Eduardo Garzón saca una conclusión de la columna que más está dando que hablar de Rallo

El economista Eduardo Garzón ha reaccionado a la columna publicada por su colega de profesión Juan Ramón Rallo en El Confidencial en el que defiende el modelo laboral de las Big Four, las cuatro firmas más importantes del mundo en el sector de la consultoría (Deloitte, PwC, Ernst & Young y KPMG).

Rallo, en su texto, se posiciona en que los trabajadores más jóvenes de la compañía cobren menos dinero para que así los directos y empleados de alto rango cobren más. Defiende que de esta forma, esos juniors llegarán a cobrar esas mismas cantidades cuando vayan ascendiendo. 

"No todo puede ser a la vez: si los junior trabajan muchas menos horas (o trabajan las mismas, pero con una remuneración más cuantiosa), los beneficios de la compañía se reducirán sustancialmente... y esos beneficios (menguantes) son los que posteriormente se reparten, en forma de muy altas remuneraciones, los socios y el resto de empleados de alto rango", afirma Rallo. 

Finalmente, también indica que "para que existe la opción de que algunos de los que entran cada año en esas empresas alcancen remuneraciones muy altas con el paso de los años es necesario que los ingresos netos de la compañía no se repartan de manera más o menos equitativa entre todos los trabajadores".

El usuario de Twitter Ivan (@ivanhayala) ha compartido este fragmento en Twitter, subrayando algunas ideas, y ha añadido que Rallo tiene razón porque "la generación de beneficios de las Big Four se basa en la sobreexplotación laboral (y psicológica) de los junior para que algunos senior puedan cobrar un pastizal". 

"Así funciona el capitalismo, para que unos ganen mucho, otros tienen que ganar muy poco", ha reflexionado. Su tuit está dando que hablar y en cuestión de horas ha superado los 1.200 me gusta y lleva varios centenares de respuestas, una de ellas de Garzón.

El economista ha destacado que esta columna de Rallo es "la prueba de que, si gobernaran, los neoliberales abolirían la jornada máxima de 40 horas semanales para que los empresarios pudiesen explotar todo lo que quisieran a los trabajadores". 

Finalmente, ha sentenciado que con este modelo se volvería al "siglo XIX".