40 años en la OTAN, y nos ha ido bien

40 años en la OTAN, y nos ha ido bien

Los ‘pacifistas’ que en su día se rieron de las palabras de Manfred Woerner y de Javier Solana, han ido de ridículo en ridículo.

Pedro Sánchez, en el acto por el 40 aniversario de España en la OTANEuropa Press News via Getty Images

En junio de 1989 un pequeño grupo de periodistas españoles visitó el Cuartel General Aliado en Europa (SHAPE) de la OTAN en la pequeña localidad belga de Mons, cercana a Waterloo, a un paso de Francia. Allí, en su austero despacho, el secretario general Manfred Woerner nos dijo, en medio del derrumbe del comunismo real como un castillo de naipes, que “la alianza es el movimiento de paz más formidable de la historia”. Sobre la entonces reciente adhesión de España recuerdo sus palabras: “Hay una lógica en la pertenencia de España a la NATO. Somos una alianza defensiva y no pensada para lanzar una guerra”.

Eran tiempos de ilusiones, que el propio tiempo fue rompiendo. A la pregunta de si cuando habla de la paz y la democracia de Europa esta idea se queda en el ‘telón de acero’ o llega hasta los Urales, el ex ministro alemán de Defensa contestó que esa Europa incluía a la antigua Unión Soviética. “Cuando decimos que queremos una Europa más democrática y más libre nos referimos a toda Europa, y es algo que vamos a promover...”.

Era marzo de 1997 y el español Javier Solana ocupaba la Secretaría General. Otra vez fuimos a Mons, y a Bruselas. ‘La nueva OTAN aprieta el acelerador’, se titulaba mi crónica. Meses después, en julio, estaba prevista la celebración de una cumbre de Madrid. Allí se trataría del ingreso de los países que salieron corriendo de la órbita soviética y que buscaban paraguas y amparo en la organización militar de las democracias. Pero el proyecto era que incluso la Federación Rusa y Ucrania tuvieran un acuerdo bilateral.

Lo confesaba, completamente agotado, Javier Solana, que acababa de llegar de una visita a Ucrania. “Estamos viviendo uno de los acontecimientos más importantes en la vida de la Alianza”. Para atar todos los cabos con los restos del ‘imperio rojo’ se sucedían los briefings con periodistas rusos, ucranianos, de todo el este, con delegaciones políticas y militares…”Estamos intentando crear una imagen viable del occidente; ligarnos con gente que pueda sobrevivir a un cambio gubernamental”.

Si lo que ha querido Putin es dar un aviso a navegantes y crear las condiciones de terror para conseguir su objetivo, ha reforzado en cambio la determinación de resistir a cualquier precio

Nadie podía prever que después de Boris Yeltsin llegara Vladimir Putin y el ‘putinismo’. La nostalgia de los viejos tiempos, del poderío y la influencia de la superpotencia, y de su imperialismo colonialista. Aunque ya apuntaba maneras, a pesar de su impenetrabilidad, la anexión de Crimea marcó un antes y un después.

Si bien previamente había hecho amagos con ejercicios y maniobras por el norte, un hacerse notar por las tres repúblicas bálticas, por Polonia, y por los antiguos países secuestrados por el Pacto de Varsovia que eligieron la libertad y la democracia, todo indicaba que el Kremlin en manos del antiguo agente de la KGB y de su corte de viejos espías y oligarcas tenía puesta la vista en Kiev.

Lo negaba, claro. Pero los trucos, como poner hombres de paja en el Donbás,

delataban sus intenciones. Cuando inicia la invasión, radiotelevisada en directo

hasta desde el espacio, el mundo comprende que su ansia de resucitar a la URSS convierte en una incógnita diabólica la ‘guerra de Putin’.

Cuando el 24 de febrero de este 2022 las tropas rusas traspasaron la frontera, después de negar cínicamente Putin y sus perros de presa que fueran a hacerlo abrieron la ‘caja de Pandora’. Primero: a pesar de haber comprado a la extrema derecha europea; de tener una especie de simpatía por nostalgia, podría llamarse también ‘síndrome de Estocolmo’, de la extrema izquierda o el populismo comunista; de pensar que la Unión Europea no reaccionaría unida, sino que prevalecerían sus intereses nacionales, se encontró con una respuesta que no estaba en sus cálculos. Los tres días de paseo triunfal van ya por cuatro meses. Su ejército se ha hundido en el descrédito.

No es por casualidad que siempre que la URSS, antes de su voladura incontrolada, o ahora la Rusia de Putin, configura una amenaza o lleva a cabo una agresión… la condena y las manifestaciones son en contra de los atacados y no de los atacantes

Volodimir Zelenski se ha convertido en un héroe mundial. Dinero, armas, alimentos, llegan sin parar a Ucrania, mientras los invasores masacran a la población civil, convierten en tierra quemada los cultivos, roban las riquezas, violan y asesinan con infinita crueldad, destruyen las ciudades y atacan hospitales, refugios, teatros…

Petro Poroshenko, ex presidente de Ucrania, declaraba a El País el domingo que “es imposible lograr un acuerdo. Putin quiere matarnos a todos”. Esa es la opinión más extendida. Un aniquilamiento en masa.

Si lo que ha querido Putin es dar un aviso a navegantes y crear las condiciones de terror para conseguir su objetivo, ha reforzado en cambio la determinación de resistir a cualquier precio. En la entrevista de El País, Poroshenko, líder de la oposición, pone un ejemplo comprensible para los españoles: “La integridad territorial de Ucrania no se negocia. ¿Cómo reaccionarían los españoles si para lograr la paz tuvieran que entregar a Baleares o Canarias? No hay ninguna posibilidad de que paguemos ese precio”.

Los ‘pacifistas’ que en su día se rieron de las palabras de Manfred Woerner y de Javier Solana, han ido de ridículo en ridículo. La OTAN ha demostrado que no ha estado para lanzar guerras sino para la defensa común de sus miembros, y de aquellos estados amigos que quieran entrar en el club de la seguridad mutua. Además, desde hace tiempo, se sabe que buena parte de los ‘movimientos por la paz’ en Occidente son una vieja estrategia soviética. No es por casualidad que siempre que la URSS, antes de su voladura incontrolada, o ahora la Rusia de Putin, configura una amenaza o lleva a cabo una agresión… la condena y las manifestaciones son en contra de los atacados y no de los atacantes.

Lo estamos viendo, sin tapujos, en España. También, claro, en regímenes o partidos con tendencias autoritarias y/o populistas. Da igual que sean los neos, qué más da el mote, la marca, el acrónimo o el apellido, de Le Pen, Orbán o sus pares; o la galaxia podemita, o los restos insepultos del PCE que traicionan al PCE de la Transición, que, al fin de un recorrido de frustraciones y fracasos por la historia del siglo XX, terminó donde empezó.

Por eso las manifestaciones de rechazo y rencor anunciadas por Podemos con

motivo de la celebración esta semana de la cumbre de la OTAN en Madrid, en el

cuadragésimo aniversario de la entrada de España, son aparte de patéticas un

reflejo condicionado típicamente pavloviano.

Los pacifistas de pacotilla, cómplices de la desinformación rusa, ya podrían dejar el activismo simplón y la soberbia típica de los mesías fracasados

Predicar la paz y la diplomacia, acudir a la paciente evangelización, que como

demuestran los antecedentes religiosos acaba inevitablemente en martirio, cuando el ejército ruso va a sangre y fuego, hay ya más de 50.000 muertos, y cuando se amenaza abiertamente a Estonia, Letonia, Lituania, Polonia… o es una muestra de estupidez o de fanatismo. O una secuela del fracaso de la reforma psiquiátrica.

En cualquier caso, negar a los ucranianos armas para defenderse es en sí una muestra de crueldad y una pretensión criminal. Ofrendar en un altar del sacrificio una población indefensa a un autócrata loco o malvado.

A su vez esta guerra, y la unidad de la alianza de las democracias, también mira al sur. Desde la revolución islámica en Irán y sus desvaríos y sus amenazas a occidente, tanto España como Europa empezaron a observar con atenta preocupación y medidas de prevención la ribera africana del Mediterráneo.

Por aquellos años finales de los 70 se popularizó la ‘creación’ del eje estratégico

Baleares-Estrecho-Canarias. El ‘Diálogo mediterráneo’ se institucionalizó algo más tarde, en 1994. La creación por el presidente Rodríguez Zapatero en 2006 de Casa África en Las Palmas de Gran Canaria, como instrumento de la diplomacia civil, facilitó importantes ‘cumbres’ de alto nivel, muy discretas, para tratar temas de seguridad, defensa, tráfico de personas, migraciones…

Unidades de la Armada Española empezaron a patrullar hasta el Golfo de Guinea recorriendo el litoral de los países UNOWA. El yihadismo es una amenaza creciente para la estabilidad del Magreb: desde Mauritania a Túnez, pasando por Marruecos y Argelia. La reacción de la UE y la OTAN ante el caso ucraniano también está sirviendo de cara a Marruecos y Argelia. Desde Bruselas, y ahora con la Cumbre OTAN en IFEMA, se lanza un mensaje claro y sin encriptar: España es territorio OTAN y UE desde los Pirineos y el Cantábrico hasta el Atlántico canario. Desde Finisterre a El Hierro.

Y los pacifistas de pacotilla, cómplices de la desinformación rusa, ya podrían dejar el activismo simplón y la soberbia típica de los mesías fracasados. Como el famoso aforismo del polaco Stanislaw Jerzy”: “No es nada más que un meteoro”, dijo un dinosaurio con desprecio”.

La OTAN y la UE, en fin, nos han venido muy bien.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.