Debajo del virus

Debajo del virus

Es demasiado evidente que el PP, sobre todo por boca de Isabel Díaz Ayuso y de Pablo Casado, están mercadeando con el virus.

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado, en una imagen de archivo. Borja B. Hojas via Getty Images

La pregunta que me hicieron fue: “¿Y dónde están los demás súper ricos, riquísimos, los del Ibex 35 y los que no siendo de este club son grandes fortunas, mimadas por los políticos, por la prensa rosa, e invitados fijos de plantilla en los actos económicos y mundanos?”.

Algunos hay, igual que deportistas de primera fila que quieren compartir su riqueza sin aspavientos. Pero el caso de Amancio Ortega sobresale entre todos, no sólo en una ocasión de catástrofe nacional y mundial, como la emergencia provocada por el coronavirus. No. Desde hace años el dueño de Inditex, y en general su familia, se está volcando en el ejercicio de la filantropía con sus ayudas para proporcionar el más moderno y eficiente aparataje contra el cáncer al Servicio Nacional de Salud (en mayo pasado, 300 millones de euros). O becando a miles de jóvenes para estudiar fuera el bachillerato y aprender inglés, por ejemplo en Estados Unidos, etcétera. Y ahora, en estos momentos críticos y angustiosos, proporcionando 300.000 mascarillas y poniendo a disposición del Gobierno todos sus medios para importar con urgencia el material necesario a través de su inmensa red logística y de compras, y para poner las fábricas a disposición de las autoridades en esta economía de guerra. Su hija Sandra dona más de un millón y 5.000 trajes protectores. 

Por otra parte, China está desarrollando una amplia campaña para contrarrestar el cerco Estados Unidos en Occidente, con la guerra comercial y utilizando los aranceles como armas de disuasión masiva para obtener ventajas políticas.  Con paciencia trata Xi Jinping de ocupar el espacio vacío que va dejando la superpotencia de forma loca y acelerada durante la errática presidencia de Donald Trump. Así, tanto el Gobierno chino como sus empresarios más destacados y disciplinados se están volcando en ayudar, con la transferencia de sus conocimientos en esta pandemia, que empezó en Wuhan y que ya han controlado, y su ayuda sanitaria, a los países más afectados por el Covid-19. 

En el caso concreto de España, aterrizó en el aeropuerto de Zaragoza un avión con 500.000 mascarillas. La ayuda ha sido proporcionada por la Fundación Jack Ma y la Fundación Alibaba.

Es demasiado evidente que el PP, sobre todo por boca de Isabel Díaz Ayuso y de Pablo Casado, están mercadeando con el virus.

Estados Unidos, en estas circunstancias, ni está ni se le espera; y la Unión Europea sigue catatónica, falta de un liderazgo claro y con una cohesión que sigue resquebrajándose. Hay varias Europas en la que es técnica y legalmente Única. Tras la gran crisis desatada en 2008, la gestión neoliberal y excesivamente dura e intransigente (y soberbia) encabezada por Alemania y los nórdicos agravó las consecuencias. En 2010 ya lo advirtió en un Congreso del SPD el anciano excanciller Helmut Smith, desde su silla de ruedas. Su pronóstico se ha cumplido. Europa ahondó su división entre el oeste y el este recién llegado, que no tenía ni tiene claras las reglas de la asociación. Y el bucle sigue.

El agrandamiento de la brecha social los ricos se han hecho mucho más ricos y la clase media y los pobres se han hecho más pobres. Esto originó la aparición de los populismos extremos; más el de extrema derecha, pero también de extrema izquierda, como el caso de Podemos en España, aunque este movimiento que iba contra la casta ha ido moderándose: ha elegido ser parte de ella, si bien en cuanto tiene oportunidad saca su discurso y su activismo más genuino en procesión (laica, claro).

Pero es la extrema derecha el mayor riesgo del futuro europeo, que ya aflora en todos lo países. El gran problema es que se ha normalizado, y en esa normalización han sido decisivos el PP y el Ciudadanos mutante de Albert Rivera.

Ahora, bajo el ‘estado de Alarma, se mueven muchos intereses contrapuestos. Los grandes conflictos, y los grandes momentos – y estamos flotando en ambos- encierran grandes intereses en liza. Es demasiado evidente que el PP, sobre todo por boca de Isabel Díaz Ayuso y de Pablo Casado, están mercadeando con el virus. La una, acusando al ‘mando único’ de querer robarle sus mascarillas, y el otro, diciendo por una comisura que va a aplicar una política de Estado, de unidad ante el desafío, todos juntos en el mismo barco,  pero por la otra anunciando que ya llegará la ocasión de hablar de las tardanzas, las incompetencias, los fallos… aunque no se refiera a todos los países europeos.

El mayor peligro, y con más efecto multiplicador, es un inepto e indocumentado en áreas como sanidad, dependencia, educación…

Y, esto es más reciente, exigiendo que no se siga hablando del debilitamiento de la sanidad pública durante los gobiernos populares. Los vídeos de las comparecencias y ruedas de prensa del aznarista Casado solapadas con las del presidente del Gobierno, como un ‘gobiernito’ siempre enfurruñado, y los tuits, retuits y cartas de Díaz Ayuso, son como una foto: la imagen vale más que mil palabras.

Aquí todos, sin faltar uno, son responsables de sus actos por acción o por omisión. Vamos a ver: la sanidad pública está transferida a las comunidades autónomas, son ellas las encargadas de contar con plazas, con camas, con UCIs, con mascarillas, respiradores, sábanas, pijamas, jeringuillas… no sólo para los días tranquilos sino para atender los imprevistos previsibles de todos los años: la gripe o las alergias bloquean las urgencias y desbordan los pasillos con camillas ocupadas, mayormente, por ancianos, o casi. Año tras año.

Aquellas ‘mareas’ que llenaban de profesionales de la sanidad, de la educación, de jubilados… las calles y plazas de España protestaban, y con razón, por los recortes practicados al Estado de bienestar, por su propia esencia crueles y de serios efectos secundarios. Madrid fue el tubo de ensayo de los planteamientos neoliberales más radicales. Es una estupidez decir trolas en tiempos de Internet. En los últimos días los expertos señalan como una de las ventajas de Alemania en esta hora triste y tenebrosa que tiene el doble de médicos y camas por habitante que España.

También hay otro factor que nos diferencia y que va en nuestra contra por aplicación de un principio que es tan fácil de entender, aunque algunos estén incapacitados para ello, como el mecanismo de un chupa-chups: poner en los cargos a personas inadecuadas, incompetentes o incompatibles con el servicio público, como pudieran ser los que tienen dependencia o compromisos con la empresa privada que lucha por ‘gestionar’ este sector. Típica quinta columna.

Con frecuencia vemos como todos los partidos, porque esto es tan destructivo como una plaga de langosta peregrina africana, colocan en sus listas municipales, autonómicas y nacionales a gente con un perfil tan poco adecuado que no hay dudas sobre su desastroso resultado. Haber sido concejal o concejala de cualquier tontería y no haber logrado pasar la barrera de las elecciones no puede ser un certificado habilitante para entrar por la vía digital  como alto cargo en cualquier consejería. El mayor peligro, y con más efecto multiplicador, es un inepto e indocumentado en áreas como sanidad, dependencia, educación… Los favores internos de los partidos, o sus compromisos externos, no pueden interferir en el sentido común. Hay reglas.

La mejor fórmula no es una comisión política de investigación y propaganda y griterío sino un libro blanco del Estado de bienestar hecho por expertos.

Un proverbio dice, más o menos, que cuando el sabio señala las estrellas el idiota se fija en el dedo. En política el corto plazo no puede reemplazar al largo. Son peldaños de una escalera que hay que ir subiendo. Por primera vez se ha planteado, como una de la lecciones de esta emergencia, la creación de una ‘reserva estratégica’. Un ejemplo pueden ser las Fuerzas Armadas, capaces de montar hospitales de campaña para catástrofes donde hagan falta.

El uso de las potencialidades militares, como se ha hecho con una intensidad desconocida en este país, está contribuyendo a hacer de España un país normal en el entorno europeo. Las reticencias de los nacionalistas-soberanistas catalanes y vascos quedan como extravagancias pueblerinas. Además de un paso imprescindible en la guerra contra el virus será, sin duda, un aviso a navegantes.

Poco a poco perderán fuerza los relatos miserables, por puro método comparativo, y habrá que mirar debajo del virus, atravesando las cortinas de humo, vieja técnica de la distracción y el encubrimiento. La mejor fórmula, porque “moro viejo no aprende idiomas”, no es una comisión política de investigación y propaganda y griterío sino un libro blanco del Estado de bienestar hecho por expertos. Con cuentas y no con cuentos. Con datos y no con bulos.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.