Biden, en la buena dirección

Biden, en la buena dirección

La decisión del presidente de EEUU de apoyar la suspensión temporal de patentes alimenta el debate histórico sobre la necesidad de facilitar el acceso a medicamentos.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, informa del programa de vacunación en Washington.Drew Angerer via Getty Images

La decisión de Biden de apoyar la suspensión temporal de patentes para los medicamentos y tecnologías contra la covid-19 ha revolucionado a medio mundo: los países en desarrollo y ONG sanitarias aplauden, los fabricantes de vacunas caen en Bolsa, China y Rusia dicen que están a favor. La Unión Europea, por boca de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, pillada en fuera de juego, se muestra dispuesta a debatir —en otras palabras, pide tiempo para consultar a la patronal farmacéutica europea, la EFPIA—.

Hay que decir que el anuncio de Katherine Tai, la nueva representante de comercio exterior de EEUU, no tiene precedentes en la historia del comercio internacional de medicamentos. Algunos pueden compararla con la Declaración de Doha de 2001, y a su complemento, la Decisión de 2003, pero la impresión de Farmamundi es que la de ayer va a tener un mayor calado.

¿Va a surtir efectos inmediatos? Claramente, no. Recordemos que se trata de modificar un tratado internacional, el Acuerdo de los Aspectos de los Derechos Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC), uno de los acuerdos fundacionales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) desde su constitución en 1994 en Marrakech (Marruecos). Ya en estos días pasados, el Consejo de los ADPIC había acordado que India y Sudáfrica, promotores de la exención temporal, reformulasen su propuesta.

El alcance real de la propuesta deberá estar indicado con precisión en ese posible acuerdo: por ejemplo, qué países podrán suspender esas patentes. Tal vez esa nueva cláusula solo pueda ser invocada por los países en vías de desarrollo, es decir, no los de la OCDE (Europa, EEUU, Japón, Corea, Canadá, Australia..), sino los restantes. Con lo cual, pese a que la patronal mundial de la industria farmacéutica, la IFPMA, declaró sentirse “decepcionada”, las empresas farmacéuticas seguirán ganando cientos o miles de millones de euros con las ventas a esos países ricos. Lágrimas de cocodrilo.

¿Qué podrán hacer los países a los que se aplique? ¿Podrán producir? ¿Podrán importar? ¿Podrán exportar? Pensemos que producir fármacos no está al alcance de cualquiera, y mucho menos vacunas, unos productos biológicos estériles en los que se manejan microorganismos patógenos inactivados o partes de ellos. De hecho, esa es ya una de las excusas que aducen las empresas del sector: “¡Pero si no hay más empresas que puedan producir vacunas!”.

Pues no es cierto, el gigante israelí de genéricos, Teva, se ha ofrecido a producir vacunas, pero nadie le ha respondido. Biolyse Pharma, una pequeña empresa canadiense con capacidad de producir 20 millones de viales al mes, ha visto rechazada su petición de licencia voluntaria que envió el 5 de marzo a la estadounidense Janssen. En Sudáfrica (Instituto Biovac), Pakistán, Corea y otros países, hay empresas dispuestas y capacidades fabriles sin utilizar.

¿Cuánto tiempo durará la exención? ¿Cuándo se declarará el fin de la pandemia? ¿A qué productos afectará? No es lo mismo vacunas que otros medicamentos o instrumental. No es lo mismo que afecte a los fármacos, a principios activos, a los excipientes y adyuvantes, o a todos ellos.

Que nadie espere una victoria sin bajar del autobús. Tras el alborozo inicial vendrán las dificultades, la rabia contenida por no avanzar más rápido y las presiones de la big pharma, que pondrá a todo su ejército de lobistas a trabajar. Pero esta es, confiemos, una decisión histórica, cosa que no se hizo con el sida, que causó y sigue causando millones de muertos desde su aparición en junio de 1981 (cumplirá 40 años el próximo mes), ni con la crisis de la hepatitis C en 2013-2015, ni con otras enfermedades.

Y es una oportunidad para vindicar, una vez más, que aquellos medicamentos determinados como esenciales por la OMS, cuya lista actualiza cada dos años (no aquellos para la disfunción eréctil, como la Viagra(R), o para corregir las arrugas del rostro, como el Botox(R)), es decir, aquellos cuyo uso determina que una persona viva o muera, deben estar fuera del ámbito de las patentes.

Por todo ello, aplaudimos la decisión de Joe Biden. Va en la buena dirección.