Efectos secundarios del ping pong político

Efectos secundarios del ping pong político

Comienza a rodar una pregunta que puede convertirse en ‘bola de nieve’ para la derecha casadista: “¿pero cuáles son las alternativas que no sean el no por el no?”.

El líder del PP, Pablo Casado, en el Congreso, en una imagen de archivo. ALBERTO DI LOLLI via Getty Images

Analistas rigurosos y también cotillas de la política nacional coinciden en asegurar que el líder popular, Pablo Casado, va a imprimir un carácter especialmente bronco al nuevo ‘curso’ político. Obvio. Va en su naturaleza. Esto no solo se veía venir sino que ya estaba instalado en la estrategia de la confrontación sin cuartel marca del PP desde la moción de censura. Y desde antes incluso, porque ha sido la tónica cíclica siempre que los conservadores no han podido conservar el poder. Esta vez emplean una modalidad de táctica ágil, estilo ‘aquí te pillo aquí te mato’, que es la técnica de los mejores cazamoscas. 

Pero este tipo de agilidad, que con las debidas distancias es la que practica el infantiloide, ignorante y tramposo Trump, no es siempre conveniente en política, un campo en el que, como en el ajedrez y en realidad en cualquier juego, la reflexión es un factor fundamental; menos en el futbolín de los cafetines y los ‘carajillos’. Ya lo decía el ferrolano y regeneracionista español José Canalejas: “La agilidad es importante para subir a los árboles, pero no para gobernar a los pueblos”. Presidente del Consejo de Ministros, murió asesinado en noviembre de 1921 en Madrid. 

Tantas vueltas ha dado el mundo, y con él la pandemia, la economía, la política y sus circunstancias… que por los síntomas e icebergs que se aprecian el presidente del PP meterá muchos de sus soñados goles… en su propia portería. Tiros boomerang. 

Aparte de los clásicos y repetitivos engañabobos veraniegos del rígido argumentario del Partido Popular cuando está en la oposición (que si el presidente socialista de turno viaja en avión oficial, que si veranea o descansa en recintos de Patrimonio Nacional, que están entre otras cosas para esa función; que si toma vacaciones en vacaciones en vez de trabajar…) el sucesor de Rajoy pero heredero de Aznar hará causa en su batallar en primer lugar de la multiplicación de contagios de la covid-19, de lo que culpará, con su habitual desparpajo insultón, al presidente Sánchez. 

La utilización del ‘ventilador de la mierda’, aunque sea una tentación muy humana, y hasta comprensible incluso, ni es un buen paliativo ni tiene efectos curativos.

Para eso ya está tratando de borrar en el aire su irresponsable discurso de jefe de la oposición, acerca de cómo dificultó golpe a golpe, minuto a minuto, la aprobación de las prorrogas del estado de alarma, cómo criticó la autoridad única, cómo trabajó para desviar la atención de los fallos del sistema sanitario, heredados de la insensata y cruel política de recortes del ‘estado social’ o de bienestar practicada con gula por la derecha nacional… cómo ‘comprendió’ las caceroladas de unos trastornados obsesos contra las mascarillas y las restricciones, cómo acusaba de autoritarismo las medidas elementales para luchar contra el virus, cómo convertía en escándalo obviedades elementales…

Todo eso tendrá como penitencia un inmutable principio bíblico: “el que tira una piedra a lo alto, en la cabeza le cae”. Y como Casado tiró muchas piedras al cielo, muchas le caerán encima. Esto se verá con seguridad cuando active los ‘órganos de Stalin’ (lanzador múltiple de proyectiles de efecto ‘tierra quemada’)  para defender que los ayuntamientos puedan emplear el superávit que tienen inmovilizado. Los conservadores no habían mirado siquiera para él, hasta que a la ministra de Hacienda se le ocurrió la prudente idea de utilizarlo en diferido: que el Gobierno usara los remanentes para afrontar los déficits y necesidades originadas por la pandemia, compensando de varias maneras a estas corporaciones locales. El PP acusó inmediatamente al Ejecutivo de ‘confiscación’, fomentó un frente de combate ante tal medida, ordenó a sus alcaldes que presentaran pública repulsa y algarabía… Callando que si estos miles de millones estaban paralizados y sin poderse emplear era, y es aún, por una ley del Gobierno Rajoy cuyo impulsor fue el ministro Montoro. Y ‘olvidando’ que una parte de los casi 150.000 millones de euros de la ayuda europea tendrán influencia directa en los municipios, como es natural.

  Mariano Rajoy y Pablo Casado se saludan durante la campaña electoral gallegCristina Andina via Getty Images

Pero es que se trata de un tic irrefrenable cada vez que el Gobierno socialista puede manejar dinero adicional: ya se intentó dificultar con artimañas en Bruselas el fondo especial para la reconstrucción.

En las ‘redes’ comienza a rodar una pregunta que puede convertirse en ‘bola de nieve’ para esta derecha casadista con mucha apariencia pero poca sustancia: “¿pero cuáles son las alternativas que no sean el no por el no?”. Al final, emplean una variación del ‘no es no’ de Sánchez que con tanta razón criticaron en su día. Siguen, pues, alejándose del centro, confiados en que la ciudadanía también navegue hacia el radicalismo. Pero si así ocurriera, si la moderación y la sensatez estuvieran fuera del mercado, los beneficiarios de esta especie de ‘ciclogénesis explosiva’ muy probablemente fueran los grupos más radicales.

Son asuntos muy resbaladizos y con muchos efectos secundarios para ser empleados tan frívolamente en el momento más difícil del país desde la guerra civil, y para Europa, desde la II Guerra Mundial. No están los tiempos para jugar con las cosas de comer. Y de vivir o morir.

Comienza a rodar una pregunta que puede convertirse en ‘bola de nieve’ para esta derecha casadista con mucha apariencia pero poca sustancia: “¿pero cuáles son las alternativas que no sean el no por el no?”

Si ya desde finales del desastroso mandato de Rajoy, con la avalancha de casos de corrupción (heredados algunos desde el aznarato), era un clamor social y político, y de las fuerzas económicas y sindicales, la necesidad de unos grandes pactos de Estado que como los acuerdos de La Moncloa, unieran a todos los partidos en el común objetivo de rescatar el país, la derecha ha hecho justo lo contrario, de palabra, obra e intuyo que de pensamiento.

La utilización del ‘ventilador de la mierda’, aunque sea una tentación muy humana, y hasta comprensible incluso, ni es un buen paliativo ni tiene efectos curativos. Por el contrario, aliviada artificialmente la presión, la gangrena sigue ahí. Que el PSOE tenga el baldón de los ERE, no lava los pecados de la Gürtel. Y viceversa.

Dentro del PP, como dentro del PSOE, hay muchas voces, aunque hablen bajito y con frecuencia con imaginativos sinónimos, creativas metáforas y frecuentes  circunloquios por si acaso, críticas ante el comportamiento de los liderazgos de los dos grandes partidos constitucionalistas.

  Imagen de archivo de Cayetana Álvarez de Toledo y Pablo Casado, en el Congreso. Europa Press News via Getty Images

Por ejemplo, la portavoz del grupo parlamentario del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, que el pasado domingo declaraba en una entrevista en El País en una críptica frase, con el sonido de fondo del ‘ruido de sables’ casero, que “un partido no debe de ser una estructura militar”, mientras defendía “un gobierno de concentración moral y constitucional en España”, si bien, lógicamente, criticaba con dureza a Pedro Sánchez. Dice cosas muy raras en su ambiente, como que “hoy la figura que mejor encarna los valores  republicanos es Felipe VI”, algo en lo que coincide con algunos destacados socialistas que dicen también estas cosas muy ‘raras’ igualmente en sus círculos. “Confundimos –en los partidos– la discrepancia con la disidencia, y la libertad con la indisciplina” (al día siguiente cayó fulminada por los ‘dioses’ furiosos). Y es que tanto el cesarismo como el adanismo son virus políticos contagiosos, enfermedades infantiles de la política, sobre todo en dirigentes inseguros, y sea cual sea su color ideológico.

Pero nada debe distraernos del enemigo común de todos: la pandemia, viva y coleando, que exige fortaleza y unidad. Los contagios siguen multiplicándose, en realidad en toda Europa, pese a que aparentemente el índice de letalidad y mortalidad se ha ido reduciendo.

Lo preocupante, y trágico, es que sean los políticos de primera fila con gran capacidad de atracción los que se presenten voluntarios para hacer el ridículo.

O no, porque aún la covid puede dar muchas sorpresas. Pero, sin duda, se ha aprendido mucho sobre ella. Como se la conoce mejor tras tratar a decenas de miles de contagiados, se han ido ajustando los protocolos médicos al dictado de la experiencia, se ha ido experimentando con medicamentos ya existentes con resultados a veces sorprendentes; ha mejorado la red preventiva, el trabajo de los rastreadores ha dado los primeros resultados muy positivos; la epidemiología (como la traumatología y la cirugía en las guerras) ha dado un salto cualitativo enorme…

Pero a pesar de todo, la edad de contagio se ha ido reduciendo. Los jóvenes ya no son un grupo a salvo del coronavirus. Son víctimas de su despreocupación y del relajo de dos factores clave: mascarilla y distancia física de seguridad.

La guerra, sigue; y seguirá durante bastante tiempo. El ridículo que pueda hacer Miguel Bosé que se ha quedado desnudo con sus estupideces sobre conspiraciones y chips vacunales de espionaje no nos debe preocupar, no somos psiquiatras; lo preocupante, y trágico, es que sean los políticos de primera fila con gran capacidad de atracción los que se presenten voluntarios para hacer el ridículo y bailar insensatamente en la cuerda floja.

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Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.