar de ir a la playa: "He visto a la gente correr descalza", comentaba a Angels Barceló. También ha comentado que "los fuegos artificiales se hacen sobre el mar y el paseo marítimo estaba lleno de gente de todas partes del mundo".

La edición francesa del HuffPost ha contactado con un turista que fue testigo del momento, y así lo relató:

"Los fuegos artificiales acababan de terminar, estábamos en la playa, a la altura de la plaza de Masséna, íbamos a volver a casa. Había mucha gente, por lo menos casi 100.000 personas. No había sitio para sentarse en la arena de la playa. Nos íbamos a volver hacia el coche, que estaba aparcado en el centro. De repente, seis o siete policías se nos acercaron corriendo mientras gritaban que había un camión en la playa. Nos dijeron que volviéramos a casa y que nos lleváramos a los niños. Se desató el pánico.

Vimos correr a gente en dirección opuesta a la que nos indicaban los agentes de policía. Como no sabíamos a dónde ir, decidimos echarnos al suelo porque pensamos que era lo mejor que se podía hacer en caso de que hubiera un tiroteo. En ese momento, no teníamos ni idea de la magnitud ni de la naturaleza del ataque.

Cuando la gente empezó a tumbarse por toda la calle, aquellos que estaban sentados en las terrazas tiraron las mesas para salir corriendo. Escuchamos cómo se rompían cristales, fue impresionante. Estábamos con una mujer de 82 años que no se encontraba bien tumbada en la calle, así que decidimos levantarnos. Durante todo ese tiempo, la sujetamos para evitar que se hiciera daño o que sucumbiera al pánico.

Los comerciantes cerraron las tiendas, pero nos las arreglamos para entrar en una crepería. El dueño nos indicó que fuéramos al sótano porque tenía miedo de que alguien armado nos viera y disparara. Estaba histérico. Le gritaba a su hijo porque este quería salir de la crepería. Al cabo de un tiempo, vimos que la gente caminaba por la calle más tranquilamente, así que salimos del restaurante.

Una vez que nos montamos en el coche, nos topamos con un atasco, pero conseguimos llegar a casa. En ese momento encendimos la televisión y nos dimos cuenta de lo que había ocurrido".

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