España y el Reino Podrido

España y el Reino Podrido

Sorogoyen desnuda la intimidad de la corrupción.

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¿Has visto ya El Reino? ¿Quién es exactamente el papel de Antonio de la Torre? ¿Y ella? ¿Es más Rita Barberá, María Dolores de Cospedal o Susana Díaz? ¿Tienes claro quién es 'El Bigotes'? Esos cristales son muy de la calle Génova...

Durante todo el fin de semana los whatsapps circulaban frenéticamente entre políticos y periodistas. Y no era por una noticia de última hora, una entrevista en prime time u otra revelación sobre un ministro que ponga en el precipicio al Gobierno de Pedro Sánchez. La culpa era de Rodrigo Sorogoyen, que se ha lanzado al lodazal patrio con su última película.

En las oscuras salas de cine madrileñas se miraban de reojo los perfiles para ver quien acudía a ver esa radiografía de la España que ahora todos detestan, pero que muchos contribuyeron a construir. Ya la había visto en un pase privado la semana pasada la expresidenta madrileña Cristina Cifuentes... y recomendado en las redes sociales.

Y es que España empieza a perder el miedo a retratarse y a pagar dinero por verlo. Ese espectáculo de barcos en alta mar copados de políticos y empresarios semidesnudos regalándose relojes Rolex y brindando con Moët & Chandon. Esa España que hoy pasa por el banquillo, que saqueó las arcas públicas y que se creía impune.

Políticos y periodistas se han divertido el fin de semana adivinando quién era cada personaje

Ahí es donde radica lo más interesante de la película de Sorogoyen: la radioscopia de la intimidad de aquellos corruptos. ¿Qué pasaba detrás de las puertas blindadas y de los reservados en los restaurantes? Un universo propio en el que se creían los elegidos y los llamados a comerse el mundo (además de platos de carabineros).

¿Se pararon a pensar lo que hacían?, le pregunta Bárbara Lennie, la periodista dura y llena de contradicciones, a Antonio de la Torre, el todopoderoso vicesecretario autonómico que lo fue todo y que cae por las mordidas. Un sistema que no lo inventaron esos dirigentes crecidos en los partidos durante los noventa, como dice el protagonista: ya se hacía así cuando ellos llegaron.

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Un sistema que también es un gran teatro. Con reuniones en tono brusco echando la culpa desde Madrid a los dirigentes regionales... y luego conversaciones en privado para buscar retiros de oro en Washington a las ovejas negras. Porque muchos de los grandes, como dice otro de los personajes, se hacían los "egipcios". Es decir, mirar hacia delante pero con la mano detrás para recoger.

Y eso que Suiza era de horteras, se recoge en otra frase del guión. Pero detrás de las palabras estaban esas maneras de gangster. Las risas y el colegueo se acaban en cuanto las cosas se ponen feas. Llega el momento de la autodestrucción, el espejo de la película. Muchos de los enjuiciados en España por corrupción se han lamentado por el calvario personal. El filme disecciona minuciosamente esos momentos. En la retina se queda el instante en el que la mujer del corrupto escucha en una vista judicial los gastos de su marido y se leen los nombres de todos los prostíbulos a los que ha acudido. Sherezade rules.

Y la sensación de caída, de dar la espalda en el momento en el que eres un problema de telediario. "¿Qué parte de no cogerte el teléfono no has entendido?", espeta el presidente autonómico. La guerra cruenta: tus compañeros de partido son los que realmente te pueden matar políticamente en un segundo. Son tus peores enemigos. Eso lo saben muy bien siempre en las direcciones y Madrid siempre "van en serio". Nunca mires para atrás en esos momentos, te convertirás en estatua de sal. Eso lo han vivido muchos políticos, los grandes siempre actúan con frialdad máxima cuando no les interesas.

Los compañeros de partidos son siempre los peores enemigos

Algo que en sus carnes sufrieron muchos de los corruptos. Uno podía ir a la boda de Ana Aznar y Alejandro Agag, pasearse por El Escorial entre el poder mundial... y luego tener que escuchar años más tarde, como pasó hace dos semanas, de la boca del expresidente Aznar: "Ni conocía al señor Correa ni lo contraté".

Ese vacío que llevó a muchos a tener que jugar su propio juego, entre la verdad y la mentira, entre la presión y el chantaje, entre los periodistas y los jueces. Un país entero puede caer por unas libretas con anotaciones, dicen en la película. Y el propio Mariano Rajoy lo sabe: aguantó años y años con Gürtel, pero fue la sentencia de la Audiencia Nacional la que llevó a la moción de censura y desalojo de La Moncloa.

Sorogoyen también nos pone ante el oscuro espejo del que nadie quiere hablar. El miedo a la propia muerte, a ser asesinados. Una turbia pesadilla de la que hablan en privado algunos políticos implicados. El horror por lo que le pueda pasar a tu familia. La línea roja de Luis Bárcenas siempre estuvo en su mujer Rosalía, por ejemplo, evitar que acabara en la cárcel. ¿Paranoia de los protagonistas? ¿Las cloacas del Estado para salvarse? Los coches sin luces por la carretera, leyenda negra que nadie ha probado hasta ahora.

Esa España que jugó con los fondos europeos, que paseaba en coches negros mirando cómo otros recogían las naranjas en el campo. Aquel país. ¿Se acabó de verdad? ¿Es solo una película ya? España y el Reino Podrido. Siempre a ritmo techno.