Cerrar un cine

Cerrar un cine

"La pandemia no ha provocado los cambios, sino acelerado las transformaciones".

Cerrar un cine.Liyao Xie via Getty Images

“Vas a tener el honor, tristemente, de cerrar este cine con tu película…”. Me dicen esta frase, en Girona, en el pase de nuestra película Mi adorado Monster en el Festival de Cinema Fantàstic i de Terror, Acocollona´t.

Cerrar un cine… Un cine con varias salas, amplias y cómodas, con su cartelito certificador de sonido THX aún en las puertas… Al que los espectadores han dado la espalda en los últimos tiempos, y, por tanto, deciden echar el cierre.

Precisamente nuestra película habla del amor al cine, y de cambios en la forma de hacer determinadas películas en los años noventa del siglo pasado, y de los márgenes cinematográficos, también necesarios. A lo mejor esta película era la más adecuada para ser la última antes de que se apagase para siempre el proyector. Quizás.

Y no se me ocurrió mejor forma de contestar ante la triste noticia que “parte del mundo que conocemos del cine, mi mundo, está desapareciendo…”. Así lo siento.

Reflexionando, creo que la pandemia no ha provocado los cambios, sino acelerado las transformaciones que de alguna manera debían de llegar más pronto que tarde en la exhibición de las películas, un nuevo modelo que haría coexistir ventanas, e incluso hacer casi desaparecer alguna. A las artes escénicas, afortunadamente, pienso que les irá mejor tras la crisis sanitaria, pero me atrevo a decir que el cine como tal no va a ser lo que hemos conocido hasta ahora.

Se ve más cine que nunca, pero no en salas, que sólo se llenan excepcionalmente, y especialmente con campañas como la Fiesta del Cine, con reducción de precio. Y el dilema es conseguir llegar a un equilibrio y coexistencia entre la exhibición televisiva y de plataformas con la de los cines.

Y pienso que quizá el futuro de las salas pase por un valor añadido, tanto para gran formato, en eventos o grandes estrenos, como en formato muy especializado, para los interesados en ciclos, festivales, a los que se sume una experiencia interactiva. Siempre lo digo: el público necesita que le cuenten historias, sea en el formato que sea, desde los tiempos en que se narraban cuentos en las hogueras. Por tanto, habrá que seguir adecuándose, digo yo, pienso yo.

Antes se fueron el correr de las cortinas que daban el paso a la proyección y los acomodadores uniformados, con linterna en ristre. Pero como tantas otras veces, el cine, puede, debe reinventarse…

La despedida de ese cine en Girona fue casi como una metáfora. No había calefacción, me consta que por causas ajenas a la organización de ese festival tan estupendo. Y los espectadores, agarrándose al clavo de la resistencia, pertrechados de abrigos, bufandas y gorros, aguantaron, pese al frío, toda la proyección. Nos resistimos a este tipo de despedidas.

Nuestro regreso, por un lado, fue feliz por habernos traído el Premio Especial del Jurado para Mi adorado Monster, pero por otro, tiene un tinte muy agrio… Cerrar un cine. ¿Cuántos más serán?