De ser de 'frikis' a aplaudido por la crítica: cómo ha cambiado el cine de terror

De ser de 'frikis' a aplaudido por la crítica: cómo ha cambiado el cine de terror

Las películas de miedo estos últimos años poco tienen que ver con las clásicas y esto se debe tanto al consumo como a los cambios en los directores.

Fotograma de 'Midsommar' de Ari Aster.A24

Ver cine de terror no ha sido algo precisamente para todos los públicos. Y no solo por edad. Las películas de miedo han tenido históricamente un target muy delimitado o solo para aquellos que se atrevían a no tener pesadillas o pasar un rato que no era agradable a todos. Todo ello salvando cintas clásicas como El exorcista, El silencio de los corderos o La semilla del diablo, que han pasado a la historia del cine en términos globales.

En los últimos años, el cine de terror se ha democratizado. Los especialistas, en líneas generales, coinciden con ello y lo achacan a distintos factores que van desde el acceso al streaming a las temáticas o la estética que plasman los realizadores.

“Con internet ha cambiado la manera que hace que llegue al gran público, que sea mucho más efectivo y no solo con las personas que leen revistas especializadas, las plataformas, etc. Ese es uno de los grandes puntos, las plataformas han servido para popularizar y hacer llegar al gran público el cine de terror que antes si no tenías interés específico en él no lo buscabas y ahora te metes en un Netflix o un Prime y tienes un catálogo para aburrir a un solo click, puedes mirar y si te gusta te quedas y si no nada”, señala Josep M. Rodríguez, experto en cine de terror de la web Dioses y monstruos.

Para él, el cambio ha sido en el cine en general, pero se ha producido en el terror en particular también en la forma de consumirlo que califica como “cinéfaga y no cinéfila”. “Porque la facilidad de acceso a contenido como que lo banaliza”, señala.

Para José Mellinas, director de la web TerrorActo, es una evolución como las que ha habido anteriormente y recalca que es “un proceso natural”. “Nuestros miedos, nuestras preocupaciones, seguirán teniendo su reflejo en la ficción hasta el fin de los tiempos”, recuerda.

Además del cambio en sí del consumo ha habido otros factores que han auspiciado que el terror pase a ser más mainstream. Rodríguez apunta a los festivales que, más allá de Sitges, han acercado el cine de terror al gran público. “A partir de los 2000 aparecieron tropecientos festivales pequeñitos que han ayudado a que el público se acerque, a formarlo, a educar… Y también las sagas literarias. Muy a mi pesar, la saga Crepúsculo ha creado una horda de fans que no tenían ningún contacto con el cine de terror y, aunque obviamente sea una historia de amor, ahí hay hombres lobos, hay vampiros”, detalla.

Lo mismo apunta con respecto a otras tendencias del cine de terror como ocurre con el cine asiático. “Gracias a las plataformas de VOD, que de repente se han llenado de contenido de cine asiático, hay gente que está descubriendo el cine surcoreano, por ejemplo, que lleva en boga varias décadas, pero de manera limitada y ahora es también mainstream en el sentido de que alcanza muchísimo público, aunque no sea mainstream occidental al menos en su concepción”, explica Rodríguez, quien recuerda que clásicos como The Ring o Dark Water abrieron camino en este ámbito al que siguen llegando cintas tanto de nuevos creadores como de otros más asentados como Takashi Miike.

El terror efectivamente se hace mainstream cuando, por ejemplo, durante la última década y media, un elemento iconográfico tan poderoso del terror como es el zombi, entra en todos los hogares con una serie de éxito como 'The Walking Dead
Jordi Sánchez Navarro, director de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC y subdirector del Festival de Sitges hasta 2004

Aunque no todos lo ven así, Jordi Sánchez Navarro, director de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC y subdirector del Festival de Sitges hasta 2004, cree que se ha ralentizado la producción audiovisual en este género.

“En el caso del terror, podemos ver que el cine de monstruos clásicos de los años 30 no tiene nada que ver con los grandes terrores de los 50, que están más vinculados a la invasión extraterrestre, o con los de los años 60, que incorporan el psicologismo y la contracultura de formas inéditas hasta entonces. En las últimas décadas es como si el tiempo de la producción cultural se hubiera paralizado, por lo que resulta difícil decir que el terror de ahora es muy diferente al de hace diez años”, explica y apunta a que las cintas actuales “derivan de modelos que surgieron hace mucho más de diez años”.

Sánchez sí que coincide con sus compañeros en que el terror ha entrado en los hogares más mainstream. “El terror efectivamente se hace mainstream cuando, por ejemplo, durante la última década y media, un elemento iconográfico tan poderoso del terror como es el zombi, entra en todos los hogares con una serie de éxito como The Walking Dead”, explica y recalca que las barreras derribadas en la pequeña pantalla ha sido fundamental para tener la percepción actual.

Un miedo que aborda los problema sociales

Las temáticas también ha ido evolucionando y, como bien apuntaba Sánchez, en la década de los 50 y 60 lo paranormal estaba a la orden del día, a día de hoy se mezclan las tramas de terror con las que preocupan al público actual.

“Parece que es así, que para gustar a todo tipo de personas, o para gustar a la crítica y optar a premios, el terror debe tratar temas que vayan ‘más allá’ del terror. Quizá convertirse en dramas de impacto, con cierta presencia de elementos sociales”, señala Sánchez. “Así se busca apelar a públicos más amplios, a veces bajo la discutida etiqueta de ‘terror elevado’. Al mismo tiempo, cuando los creadores de terror intentan apelar a ese público más amplio con esos enfoques sociales, se encuentran a veces con la reacción de los aficionados de siempre, que en el fondo, consideran que determinados dramas están alejando al terror de los grandes temas tradicionales del terror”, indica.

Se buscan temas más cercanos al público, más dramas sociales, temas como la maternidad, la vejez, las enfermedades mentales, la soledad, temas que están a fin de cuentas muy a la orden del día
Josep M. Rodríguez, experto en cine de terror de la web 'Dioses y monstruos'

Rodríguez admite “odiar profundamente” esa etiqueta de “terror elevado”, “porque es como que el cine de terror es ahora culturalmente más rico o trata temas más intelectuales o interesantes, como si no hubiera hecho en la década de los 70 con películas como Repulsión, Martin, El Resplandor o las cintas de Friedkin”. “Parece que se busca como hacerle un blanqueamiento del cine de terror para hacerlo mainstream”, explica. “Pasa cada cierto tiempo porque se toma conciencia de que es un cine barato y da muchísimos beneficios, se van cambiando los temas, se buscan temas más cercanos al público, más dramas sociales, temas como la maternidad, la vejez, las enfermedades mentales, la soledad, temas que están a fin de cuentas muy a la orden del día”, señala.

En estas cintas, en las que podemos ubicar la filmografía de Jordan Peele, La abuela u otras como Midsommar. Para Rodríguez, esto no es más que una vuelta a poner al “ser humano como elemento de conflicto y del mal” teniendo en cuenta, además, el contexto histórico. “El 11-S, la Guerra de Irak, Afganistán, la era Trump por supuestísimo, o ahora con el covid-19, hemos visto un montón de propuestas que hablan de grandes epidemias haciendo una referencia claramente a las pandemias mundiales”, detalla. “Al final estos elementos hacen que el espectador sienta cercanía por todo eso que le pillaba más lejos, sobre todo antes”, apunta.

La percepción del cine de terror ha cambiado y eso ha sucedido también gracias a estas nuevas temáticas, algo que no sucedía anteriormente. De hecho, Mellinas apunta a que William Friedkin ni siquiera contempló El Exorcista como una cinta de terror, sino “como una historia poderosa sobre los misterios de la fe, sobre la capacidad de amor de Dios”. “Quizá por la idea general de que esa etiqueta estaba reservada a producciones de baja calidad, a un nivel solo por encima del porno. La aceptación ha mejorado considerablemente hoy en día a pesar de que se hace mucho más énfasis en los temas sociopolíticos de estas obras; ahí es donde nacen o mueren los aplausos”, explica.

Casos como estos siguen repitiéndose e incluso los propios directores se han encargado de blanquear sus cintas y no etiquetarlas como “terror”. “Hay casos muy flagrantes como es el de Hereditary, de Ari Aster, que llegó a declarar que tuvo mucho cuidado para no hablar con el equipo técnico en ningún momento de una película de terror siempre lo hacía como un drama familiar”, apunta Rodríguez.

  Fotograma de 'Déjame salir' de Jordan Peele.Blumhouse Productions/QCEntertainment

Una estética más cuidada

En muchas de las cintas anteriormente mencionadas además de la temática, también aparece una estética menos explícita, más cuidada y en la que la sangre o los maquillajes excesivos no siempre están presentes.

“Hablaba con unos compañeros con Midsommar que decían es una película colorista, a plena luz del día, qué bonita que es, que tal, pero es una película de terror, que además tiene todos los elementos de película de terror de antaño, desde el hombre de mimbre a mil referencias más. Casi que les parecía una peli chula”, señala Rodríguez.

Sánchez recuerda que Midsommar se adapta a la estética mainstream alternativa además de estar relacionada a las expresiones culturales late millenial “avalada por una productora y distribuidora A24” y que además “carga más las tintas en cuestiones relacionadas con la salud mental, que es uno de los grandes temas de nuestra época”.

Aunque Rodríguez admite que con otras como Déjame Salir o con La Bruja, “que no deja de ser un coming of age muy cuidado plásticamente, aunque sea muy turbio lo que ves en pantalla, todo pasa fuera de campo”.

“Todo este blanqueamiento de alguna manera de los elementos clásicos del cine de terror, hacen que sea más cercano al público, que está por la labor, pero creo que se ha ampliado al público”, explica el especialista. 

  Imagen de la película 'La Bruja'.Mott Street Pictures

El experto recuerda que en la década de los 70, 80, 90 e incluso principio de los 2000 se apostaba más por “el feísmo, la violencia y la monstruosidad”. “Han derivado hacia una plástica más cuidada, pero buscando el artificio de recrear ambientes que son más oníricos, más bonitos, la violencia fuera de campo, eso es algo que está bastante a la orden del día en gran parte del cine de terror hoy día”, explica.

Sánchez explica que esto no quiere decir que se apueste más por un terror psicológico y no por lo explícito. “Lo explícito siempre ha sido consustancial al género de terror, lo que pasa es que nuestra tolerancia hacia determinados regímenes de visualización ha ido cambiando con los años. Es decir, el género siempre ha mostrado cosas buscando el shock value, el impacto, acercándose al umbral de tolerancia de cada época”, señala. “Creo que ambas tendencias conviven, incluso me atrevería a decir que las mejores y más legendarias películas de terror son las que combinan ambos enfoques”, valora.

¿Adiós a los monstruos?

A pesar de esta corriente de nuevas cintas más centradas en temas sociales, este año se estrena una nueva entrega de Halloween, que es un ejemplo del terror más clásico con protagonistas casi monstruosos.

Para Rodríguez, el terror más fantástico y de figuras paranormales como monstruos, vampiros u hombres lobo no está a la orden del día, pero sigue teniendo público con otro enfoque.

Justamente los personajes clásicos que nombras suelen regresar de tanto en cuanto porque forman parte de la naturaleza cíclica del género. Y si regresan es por alguna razón
José Mellinas, director de la web 'TerrorActo'

“Realmente alguna hay, pero no es algo que creo que interese mucho ahora mismo en esta década. Que van a tener algún repunte, por supuesto. Lo tuvo Freddy Krueger cuando se hizo un remake hace relativamente pocos años”, explica. “Sigue habiendo películas de hombres lobo y mujeres loba. El año pasado en Sitges estaba Bloodthirsty este año había un niño que lo era también, pero siempre hablando en otros términos son coming of age, dramas familiares, como el peso de la película, no el monstruo en sí ni las acciones que lleva a cabo”, detalla.

En este cariz nuevo de los vampiros y hombres lobo, entre otras criaturas, coincide Sánchez, quien recalca que “han ido adquiriendo capas de complejidad”. “Digamos que el monstruo ha dejado de ser un recipiente en el que depositar lo negativo y repudiable, la anomalía que pone en riesgo el orden social, para convertirse en un elemento de distorsión en un sistema que necesita ser distorsionado. Ha ido creciendo, de hecho, la simpatía por el monstruo”, señala.

Aunque el terror parezca más “elevado” o menos cruento que hace unas décadas, las criaturas siguen presentes y las clásicas seguirán siendo recurrentes. Tal y como señala Mellinas: “Justamente los personajes clásicos que nombras suelen regresar de tanto en cuanto porque forman parte de la naturaleza cíclica del género. Y si regresan es por alguna razón”.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es